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martes, 29 de abril de 2025

Raíces de Café Cappuccino

Abarquillarías cabuyas de los ábacos
con puntadas de Oreos derretidas
que aún sabían a infancia.
Saturarías el abeto de alcurnia,
sus raíces tibias de café cappuccino
chorreando en mi pecho.
 
Compartiríamos los festejos de mis jardines,
mirándonos con ojos adorables, atados,
por la clorofila fatigada del reloj caminante.
 
Y yo, pellizco la pastilla embabucada
que adormece mi sed de abrazos,
tortillas fritas en ayunos marchitos,
mientras en el cinema-familiar
me aplauden voces queridas del pasado.
 
Saltamos en el trampolín purista,
el que midió la sombra errante de tu abuelo,
hasta aligerar los pasos de este mundo
para liberar mi culpa —atada, llorada,
lo que nunca, nunca supimos decirnos.
Ivette Mendoza
 
Violeta Encendida
 
Yo digo que en tus manos florece el mundo,
y la depuración constante del andén interminable
desgasta mi voluntad encendida, me ofusca,
en la aurora benévola donde adivino
las cicatrices abiertas de tantas soledades.
Y el resoplido incansable de antiguas disculpas
me acaricia apenas, achumicándose en mi pecho.
 
Dicen que el linde se embriagó al mirarme,
que una centella purpúrea se encendió sobre mi espalda
y transformó los brotes de refugios olvidados
por los siglos de los siglos,
y que la chicharra que me canta al oído
cruza el último surco orbital de mi destino,
trepándose en la violeta aromada de mi instinto,
allí donde mi infancia era un viñedo triangular
floreciendo en el círculo intacto de los días.
Ivette Mendoza Fajardo