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miércoles, 23 de abril de 2025

La lucha de lo inesperado

El regocijo aullante de lo incomprensible
sigue siendo semimaleable en el sombrero del dolor.
Hizo —con la soberbia de los que callan—
una astronomía del sigilo,
tomó sus objetos de un drama herido por la valentía
y entró a su morada, donde yo lo esperaba,
con los brazos empapelados de ilusiones vulnerables.
 
Antes de eso, destruyó su propio destino
a zancadas desordenadas,
y en medio del mundo, traspapeló mi sangre adormecida,
pero no llegó muy lejos.
 
Hoy combatimos en el alma, sin tregua,
y se enrosca en mi corazón como una máquina de congoja.
Tenía que seguir avanzando, sin explicaciones,
abrir la herida de los metales inmortales,
darle fuego al pequeño nudo dramático
y llegar —por fin— a mi melodía razonadora,
esa que canta desde mis corpiños sublevados.
 
¡Oh, aquí entrego la lucha de lo inesperado,
donde sigo existiendo, y tú y yo apenas comenzamos!
Ivette Mendoza Fajardo