Soledad Fantasmal de Constelaciones Diurnas
Marqueta firme que elogia las mentiras
como riesgos de burlas y de penas en
convulsiones
desmesuradas.
Esófagos madrugados de la sorda herida ya
porfiada,
busca adelante sus brazos floreados de
cuchillo odorífero
con seña inexplorada. Agua de cabellos
cristalinos
escabulle un juego pirotécnico en la malla
del
engendro enemigo. Dicha imprudente mal
llorada,
con sus paños hacia el sol de los
bullicios, envía
correos electrónicos al pasado.
Arrepentimiento
de celulares que tapizan una queja
obstinada para
acorralar la edad de hielo del umbral de
los pinceles.
Adormece el juicio de hombros del pesar y
amargos
se pavonea en su prisión de plumas atávicas
que roen
en el estallido nasal del momento insólito.
Fuente de la deriva de pulseras en
constelaciones diurnas,
dejan sus vestigios en la catadura del
verso químico
y en el azafrán de la nostalgia. La tarde
cruje de dolor,
sí cruje de dolor en la madriguera de
lloros sin contentos,
busca admiración en distancia de ayes
alados en turbias
caminatas de la soledad fantasmal con
autobiografías tibias
de orígenes eternos.
Ivette Mendoza Fajardo
