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martes, 8 de abril de 2025

Voz Arrepentida del Trance Intermolecular

Arrancando los destrabes musculares del sonido,
llegas hacia mí, civilizadamente, a estibar crujido cúbico
en el alma divagada de sueños hipnagógicos.
Vienes a derramar en mi espíritu preguntante tu secreto
de soledad molecular sobre días eutécticos y quebradizos;
tu secreto de filosofal travesía hacia el entorno celeste,
de galopante galladura, de un horizonte
con nobleza de bellota inoxidable invertida de sabor carmesí,
agasajando el copete de los vestigios en un barullo valiente y elogiado.
Tu misterio sibilino he de archivar,
como el lienzo guerrero archiva la voz arrepentida
del trance intermolecular,
o como la jerga banal custodia la semilla de fantasía afortunada.
Mientras tanto, la pantomima en el zumo
de tus labios de ciencias desgastadas,
la pompa destinada a un edén postrero que enclaustra
advenimientos fundamentales, menea, del laurel sexagonal, la luz impoluta
de una virtud sublime que me exige caer en lo ya fugazmente recordado:
la permanencia sin palabra, laxónicas en declive,
donde, a través de los llaveros llevaderos
que nacen para aglutinar lisonjas malintencionadas
momificadas de mentol, escoge la divisibilidad del mundo
hurgando el soplo en la picadura parlanchina
del corazón pasavolante que no deja ser
más que un dócil poema polinizado en el redoble de cenizas
donde jamás conocieron mi saber.
Ivette Mendoza Fajardo