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martes, 22 de abril de 2025

Lunas Convalecientes del Fuego Rebelde

Despeino mi entraña, vencida por la fuga de mi ánima encendida.
Arde en mí un cometa —estandarte de leche y fuego—,
frágil en el torbellino de soles errantes,
tejiendo luces traicioneras. La canción que canto, es maldición
cuando el viento en las colinas quiebra
mis últimos vestigios de asombro.
Hierática, la crin que atraviesa mi pecho
—¡oh filo de luz convertido en espina! —
abre llagas que estallan en llamas:
le roban la voz al rayo obstinado.
¿Será mi nombre el suyo? Naipes revueltos
buscan en el trébol sangrante una señal.
 
Desde el ombligo de mis sienes
—cárcel de pensamientos—
azota la melena su látigo de ira pantolín,
semilla que sacude al Taurus
y siega, a su paso, la savia
de un corazón de lunas enfermas.
¡Oh Taurus! Aquí me tienes, vencida:
núcleo insurgente de mi mente extraviada,
furia ámbar en los carnavales del olvido...
Arde tu melena. Y yo, temblorosa,
entre las ruinas de los presagios,
—entraña erikea cicatriz—
permanezco aún latiendo, sosteniéndome
en el filo de tu nombre.

Ivette Mendoza Fajardo