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jueves, 24 de abril de 2025

Resuello apabullado

Por el gesto maduro del tiempo de congojas raídas
sobre mi entorno se derrama, como una plegaria de paisajes.
Y yo aquí, rendida a su resuello apabullado:
sin saber quién es, reluce a la muñeca de la emoción; y
llamarlo así es una calidez en desolación,
ante el desencanto del mundo dolido;
y que al fin vierte en mí el cuenco de su aroma, que me enreda
y su autoestima, lleva su hálito de euforia
labrado en un fugaz instante.
 
Existencia en suavidad de la materia gratificante,
brota al vacío de emociones colectivas,
quizás cielo de extrañeza sedativa,
sube las escaleras del eclipse —flota avejentada—,
sobrevuela, se disipa;
paradigma ruidoso de la fosforescencia, viene errante,
empapa su concavidad en la sabiduría afectiva de florecer,
y me reclama con su luz de entraña abierta.
 
Soy un signo perdurable, con voz de ave renovada
que, presente aquí, hace cruzar mi memoria oronda
el aire como un gladiolo exasperado cruza
el binomio vetusto de benevolencia: lágrima y vida.
Ivette Mendoza Fajardo