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domingo, 13 de abril de 2025

Arrímame al vértigo primero

Arrímame a tus dunas abonadas de gratas utopías dactilares,
que afronta estigmatizar las primicias ofrendadas
de mi enarbolado ímpetu que sueña irascible,
flotante en el anecdótico palastro del presente
para humectar el ducho cendal de la tiniebla impresiva.

Te doy la cenefa cenital de la vulcanización
de la montaña vidente, la más certera que
incuba la primogénita célula de la voluta algorítmica,
donde estudia los mantras de lumbres de maquinación
numérica, turbando al mundo sus sentidos con su ideal ironía.

Estoy aquí lloviznando y lloviznando sobre
el envoltorio de tu luz-materia en tus labios matizones,
escondidos en el cerrojo del cautiverio de jaulas de segundos,
entre las rugosidades sinápticas y los latidos de frecuencias auriculares,
para aparecer en la nulidad del tiempo sin hipotenusas caminantes,
que marchan hacia el reojo del revés universo
y abarcan un millón de ceros en la pupila gustativa de la pleamar.

Ivette Mendoza Fajardo