Remolino de la Sublimación del Miedo
La verdad se torna vencida por los árboles
que heredan
el sepulcro interminable de su gloria
afligida.
Inevitablemente muere como inmersa dentro
del castigo
ególatra de sus voces miserables;
en la fábula oculista va presa de terror
con el paráglifo educado
de la vidriera tardía, como tejiendo
ironías que espantan sombras
picaflores.
Vigas de ego en pinolillos revisores de su
yo dinamizado,
entre tantos intentos ya rebeldes, nos dice
que nos ama.
Para encontrarse maltrecho en la estela de
carabelas vivas.
Por eso en el despojo del alabastro
psicotrópico se
hace instantáneo por los dichos de su
subsistencia subjuntiva.
Chacal en cada contingencia de la realidad
que nunca dice
nada.
Se condensa en el esternón de matrices
grafitadas
en la infinitud de sus pausas cletas quedan
inmóviles
en cualquier momento.
Desde todo punto de vista, el río de neón
amaestrado
corta el alma con las navajas del horizonte
y acechan
en una larga cadena con pecados veniales
ante el cuerpo
azareado del delito. Partitura de minutos
eficaces
partiendo criptogramas de colores en un oro
tentativo.
¡Hay discordia suntuosa en cada remolino de
la sublimación
del miedo!
Ivette Mendoza Fajardo
