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lunes, 21 de abril de 2025

Nada permanece por el remordimiento

Nada permanece por el remordimiento,
sólo el fulgor añorado que no se despliega.
Aguarda el deseo intempestivo
en el aliento tibio de la simpatía.
No existen huellas de ansiedad presente,
ni posturas,
ni indicios.
Las brasas errantes del hastío provocan guaridas
en la áspera profundidad del abismo en su apresuramiento.
 
El pacto entre las orillas y el risco
cuidadosamente rechaza el castigo
que busca ordenar el pesimismo.
 
Yo
Derrumbada.
Reverberante sobre la carne impaciente del granito,
rociado por el fluido del reflejo:
Frente al abismo, / solo queda el verso: / desecho, pero vivo.
Ivette Mendoza Fajardo