Partitura del universo abandonado
Tanteo el
rayo proclítico como novedad kilovática,
en su
balandra de ladrillo tenso vagan jabonaduras,
de armario
en armario precipita, altivo,
sobre un
piélago de calorías de ternura rociada
que
siluetea los paraísos en su celo.
Corre campo
pendolista el jerárquico tótem acústico,
huracanando
su país en extracción de muelas,
expoliando
los hierros groseros del deseo,
donde
mitologías de aguas osadas patinan
iluminadamente,
atentando con caries en precipicio.
Abre su
pedreñal en rebeldía al rebenque del arrebol,
eriza su
anestesiado pelo bajo la bruma autodeterminada,
mitiga su
pelvis carismática y la deja levitar filantropías,
remota como
eje quirúrgico que hoza en detectar
mentiras
viejas, y se desboca bajo párrafos helénicos,
entre los
peines de los viscosos prados.
¿Y porque
no se nombra, el rayo proclítico cuando llora
su lucidez
y funda con su espasmo la partitura secreta
de ese
universo abandonado?
Ivette
Mendoza Fajardo