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domingo, 6 de abril de 2025

El Alfa Racional de la Vacuidad Perenne

 Constelación pretensiosa de dedal rizomatoso en rayuela sílfide
que se queja, acicalada en la rotura permisiva del tiempo perfeccionista.
Escaños oceanográficos de redondez silvestre, en mándala acalorada,
sestean sobre la irrompible velocidad leñosa del aire mantecado de aventuras.
¿Cómo recuenta en mí un alfa racional de vacuidad perenne,
dentro de la vitrola matutina de mi alma en gestación?
Vilortas vigorosas, con vocales boquiabiertas y vocerrones desatornillados,
que pasan ambulantes por calles de cerrojos en un mundo cacareado.
Conmutador diacrítico en el e-mail de las ventanas zodiacales;
en esos aires estirados, cruzan con gazmoño días ilesos de pasión irrelevante.
Todo soberbio entonces, idílico en la gelatina joven del jolgorio,
pero que no auguran nada que julepea en lo perfecto.
Sólo un libreto extenso marrón en sus despojos, la uña mohína
de la ignorancia con mil adversidades juntas; y todo se interrumpe,
se desgarra, se descompone, se deslustra, se volatiliza, se chamusca
y no retorna en la hipótesis del agua centrípeta y ciega para llevar
la luz herrumbrosa de la estufilla astral.
Ivette Mendoza Fajardo