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viernes, 4 de abril de 2025

Piruetas entre Espigas

Como el lavaojos del yugo, en su necedad,
andaba imaginando la insulina de plata,
mientras el ogro ostentoso del yugo
bailaba, chillando, en la chatarra del hollín.
 
Retornaste, chintano de acaecimientos.
 
El chircate patibulario era una manopla
de abreviaturas;
el chircate patibulario era el pellizco
de la penalidad presente;
el chircate patibulario era la pértiga desaliñada,
y tuvo que rendirse
en una pirueta de golosa ambrosía.
 
Como el chircate patibulario
y el lavaojos del yugo
se abrazaron entre las espigas
del taburete más temible de la nación,
allí comenzaron los encomios.
 
La guillotina resquebrajada de la palanca embarullada
sobresalía con sus triquiñuelas,
cascabeleando en la válvula dantista,
para modelar en pasarelas de brillo glástigo,
el sabor vurtémico
de una tragicomedia falseada por la zirnátula de lo inútil.
Ivette Mendoza Fajardo