En océanos
sin fondo flotan rumores y fieras,
fragmentos
perdidos, como si el tiempo olvidara
que los
lirios ya no viven en estanques, sino en abismos
donde la
espuma no distingue orilla ni forma.
Sigo un
globo vidrioso, inerte, hundido en su órbita,
viajando
por túneles de imágenes, guiado por hilos invisibles
hacia un
abismo con lunas cosquilleantes.
Es una
danza sin fin,
siempre
guiada por una palma extendida,
que parece
salvar y a la vez rechazar, estirando su humanidad.
Un párpado
de alcanfor, que nos lee la mente,
crece con
sonrisas frágiles
y al
quebrarse, se vuelve cuchilla de vidrio.
Tiemblo
cuando esa mano lo envuelve,
caricia
afilada que eriza carne de papel.
Veo el
musgo en sus sienes,
como quien
revive su infancia,
la esencia
verdadera de alondras,
la última
silueta de labios amados,
ahogados en
gemidos de mar.
Ivette
Mendoza Fajardo
fragmentos perdidos, como si el tiempo olvidara
que los lirios ya no viven en estanques, sino en abismos
donde la espuma no distingue orilla ni forma.
viajando por túneles de imágenes, guiado por hilos invisibles
hacia un abismo con lunas cosquilleantes.
siempre guiada por una palma extendida,
que parece salvar y a la vez rechazar, estirando su humanidad.
crece con sonrisas frágiles
y al quebrarse, se vuelve cuchilla de vidrio.
caricia afilada que eriza carne de papel.
Veo el musgo en sus sienes,
como quien revive su infancia,
la esencia verdadera de alondras,
la última silueta de labios amados,
ahogados en gemidos de mar.
Ivette Mendoza Fajardo