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viernes, 16 de abril de 2021

Tu planeta azotalenguas malpensado

 

Tu planeta azotalenguas malpensado y
cortafuegos,
parabrisas lanzallamas y caminos pelirrojos /
son también el roznar de la aprensión /
Tú manejas fotomontajes de pasión
que rebuscada se fragmenta demasiada veloz
y dispara con sus ojos de cañón /
tú planeta también es un entrometido eslabón perdido
mientras que a mí grandilocuencia cuando
el renacuajo rascabuches me grabó,
se queda a veces demasiado lenta a ver lo que
avecinó /
Algún día arañarás la vida
y talvez lleves tu micrófono roncador /
o tu sombra bajo el alzacuellos /
o algún metepatas sueño obtendrás ya
desde el mandamás de las estrellas /
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 15 de abril de 2021

Una constante papiroflexia

Una constante papiroflexia más un graznido de oleaje
es una estampida de peces parachoques.
Un conglomerado de ideas más un diluvio fuliginoso
sigue siendo un piélago de rajadiablos.
Se vive ojeado de macabros tapires
avizorando desfogar mentes en asaltos zurdos.
Hilaridad y octavillas de pasiones ocurrentes.
Todo eso es más y más indeleble.
Mas una labiada ficha con el mismo cuento
que une las hernias de los ecos y el silencio
mesiánico, redita las infantas inquietudes
conjugadas.
La palabra salta en ese fragmento del connubio
donde lo cuadriculado nos trueca en sutiles
o factibles motilidades.
Un papel más un ocaso de fábula proclítica
no es todavía una imagen que fecunda amañada.
Ivette Mendoza Fajardo


En el centro ilustrado de esta convivencia

 

En el centro ilustrado de esta convivencia
que espadañada ha estado por el malabarismo
de la redundante e inmortal moderna hilacha irrisoria,
se promueve como la universalización del todo
en la médula teologizada de la telepatía
escribiendo secundar lo que no solo se fotografía,
masticando ineludiblemente todo lo que escenifica
sin escamotear lo superfluo de lo acusativo;
ante los camuflados actos de millones de siglos
sucumbe al espasmo espectacular de lo fallido.
Lloriqueado cualquier en sosegado picaflor
en los rotatorios grises que se disipan en la variabilidad
del dactilar que paladea al fuego de sí mismo
y fanático se crea en un segundo de confabulación
en que la distancia
quiere alargarse más allá de su propio libertinaje
y escarmienta la mirada encajonada,
mientras dirigiendo toque y son, enjuician los albores
que lindan perpendicularmente por siempre
en el trueno de los párpados, se recobran
como el recalentamiento de una estrella
en un apolo rubicundo de la gran monada inoxidable,
reinventando transitar más allá de lo retograbado
proclamando apenas al último bastión del lamido
que es la auténtica lámpara en que se promueve
el mal agüero de la mitográfica vida.
Ivette Mendoza Fajardo



 

miércoles, 14 de abril de 2021

Pues ya en la pereza, se despluma tambor

 

Pues ya en la pereza, se despluma tambor al
contar tu marcha sobado de duendes; rumbo
a los polos voy añejada de mandarina que arruinó
mi siesta del insano juicio de la clavícula naciente;
tos eminente bajo el paragua temporal de sus convulsiones
de terciopelo; renglones irresponsables manejan ebrios
elencos de cataratas con bocas abiertas; víspera de
piedra azul en preludio de adolescencia; cenotes de
luz mortecina óyelos revolcarse en ingles de reposo
que así se pelea una manera de penar; suave cera
de dedos caídos y amnesia permanente y mestiza
aquí permanece quieta según yo quién habrá de
fingir; yo he sido alma nada más que la eternidad
me pide que salga a cabalgar como Don Quijote
de la Mancha; seguimos todavía sin parar por la
cadena del perro que a calor se deshace sobre
el lomo de la hormiga; atajo por este camino
que se etiqueta en la taquigrafía de su marquesina
patuleca después busca su redondel como cobarde
que muere más de una vez; mientras la resaca del
viento permanece en su vomito de filamentos sedados,
la encrucijada de mi ausencia comienza a vivir
a su manera tan solo feliz con el gato con botas;
galgos tragaluces pueden verme dentro de este
armario llorar la noche más arrebujada; a través
de las cosas va el vaho de mi fisonomía para
morir tan siquiera al revés.
Ivette Mendoza Fajardo



Te suben ceremonias de vidrios muertos

 

Te suben ceremonias de vidrios muertos rugiendo
ciegamente alucinadas escamas / ahora cobija charco demencial
sus uñas en un acto colosal entre gatos del viento que señorean
la conformidad de los manteles royales / revolución de las chaquiras
dentro de helechos temibles descubren una nota musical
como ojos comprimidos / mundo de prebendas se te negó la
batalla en las pistolas de la noche por un techo mancillado/
Me transcribo cerca o lejos como muñeca de abarrotes
desde la tiniebla sin frutos que me acosa dibujando relucientes
garabatos de esperanzas / un águila sueña su insignia
noble corriendo tras un niño prodigio de cera / de algún
lado danzan fantasmas proverbios de paredes mequetrefes /
envasar ideas precoladas gira en girola mano de alcatraz /
cárcel sensual se persigue elocuente y escanea escaparates
en receptáculo inteligente / botón de fuego del sueño
objetivo luce pitayo a carcajada dividida / con mirada anodina
pasajeros de nucas golpean emboscadas en tercetos
infieles / perdón a perdonado tarareaba al resolverse
en la nada quíntuples morales de chocolate / la manía
turbadora ovilla escalofríos de cabritas en resquebrajado
aliento / león en su pedestal es el hermoso mozuelo
del sabor bufido /
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 9 de abril de 2021

De la cuchufleta del barbarismo

 

De la cuchufleta del barbarismo insano
a veces brota desahuciado cetro, de los
atolladeros mutilados cuyo epítome
desplomara en el matorral entre el contumaz
esmero del acaso que en todo tiene
que reverdecer para ser alegoría de
lo que nada se liquida solo lo intuye.
Sediento de
hermosura nunca está adormecido
el guijarro en su territorio, nunca fue desvelo
el matorral en el mío la del signo
pues el albur que fragmenta el capitel,
sangra gestos duraderos,
es el mismo que maquilla la blancura
de fugacidad y frescura.
Bien que quise
decirte y me han llovido tres espinos
y dos lingotes de mirada que nada dejan
por aquí lo agraciado al ver que
estas adorado y vivo.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 8 de abril de 2021

Amartelada como la brisa

 

Amartelada como la brisa es la cruz de la sinrazón
con que tus dudas observan mis preceptos.
Aquí nada puedo descifrar, nada es ya igual
de las vetustas fiebres que los días
interpelaban en una recta final.
Eres la daga del recreo y la coraza vulnerable,
eres el platino diamantino y el oro del camino.
y hacia mí costado lo tuyo entrelaza;
sueñan mis labios humedecerse
en gotas de esta mortal ambrosía
que aclama ferozmente tu memoria gustativa
en el carrusel de horas donde allí pecaron.
Ivette Mendoza Fajardo



Noche develada

 

Noche develada a ímpetu de juramento
boca de luna y estrella lo cotidiano
crepúsculo eterno de cuatro puntos
cardinales como rosa dorsal del céfiro.
Brújula domesticada que anda
por las calles de los siglos.
Farol que destruye
el ojo doloroso de esta vida.
La licuefacción de los códigos
La vaguedad mal humorada
El rostro de los paraísos lenguados
La foresta de secreta revelación
La cuerda tensa de la imagen
fusionan la petrificada frialdad
de las horas sombrías.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 6 de abril de 2021

Rosarios de conclusiones adversas

 

Rosarios de conclusiones adversas
navegan en tu yerro.
Esfera utópica
que no quiso ser pedernal, ni claustro
abrumándose por zarpados estruendos
de mis soles.
Y quisieron salivarse actualizándose
en mares de rumiantes salmos de vapores,
un hemisferio de empellones desde
mi escalpada manía del azar.
Aquellos sonidos de sístoles y diástoles
que albergaban el espinazo de los siglos,
eran el aullido de un crónico soplido infernal
que como el agua entre las manos,
se fugaba ese fuego vano de tiniebla cristalina.
Ivette Mendoza Fajardo



 

domingo, 4 de abril de 2021

La extrovertida muñeca impávida

 

La extrovertida muñeca impávida está ante
la teoría trigonométrica astral de los
muertos melenudos que atropellan su razón.
El binomio ausculta bajo los gatos garabatos
la sumatoria del ave chusss entre la locura del candil
y mi dolor enquistado por el sueño
de pronto, hacia el retorno, el golpe apacigua
a mandíbula batiente desde su onda expansiva
ya suicida por el arrepentimiento, que al final,
comprueba su azogada eternidad.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 3 de abril de 2021

En la nocturnidad del laberinto

 

En la nocturnidad del laberinto
la palabra desfonda toda vida
protegiendo la animosidad de mea culpa
en viveros eternos de sopor /
Imágenes de voces sobre la renta de granito
tratando de volver al ostracismo de pantomimas,
tocar izquierdistas soledades
y disputas germicidas de sus colores enlatados /
Para un día con amor maculado, su memoria antónima
es el hielo obstinado del sándalo lloviznado
por un derrame lacrimógeno y exorcista lengüetero /
Al tacto contra el tacto de piedra contra sangre que proyecta
un ombligo melancólico en mi razón refunfuñona
desde su ordenanza patronal hasta la expresión viva de
nuestros pasos libados por la malicia del gusano /
Ivette Mendoza Fajardo



 

La primavera caldea oscura

La primavera caldea oscura en
párpados de cristal negociados al deseo.
Una silueta recordada en el cielo parabrisas
permuta alineación de cráneos desolados.
 
Gaviotas del collado luz hipertensas
sucumben a la falaz estancia neural
de sus cabelleras invisibles.
La noche renumera el relámpago
cinco calibrado por la taquicardia otoñal.
 
Mercadeo estrepitoso del lamento
paga al éxito su pureza celestial
y su recuerdo bancario exhibe, estampa
su incertidumbre blanca al madrugador.
Un pozo de problemas asoma
dentro de las fiebres de pavor modernizado,
se derraman en el suelo suicida
para estremecer su escalofrío inmóvil.

Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 1 de abril de 2021

Elípticos alfóncigos librados

 

Elípticos alfóncigos librados
entretejen la hondonada lumínica.
El tobillo desarropa movimientos
entre mieses, picos, y pastizales.
El hálito surge en cardos
y mancha la grieta de la nostalgia.
La recitación nevada de los astros
se alimenta de mí ser
a la pura candileja albur
de la perseverancia…
Asciendes fecundo
circular y sollozante,
como escalera mecánica
o fotosíntesis nuclear,
como ángulo y raíz negra,
saldado y bruñido,
como tractor o elevador.
Médula o guijarro.
Molusco o hiedra.
Ivette Mendoza Fajardo



Ese vano de áncoras

 

Ese vano de áncoras se levantó de niebla absoluta,
alteró mi dogma entumecido /
Cuánto aullido extraje a esta luz en desvarío:
Qué fosilizado pentagrama extrañas de pies dorados,
qué centurias de peces alabeados /
Todo lo dolido de silencio latía en ti
y olvidó de golpe su rememoración de ondulante desgarradura /
Unas lunas asoleadas de papalotes invadieron las sienes
y a un año trémulo se abrieron sus contrapuertas bestiales /
Ese vano de áncoras sobresaltó estrangulando noches,
trozó nervaduras y trozó abrojos /
Fue el mugido de la mentira volátil,
la bruma tamizaba aleaciones en todos los escondrijos
y de esconder la muerte de sueños asiduos
te aposentas en los bordes de una rutina nueva,
dejando tu pestañear al frío tormento del grito entre la hierba /
Ivette Mendoza Fajardo



 

lunes, 29 de marzo de 2021

Electrónicos deleites liberan espacios macerados

 

Electrónicos deleites liberan espacios macerados.
La pulcritud chasquea,
chasquea de archivo elaborado a derrotas.
De pronto una ciudad amarga sustrae el claustro en migajas,
y un fruto de aire que de ser miedo busca momia oxigenada,
sabor de bóveda vencida a sal y prueba de antifaz,
a chubasco de penachos prisioneros,
a corrupción silbante que camina con sus propios dientes,
por sus tarántulas soltó sus furias de frescos salarios:
registro municipal hambriento, santificado, terca utopía,
hermandad y liberación de los granos de arroz.
Fracturado el torso de la mentira,
atacando imperios de botones con hálitos marchitos,
y a escondidas toallas blancas, por sus nubes:
deportistas peregrinos, espías del agua secreta
que navegan atravesándose de ocaso alámbrico;
un cábala infinito se altera con los siglos por minutos,
una madeja que más deja anónima prepara
consejería de cascarones calibre cuarenta y cinco,
arañazos numéricos dispuestos a trabajar como hormigas corporales.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 27 de marzo de 2021

Sempiterno monumento de soledad recalada

 

Sempiterno monumento de soledad recalada
que esparce la galopada nuclearización de su espejismo.
No hay más que las mancuernillas y sus desvelos recluidos.
¡Anda, anda guacalote enfurecido!
Entre el jardín térreo de sus vendavales
y la pértiga de dolor, bandolera del mañana.
Centurión de Lemurias con jugo de razón
se recrudeció de su entorno de azahar y plata
en el ciclomotor de nuestros amortajados sueños
y desvió toda la literalidad de los cuerpos azorados
durante un semidormido otoño penitente.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 24 de marzo de 2021

Lograr que te ojeen los calores y meditaciones esparcidas

 

Lograr que te ojeen los calores y meditaciones esparcidas /
suprimir los sabores del otoño de su catarro, esa lágrima de madera /
donde cazar sin que un lunes comestible aparezca /
que un silbato fotográfico remede su andanza /
que una pepa sonriente de jueves entre clandestina
al carnaval brasileño /
porque la mano derecha es un demonio cosmopolita al acecho /
que chochea la lotería vanidosa rebelada al rito /
y todo cometa es un cerebro comatoso del invierno /
y toda idea un anaquel de biblioteca planetaria y chismosa /
y un insomnio peinado de acentos y ositos de peluches /
Ivette Mendoza Fajardo



Cinchos encefálicos de materia intangible

 

Cinchos encefálicos de materia intangible
se enfrentan a la
callada botella jurásica que recoleta
un giro de pasión electrógena, como
esperpento de lluvia del tiempo engarrotado;
como angustia redoblada en bolsas
de codos codornices brunas.
Sombría complicidad del becerro ordovícico
se intuye en una cifra dos por tres
de hiedra inmobiliaria sorda muda.
Todo origen es una tabulación de orugas
escolarizadas,
un plantón en nubes de canela :
regresa a las alucinaciones de los mares
con el andarín chimpancés en una lágrima
de hojalata jónica
donde juega, retoza el
fusible menstrual de la palabra desamor.
Ivette Mendoza Fajardo



 

domingo, 21 de marzo de 2021

Sonidos de átomos idealizados

 

Sonidos de átomos idealizados.
Mareas del alma heresiarca.
Céfiros cargados de poemas demiurgos.
Ilusiones de la brisa cantarina.
Voces de la noche desnuda agraz.
Los valles poéticos del alba idílica.
Cielo misterioso derramado de suspenso.
La boina nerudiana melancólica.
El adiós ardoroso del ayer.
Las arrugas de la tristeza banal.
Ósculo felino y traicionero.
Batalla el maleficio con encono.
Paisajes hablando de su esplendor.
La piel enajenada del mundo.
Canto calamitoso de los sauces.
Ivette Mendoza Fajardo



Caparazones y globos divinos ante el nirvana

 

Caparazones y globos divinos ante el nirvana
es obvio un cuadrilátero atrás
encuentra el cráneo enquistado
en su sed implícita y social,
nadie busca nada
no dialogo con el dragón intransigente
creo en la luz purificada de espinas
en las millas de auroras complacientes,
no a las carcajadas amaestradas y tentadoras
o a la diagonal que calcina su vestigio durmiente,
ellas sólo pueden hablarle al suplicio de la oquedad
ilustradas entre titubeos y extravíos ladeados
de ese diámetro fuliginoso y fantasioso
Estoy desapareciendo en la insistencia del viento solitario;
nombrando un ímpetu que nutra un aspaviento eterno
hasta que el misterio inquebrantable de algún mito
sacuda al carromato de la fe tan coagulado como
toda la materia se cambia en néctar digital o en fuego.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 20 de marzo de 2021

Sólo husmeaba cafeína en aquellas vicisitudes

 

Sólo husmeaba cafeína en esas vicisitudes
de verbos displicentes y esquivas testas
mientras la fuente del ensueño es ironía
al vértigo el embeleso ha sucedido, ¿Qué?
y el sollozo se entregaba al columpiarse,
zarandeándose a impulsos del destino.
Era la hora del calmante que siempre
es pasión y afecto que nos cauteriza;
de rumor embravecido, bruna es la pena.
Ivette Mendoza Fajardo



La insinuación instrumental

 

La insinuación instrumental de imagen
por el desengrane esfíngido de la mirada
a la fuga tabular del goce presentido o
al punto amable del arcoíris conmovido
algunas saudades desde la palpitación
del ruido. Táctica de gastar la soledad
hendida a la liberación de lo recalcado.
Relativo a lo del trayecto de la huella
como paralelo a la mano sin el tallo o
sin la moldura acuática de la insidia
en el perímetro apenas lo sucesivo.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 19 de marzo de 2021

Tumba frenética de deslucido reptil

 

Tumba frenética de deslucido reptil /   
Mugre de tierra demencial y horcones medialuna /
Calcinadas y postergadas golosinas de vileza
sus desconsoladas volutas expiran sigilosas
como laminosas tardes en climas ególatras /
Macroscópicas montañas respiran el idioma
ofensivo de cocodrilos párvulos atrapados en
noches supersticiosas /
Y que bien que van hablando pero hundiéndose
en un caldera irreflexiva que encabritados
se desparraman en cuatro colas cardinales /
Tanto a su norte de sus ojos feroces y hambrientos
que son su antena poderosa y brújula devocional,
como el sur homicida de sus lágrimas carcinógenas
que son en verdad sus fantasías despechadas
en escamosos cautiverios /
y el este y el oeste las fauces de su lagartismo y obsesión
de comer manjares paradisíacos de carne y hueso /
Ivette Mendoza Fajardo



El tranvía caprichoso que recorre la temblorosa soledad

 

El tranvía caprichoso que recorre la temblorosa soledad,
es la diablura legendaria que se echó a dormir
draconianamente sobre esos engañosos y tercos rieles.
Ritmo de ciudad de esencia corroída cruza
su puente informático en el castigo de sus frías
aptitudes.
Trinchera de cuerpos soñolientos protegen
la canción labriega de la paz latente que se
manifiesta como un sabor
de pólvora que ha dejado un invierno de arrugas.
Escritura de caracoles perpetuos manchadores
de la sal que rescata un poema con extracto de
extorsión. Líneas inversas de la náutica en
el sismo de la alámbrica escalera no paran
de verter el rumor de sus evoluciones cuaternarias.
Un mañana adolorido de santerías y brujerías
nefastamente bebe el vino iterativo y misionero;
luego estudió fielmente el ocaso del gorrión acorazado
y su paso infinito lo recogieron en un cuero de dulce
encanto con insaciables plegarias de las olas decimales.
¡Ah piélago de la duda garabato!
Va proclamando su diezmo místico con una fuerza
combativa y una milla de inmortalidad que era
su propia sangre teatral. 
Ivette Mendoza Fajardo


 

El triciclo de letras y humos circulares

 

El triciclo de letras y humos circulares adoptaba
las posturas más rebuscadas. Apresuradamente,
un endeble manubrio que traga alba de salitre rumboso 
se soñó. La embriaguez del brinco que resonaban 
en la cataplasma húmeda y pestilente del ladrido ocre
entre sus cejas de escombros verdes y sus conductas
morales simbolizaba todo el aplaudir de neumáticos.
Encuentro en la melena de tu voz correos electrónicos
de desvarío en artimañas rigurosas. Maquinalmente
el temor circunvalaba los bordados por el sanado hilo
del nexo de plata dura que eleva una vela misma entrando
al horcón de las víctimas. Estos rústicos intentos de hablar
con gestos sempiternos les carcomen las distorsionadas luces.
El cabello volador recordaba por la montaña lluviosa tus
paradojas cotidianas. Una rara simiente se encorva infectando
dulzura al graznido de la ausencia. Temiendo cronogramas
noté que una mano intrusa hurga hogazas de sombras
escurridizas bajo la fugitiva presencia de la saliva idiotizada.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 18 de marzo de 2021

Encuadernación de amor platónico fosco de la noche


Encuadernación de amor platónico fosco de la noche
robótica deseaban conocer la rareza de las cosas / Curtiéndome
de intemperie en el rincón de mis amígdalas pensativas
estornudando como excéntricas golondrinas / Me guarecían unos
sonidos del vasallaje y mecánicos de espíritu / Un buceo torpísimo
como un inmenso auditorio aflora / Hasta un interminable
precipicio supervillano anaeróbico por el olvido en una
vestidura fúnebre de nieve como un puñado de pestañas
enfermas / De muy mal gusto fluye tan claro de surcar vacíos
el silencio desperdiciando decenas de soberanías curativas e
insospechado socorrismo / En la ventanilla furibunda
del monólogo tinto, el tiempo, sin querer, mata aspavientos / Su primer
requerimiento de adjetivos despreciables e injuriosos sorprende la
virtuosa fauna / Su tiránica navaja fallida buscaba una
melena larga y dulce entrecerrada con tan magra democracia /
Los zapatos grandes y firmes siempre jalan resonancias de aire
clorofila morriñoso,barnizaban en la húmeda mancha pestilente de querer
envejecer las horas baldías/
Ivette Mendoza Fajardo



 

Traspasar el omoplato derrotista de la brisa


Traspasar el omoplato derrotista de la brisa
y encontrarle al tiempo su lado asmático
dos pulmones expatriados saliendo del humo de los muertos
ungüentos plantados en la música del estómago
para revelar la llanura de sus dramas
cabezas y pies unidos a un ataque de melancolía,
pelotas cuadriláteras transpiradas de gimnasias
rebotando y contando historias de ventolina incierta
en los tranvías de la perfidia
como ilusiones prohibidas que consumen
dedos dietéticos de torturas.
Clandestinidad de milagros ciegos haciendo
muecas lanzallamas en el lavatorio de la niebla,
sentencia de una tierra anoréxica y desolada
desodoriza la arcilla de las verduras
fomenta lo florido en crochet de un semidiós
que se nutre de oro y plata sobre el deshielo
de sus prioridades, además ostenta
la repetición fusionada del mercurio como emblema,
como manera de escape o como
manera de seducción
!Como manera de vivir muchos siglos más!
Ivette Mendoza Fajardo





De plancha mimosa y patineta pícara

 

De plancha mimosa y patineta pícara /
cuando la noche es esotérica
y mal humorada en las arboledas de bombillos /
cuando las ilusiones son fatigas de plomo
escapándose por los agujeros negros
y la pinocha vida clava sus tentáculos
en el légamo herido /
Los contornos del brillo excitado
chiflan ósculos rosados /
la alborada toca la puerta meditabunda
inflexiblemente todos los días /
el quirófano se burla
desde la cuarta constelación
de emergencia / el fórceps
suena sus maracas platinadas /
de repente entran a la sala del miedo
con hoscas incapacidades /
Adentro, el bisturí habilidoso
despinta proposiciones desmembradas /
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 17 de marzo de 2021

Cordilleras desesperadas conquistando el cielo

 

Cordilleras desesperadas conquistando el cielo
de la asfixia oblonga, nubes locas que suben y bajan,
escaleras, más escaleras, calores faustos que abrazan
luces prisioneras, secreta luna que silba sofocando
laberintos, brazos atados que se besan como una
ronca oreja refrescando la gaita del reflejo pedúnculo,
mientras los semáforos interrogantes parpadean sus
blasfemias encalabrinadas. Dilapido cautela en lentejuelas  
que pecaron en un sombrero burocrático de una pestaña
que navega en un océano de angustia. Una sonrisa de fantasía
matasiete colgada en un alero perdiéndose a un kilómetro
de la mañana sobre el chirriar de las bicicletas bravamente
cercadas por la vida. Y allí estoy, dentro de un balcón
donde una lluvia de piropos indómitos y fieros reviven
pedazos de cadáveres haciendo señales con un cable de
Photoshop.
Ivette Mendoza Fajardo




Extenuada polinización de mi armadura

 

Extenuada polinización de mi armadura resignada;
bramido de consuelo y catálogo rechinante
como el nervio hipotenusa de las vitrinas hidrofóbicas
que en una picadura mordaz descubren una carrusel risible
dentro de la miedosa incredulidad.
Alba insatisfecha que se disuelve en los ojos tuyos
se recrea chamuscada en las nubes del ciempiés.
Escamoteo de cartulina, parranda de la brisa o
espasmo de la espátula de los ríos endiablados,
dan su tacto, danza de naturaleza fenecida,
en el fósforo erróneo de un tiempo agobiado que
petulancia eructó.
 ¿Dónde vamos?
Todo fue construido para que queme
la distancia en su vengativa resistencia, 
gana la vanidad un momento de afecto
pero con permiso a llenar de alegorías eufóricas
los ribetes de tu almohada que construye un camino gris,
vemos árboles de lágrimas con maniobras dudosas
para manipular el embrujo de la foresta de los sueños y
entre cataratas de escudos desilusionados las horas amenas
ya no respiran más.

Ivette Mendoza Fajardo


martes, 16 de marzo de 2021

Ayes de que

 Ayes de que
en los océanos deprimentes
de su insensible trama
y los peces socarrones y asfixiantes
en la eternidad ungida por la oscuridad
o una nube buscando el febril suspiro
o en la pleamar incoherente
y sus errados designios
en el coliseo enajenado de los soles
¿Más lejos?
¿Dónde la luna enloquece en su foresta de nubes?
¿Dónde el alba con su fe comulga
con el esplendor del alma?
¿Dónde las esperanzadas luces de las estrellas
sueltan sus risas intuitivas y nos acogen?
¿Dónde una marea aventurera de arreboles nos lleve
hacia la isla del amor?
¿Dónde después de una borrasca se crea una venidera
Ilusión bañándose en aguas de cristal con los colores del crepúsculo?
Ivette Mendoza Fajardo



Volver a la benevolente tundra

 

Volver a la benevolente tundra.
Los ideales aquellos que rodeara al mundo
íntegramente sobrios. La luz en su clamor.
El pincel receloso del céfiro en el género.
El libro que apaciguara, que saciara la incertidumbre,
La savia del esternón, fatídico, ya subyugado.
La palabra necia ahogando al hombre en la terquedad
de un barranco desanimado.
La emoción irritada, sin antídoto sepultada en la penumbra.
Y ahora eso y más,
El sueño expectante presagiando la libertad del condenado,
transformar su martirio en la risueña expresión
de una gozosa e inocente luna dentro de las borrascas.
Fluir continuamente en el eje exacto del caleidoscopio de la vida,
el frio, tan infernal, que nos hace despertar
aun entre las insulsas piedras
alacranes afanosamente desequilibrando el entorno,
hay que derretir ese ser de escarcha dentro del ser
o dentro de algo que gira nauseabundo y sempiterno
buscando cómo cavar su propia sepultura, rugiendo en el imperio
de la sal.
Ivette Mendoza Fajardo