Sempiterno monumento de soledad recalada
Sempiterno
monumento de soledad recalada
que esparce
la galopada nuclearización de su espejismo.
No hay más que las mancuernillas y sus desvelos recluidos.
¡Anda, anda
guacalote enfurecido!
Entre el jardín
térreo de sus vendavales
y la pértiga de dolor, bandolera del mañana.
Centurión de
Lemurias con jugo de razón
se recrudeció
de su entorno de azahar y plata
en el ciclomotor
de nuestros amortajados sueños
y desvió toda
la literalidad de los cuerpos azorados
durante un semidormido otoño penitente.
Ivette Mendoza Fajardo