Último noctívago de la planicie accidente
Último noctívago de la planicie accidente, demándame.
Crecen horas
en el jardín desguarnecido
y ultrapasó
y parió las puertas de un zapato cocodrilo
que un
malvado de repente alcance a rozar.
La memoria
va ceñida al cuerpo normativo de espetones:
El agente de
parte de la ciencia promiscua equivalente al planeta.
El axioma de
los huesos con tan magro repertorio.
Pizarra
penitente ha soñado
el cruel
Orfeo de las fuentes de amenazas patituertas.
Como carente
de voluntad intrauterino que te ahorcara
hasta el
cansancio, y el mosaico ideal de repente
eres un
puñado de abejas al final de la nostalgia.
He de
canturrear la cápsula de la dulzura bélica:
Hojas
termales apistoladas y ley de pistilo distorsionado.
La paz fue
una guerra de huracanes prietos
en la solapa
del génesis a roca amenazante fiscalizando.
Pomposa,
esta minoría de playas farsantes
se echan a
vuelo los timbres dulcemente
para juntar
mi paso sacrificado a negra luz del eco.
Narices de
los orígenes mixtificados,
graznan
subvenciones diferentes y brota un
árbol de la
sangre decadente en alguna falange nuclear.
Ivette Mendoza Fajardo