Ante la luna cardíaca insomne
Ante la luna
cardíaca insomne
las llagas clarinetes en la piel de la filosofía.
Un tigre
sediento
escapa del
vaho zigzagueante de un beodo.
A mitad del
camino
la torpeza
prohibida amontona
los brazos
agónicos del alba.
Un barranco
prostituido
es la
mandíbula equívoca del siglo.
Ante la luna
cardíaca insomne
la escápula
de los números impares
marca el
vigor de las sábanas oprobiosas
‐siempre el
oprobio y el silencio‐
como maña
despampanante y engomada
se recuestan
en la espalda de nuestros ríos
y nos
abandonan con el esternón de los pantanos
con el magma
del torbellino amortajado
con cables
malabares colgados a la sombra rechinando
siempre cicatriz azul
ante la luna
cardíaca insomne.
Ivette Mendoza Fajardo