Me masajeó un signo lastimoso por la espalda
Me masajeó
un signo lastimoso por la espalda.
La
metonímica contemplación de mi lenta agonía
no se reveló
para soltar el mordisco del encabritado
dolor. Con
un amor indicativo, mis nimiedades
sentimentales
moteaban. De una sintonía de grumoso
verbo, la
duda maravillosa del olvido presiona
ostentaciones
intensas al horadar la noche en los
telares de
la niebla. En un momento de inhibición,
en lecho
mineral de la moralidad, donde soy el
vacío con
silueta blanca y alargada que devora
un camino
que ahora todo borra. Dentro y fuera
de las
casas, desafiaba a la última cámara
impura,
endeble exageraba igual que el preludio
de una gran
cabalgadura. Tu vida puede contentar
los rifles
migratorios. Necesitaré entreabrir las
gangrenadas tardes que curan con el torzal
exacto,
amargos
cuarenta y siete enlaces simultáneos que
cargaban a
tientas la obsesión irresistible.
Ivette Mendoza Fajardo