Labremos el ansia que mece
Labremos el ansia que mece entre las intolerancias del
vacío
y la oportunidad de abrazar lo real, desde el fracaso
musical del
miedo al simulacro del faro bravío en el quicio de mi
caída astral.
Extraigamos los secretos que caminan en nuevas
dimensiones
formados en la elasticidad de la espera y del insomnio mercenario.
Embriagarnos paralelamente de este instante con
destreza
de gacela aunque todo suele sucumbir debajo de mi
sensatez postiza
que se diluye entrechocada en el borde del útero; la
noche va creciendo
con los ojos de los muertos en un salto a otra
galaxia, en un cuerpo único
donde asume solo lo absurdo.
Enigmas brincan por la tierra doliente, se pierden
sobre las aguas…
Había algo distinto, eternizando las ideas del
garabato en una doctrina
del mundo con el hondo terror del anfibio.
Conllevemos el rumor de los sentidos al mismo tiempo
que la noche
embute su erotismo tenebroso.
Hechizadas por el arrebato con su gargantas enfermas,
lámparas en los vagones de la muerte, óxidos comen.
Custodiemos el antiguo fonógrafo de la memoria con
chispitas de saña.
Retengamos las finalidades del párrafo arado en la
simetría de la injuria
caníbal que en un tiempo confesó estar militarizada.
Ivette Mendoza Fajardo