La huella imprecisa
La huella imprecisa
se reclinó
en la rugosidad viril de la pasión.
Se abrieron olas en el cansancio
vidrioso del tiempo
y se hicieron navajas incestuosas
que esponjan los signos del pensamiento
cosquilloso. Hay alondras
que fingen su vuelo eterno
y atrapan sin sonido al futuro hilarante.
No existen lluvias de cejas y pestañas
en la tierra que todo engullen.
Reniega la soledad y la ausencia
en un mundo gatuno calcinado de pescuezos.
Y la muerte es un portal de otoños ebrios.
El alfa deambula en los andenes del omega,
discuten el alto costo de la vida de frutos rugosos
y su sudor mezquino se anuncia en sueños,
brotando precios alarmistas por todos sus costados.
Ivette Mendoza Fajardo