Florece una mandíbula de interrogaciones
Florece
una mandíbula de interrogaciones en la ventana,
y la
pregunta se ha quedado muda en el sabio garfio patuleco
al
hincharse de dolor esta mañana desde su larga travesía,
ahora hasta los puntos se tropiezan en las esquinas rotas.
En el
trapecio de la ausencia llueve mordientes florecillas,
mientras
el espeso humo cornea los dedos de la noche.
El
ayer rellena su barriga de júbilos devoradores,
porque
el disgusto viene enfermo de neuralgia
y
siente un escalofrío de hierro en ese aire malsano.
Ivette Mendoza Fajardo