He atravesado del tropiezo tóxico
He
atravesado del tropiezo tóxico del espejismo
a su
lumbre compasiva;
la
dilatada sombra afónica de los cipreses
que
encolerizan como huellas glorificadas
la
pendiente consumida de una joroba crepuscular.
He
calcinado el nefrítico tormento para diluir
en
tónicas inflexiones, la reuma feroz de los vientos.
¡Oh
arrullo suplicante! Juramentos de la oscuridad,
nadie
te implora,
nadie
guarda las asonadas de un desplegado instante,
avanzamos
consumiendo la sapiencia de los besos
en
las noches.
Celebro
con locura tus caricias peregrinas y suspiradas,
la
aldaba milagrosa contorsionada en tus recelos,
el
mutismo distraído de mis huesos delirantes,
la
lucidez trigonométrica de una señal noctívaga.
Como
enajenadas alas y estrategias de venas vitales,
te
perfilas resignado, cerrando neurasténicos precipicios,
neumonía
de las horas transitan en su ardor profundo
hermético
y medular con el fuego. Toma el siempre
para
metabolizar mis horizontes,
hule
la ternura sin contratiempos, vierte la nada del desvarío,
susúrrale,
ella, es nuestra aspiración soñadora ante la
gastritis
incoherente del desafío.
Ivette Mendoza Fajardo