Historias invencibles que gozan de gratitud
Historias
invencibles que gozan de gratitud,
estimulando
los frutos de las reminiscencias
de
sus clítoris que contrabandean cedros
idomables dentro de sus testas agónicas.
Alegrías
inquisidoras perdidas en el ojo
universal
que desgrana lágrimas con el
egoísmo
descomunal de las deshoras.
Como
maleficios que se inscriben con
leyes
de tic tac maternos y trotamundos.
¡Ah
arde padecer de espanto taciturno!
Gloriosa
hipocresía ya no tiende su
morada
dentro del pecho; es de segunda
mano
su aflicción en la cuerda floja de lo
importante corrosivo como justificando sus
mitologías espectrales
hasta la angustia de un frío
reflejo
carcomido de silencio estéril y absoluto.
La
heroicidad torpe empata con relámpagos
embriagadores
y es afectada por la docilidad
del
tacto, por la parte sangrante y susceptible de
las
cosas.
Ivette Mendoza Fajardo