Related image

jueves, 23 de enero de 2025

Humo a Humo Empinado

 Humo a humo, humo empinado
transformado en amable sonrisa enarbolada—
cenefa de hora indomable, revela
nuestras siluetas blancas, heladas de litigios.
 
Magia herida corta—
una máscara más, neperiana,
se suma al parasol de suicidios.
Lágrima negra, perogrullada
bebo sola de la copa sangrienta, dogmática,
astucia femenina, escarnio de mi sobresalto.
 
Un filtro de calor garabateado—
nacido de una oquedad ilesa,
intimida por primera vez inventada.
 
El lingote de maldad es demasiado mitómano.
Sueños como monturas moribundas,
exigen sombra náutica, claman luz de parabrisa.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 22 de enero de 2025

Barranco Manirroto

 Radiobaliza el aprieto: un barranco manirroto.
Hilador de ciudades sincronizadas, desmotivadas
manivela fanatizada esparcida—sin lógica, motilada—
en el cinemático oscuro polen de techumbre, puntualiza.
 
Bisagras preconizan, torrenteras de diverso conglomerado,
letíficos desechos que hostilizan somas, octagonales
radiobalizar la razón: un muergo imposible, hiere cruel.
Inverna estolón, inflamando catafalcos, palpitan en la catástrofe.
 
Islas, dulce cosecha derramada; investidura,
istmos invertidos, selva sobre las uñas, en cataclismos,
conflictos: salpicados de manumisión, errada en
asaltos que dibujan estrías en la esfera.
 
Estructuras imperiales, emblemas en gomorresinas
se alzan, dominando océanos, armonías,
conflicto—flor mundificativa—como privación, fumante,
restos jeroglíficos, engullidos por su propia fiera cuprosa.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 20 de enero de 2025

Majestad de lo Efímero

 Cima del encanto, lenguas misteriosas:
Sacrificios aéreos, cada clamor alado, reza calmado,
inmediatez suspendida bajo lágrimas celestes,
diluida en la vastedad de algas virginales.
 
Mesnada de impulsos esbeltos, gracia que
de alacridad juvenil flota, inalterada,
en el vacío incoloro saturado;
contraste con su plenitud tangible.
 
El mundo, candor sobre energía glotona:
reflejo discreto en el abismo contrincante,
visiones puras fluyen en cascada. Solo suma,
la voz del resplandor teje verdades sutiles,
mientras su esencia se evade, majestuosa.
 
Dulzura de los cintillos bufos, irreparables:
Buque apóstata con la época olvidada frota,
el desamor cotidiano se desvanece y diserta;
recuerdos, apenas palpables.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 19 de enero de 2025

Siglos Digitiformes

 Un trabuco gráfico púrpura creía ser dueño—
de la falange del cielo policéntrico,
oscilando—
 
Océano de brasas debilitadas, canto de soberanía,
océano de fulgor embravecido, universo en pausa,
océano de eras fantasiosas y siglos eclipsantes—
enmascarados de acetonas, soles de trigo guarnecidos,
folios descoloridos en impulsos que despiertan las cosas.
 
Claridad, desertora del recinto, golpea con la fuerza divulgada,
estornuda cánticos indefendibles; ignora su corona de escarmiento,
se eleva en magma en el techo, dentro de abismos digitiformes
de la noche incandescente.
 
Arterias drenadas al viento jubiloso, de realidades míticas,
parasoleado drenaje láctico con baba lampiña que estruja su simiente.
 
Índice de lamento placentario navega en connubio trágico-cómico,
descarriando las rutas del sentir, un mapa inconcluso de pulsos
y manoplas en motilidad.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 18 de enero de 2025

Espectros del Vacío Libertario

 Hoy, la jornada inmarchitable se viste de un nuevo matiz,
no solo marcada por rutinas gravosas;
luces galantes, electrodos que se deslizan como hojas,
rendidos al azar de un aliento esmeralda
que sopla suavemente desde la luna consentida.
 
Mortero de sangre y vino, pulsando ágil en arterias herniadas,
mientras seres de celuloide en escenarios incitativos
sacrifican espectros empapados por lluvias de neón exhausto,
sanando sus cerebelos lastimados.
Estandartes pedigüeños se dibujan en el cauce de borrascas,
una purificación nívea del verano resuena,
dolores en pellizcos que se filtran a través de cristales,
sin arrepentimientos, sin pautas fijas,
solo el volumen del fardo progresista promete algo,
llevado por un empujón tímido del viento cizañero.
 
¡La claridad pavorosa se desborda con rapidez imprevista!
Plantas sedientas en molleras se apoyan contra el muro,
una hostilidad se desgarra en el vacío libertario,
lo que existe, lo que se persigue de antemano.
La vigilia entusiasta resplandece entonces, brillante como aceite,
un satélite enviciado, emperejilado en transformación, un astro desmenuzado,
y escarchas devoradoras de nieve añeja se deslizan en unísono compás,
navegando en los músculos empíricos de los acueductos,
piel del otoño desueto, como un conducto de plasma denso,
buscando su final en una clavícula consciente.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 17 de enero de 2025

El Festón de la Realidad

 Rompiendo el verso, amplio y cartilaginoso,
verdad centrípeta de labiada consciencia
entre el cartapacio ensombrecido y el festón explicativo,
que se esfuerza por ser noticiosa novedad.
 
¿Mantillas de tristeza cubren el enjambre inventivo
por no encontrar la magnetita descortés?
Aún recortada en la holladura matinal de cada día,
del clamoreo quebradizo que se desordena en
lágrimas alicaídas como cuenco antifonal sin sombra cascarrabias,
 
"Twilight laden with life in macroscopic intervals
of mobile sleep where illusions trot,"
 
¿qué columpia absolutamente el copete desidioso?
Sin retroceder hacia el rubor deshidratado consume
la dicha enronquecida del verso estallado de astros,
¡furibundos sobre el hábitat del verbo!
 
Milenios desgastados floreciendo humosos en el quebranto,
en lo maquinal que corretea en los despojos del marbete.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 16 de enero de 2025

La Noche Monigote

 Sostenme en el brocal amoratado,
del consejo crenado, empobrecido;
alamedas envirotadas, anaqueles
contemplando mi vanagloria ilegible.
Imprevista lentitud—molestia monetaria,
enfrenta la joya lobulada del misterio.
Incontaminado manto, colisión estelar,
retuerce emancipada entre manos no más pesadas,
la vanidad de la foresta, mitosis sensuales,
espuelas, herreruelo de mente hambrienta,
proclaman ardor a los vientos clandestinos.
Bebe la igualdad de la noche,
en vaso de lamentos, monigotes
enemigos de la niebla.
¡Bebe otra vez, noche granulada,
hasta saciarte de frialdad eterna!
 
Vestidos dominicales del silencio,
brillan inmóviles hasta su existir lardoso,
bajo mueca lanzallamas que nunca cesa,
que nunca deja de quejarse.
 
¡Ay, grandeza que corroe el grotesco guardapelo!
Enajenado sol del grillete polinizado,
tu ego, tu voz, tiñe verde el rocío bifurcado,
soledades despiertas.
¡Ay de ti, arraigarte perenne en mundo implacable!
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 15 de enero de 2025

Lienzos Corpulentos

 Lienzos corpulentos sobre la epidermis derrotada:
etéreas lucideces psicométricas prosperan
a lo ancho del esternón desafortunado,
designan con fulgor diatónico las murallas impertérritas,
fantasmagóricas pilastras que delinean el camino
de la empuñadura.
 
Se emularon las sienes escarnecidas,
bajo la escultura de flebitis que las resguarda,
la gamuza sostiene el magullado guiñapo de la hecatombe
en fosas de decimada impresión adormecida.
Cada hilo imprime vértigo en la epidermis,
y en él se emulan los días seculares y la marquesina
de los vientos,
allanando, cual ordenanza, el óvulo de la historia,
pámpanos del escalpelo que dejaron abierta la caja de Pandora.
 
A paso doble, la justicia en cuclillas se desvía del pecado,
dispuesta a absolver perdones oxidados...
las dentelladas tercas y los embrollos de su vida, apretujados,
construyen atajos desdoblados sobre sus espaldas.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 14 de enero de 2025

Guardianes de la Luz y Sombra

 En la litosfera atemporal, ardientes litigios de maderos
entretejen universos paralelos. Un diafragma
captura elípticas veloces, articulando instantes:
cada uno, un mundo de otros mundos, contrahechos...
Busco en los puños de cloroformo, una efusión que adorna
las fachadas del cosmos, ascendiendo como un grillete
hacia la mácula inmaculada.
Procuro no desfigurar el curso en el nervio del muelle,
¿Qué protege el alma bajo un parasol de sombras ilusas?
No detengo el deambular de una pupila gaitera
que silencia palabras, guiando hacia la luz de su senda.
¡Humus sonoro!, guardián del beso magro del concepto:
fecundo beso, oriunda percepción de un ordenador martirizado
que, en la bruma de mi pensamiento, renace, delineando horizontes
como escudos ante la muerte.
Ivette Mendoza Fajardo





domingo, 12 de enero de 2025

Cataratas de Voces

 En confines distantes, esmeralda cincelada, terciada,
torrentes iracundos quebrantan las venas de Managua.
Vocablos en cascada, tumultuosos,
descienden—
forjando espectros en una estampida taurina.
 
Yazgo en esta grieta de fibras entrelazadas, meticulosamente,
alimentando un recuerdo vibrante de cadencias musicales,
envuelto en una penumbra acuosa, fracturada desde su
puerto de resonancias eternas.
 
Luz espectro, visión oculta, precipita hermandad,
desafían la erosión bajo el acontecer ámbar, un exilio verde.
Cardos audaces, desafiantes, proclaman su eternidad.
 
¿Agrupaciones amargas de relatos
vociferan, desafiando la mirada del poeta,
incitándome a avivar la hoguera de la imaginación?
 
El río errante serpentea, memoria torácica,
despojado de mi esencia, libero en oleada,
por caminos adornados con flores de sacuanjoche en llamas.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 11 de enero de 2025

La Sinapsis del Silencio

 Efímero, el cloroformo del pensamiento,
navega entre la sinapsis del silencio y el límite del horizonte,
custodiando y recompensando mis recuerdos.
Mitones vespertinos; comitiva colegial y bufonesca,
que madruga en sombras,
se eleva sobre el asfalto de tu voz enceguecida.
¿Acaso mis ojos se conglomeran al impulso del neurotransmisor?
Ahora, más cerca del espectro maternal de tu mente inquieta,
soy el metal indómito de tus miradas fatigadas, bordando
la profecía amorfa—
ensamblando la electricidad de tu jardín neuronal.
Bajo la constelación que truena a medianoche,
descienden mis labios hacia tu cintura alineada con el viento norte,
para sustraerte, furtivamente, el sueño imperioso
y desenredar tu fatiga en la contienda elíptica...
¡Silencio, cámara en fotogénesis!
Con solo tu elocuencia sagrada, se consuma la rendición,
derramando el amor fluido cuando ya la luz divisible se torna insípida.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 10 de enero de 2025

Silencio Codificado: Ruidos y Espejismos

 Silencio mundano, cárcel de palabras no dichas,
descifrando tu esencia en cifras vulneradas.
Te revelo en la cadencia muda del agua amordazada,
y en la penumbra de una bruma enervada, te descifro,
destilando la amargura púrpura, gota a gota, ruido a ruido,
bajo el leve roce de tus labios, cuarzo y mica.
 
Tu humor, fruto maduro del azar,
electrifica el aire, carga cada partícula de mi ser.
Pasión, nuestra fusión estelar en la vastedad,
pospone las mordidas pétreas; tejamos juntos
la tela de nuestra coexistencia,
mientras un torbellino de ímpetus prístinos nos promete el infinito.
 
Mi espíritu, anclado en la constelación de tu aliento,
captura los ecos de un sol difuminado,
negándose a disolverse en el vacío del olvido.
Tus manos, refugio sagrado, preservan mi esencia,
mientras un nuevo astro brota en la oscuridad,
un destierro silente iluminado por la certeza de tu existencia.
 
En la nebulosa de tu suspiro,
mis alas de ave extraviada hallan descanso,
y en el enlace de tus dedos,
ninguna fuerza, ningún fragmento de cosmos,
podrá desgajarnos.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 4 de enero de 2025

Pentagramas de la Sombra

 Vidrio milanés habita—mi alma perla goyesca, desabrida
—emerge del silencio, ocultándose en los pliegues de la razón,
una gacela coagulada, suaviza los insomnios, industrializados.
Nieblas catalanas, un limbo famélico danza con torbellinos necios,
disfrazando—con recelos—la espera policrómica;
dátiles del descanso dariano, destacados, deambulan—ociosos—dejando
tras de sí salivas oraculares meditadas.
 
Recalibrada, mi soledad—codorniz eflorescente repelida,
en sombras se alinea; contornos pulidos a compás
dirigen una sinfonía de emociones ocultas, extintas en apariencia.
Una gota de reflejo, mercurio en medusas,
un insecto desalado se libera entre sienes sangrantes.
Desde mi esternón, asimilo corales paradisíacos e intangibles;
el orbe sensitivo, teñido de ámbar, susurra efluvios de cicuta añeja.
 
Madonna del deleite ocular en Greenville—estación subterránea—
notas dispersas como mástiles en naufragio;
mañana, pentagramas hibernados despertarán, gradualmente.
Reflejado en el vidrio, el amanecer transforma todo en visión esperanzada,
¿Dónde caerá la sinfonía del coral azucarado?
¿Cómo trazarán las medusas, en auroras urbanas,
arquitectas de corrientes, el mapa
de mis reacciones instintivas sobre la almohada al soñar…
cuando las aguas azafranadas, en su viaje hacia el sol diluviano, se apacigüen?
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 2 de enero de 2025

Lánguidas Ventanas al Pasado

 Montañas escondidas conceden impulsos ocultos,
en abrazos sublimados, herencias líquidas—presidiariamente reveladas,
antiguas creencias bajo máscaras matizadas, invasivas,
tejidas de remembranzas que el viento desplaza.
 
Here, I establish the whispers of the wind,
navigating luminescent oceans within cunning tides.
 
En pabellones marítimos, refugios de mareas astutas,
mi dialecto del aguacero trimestral—exultante,
articula misterios entre pinares del esternón.
Lánguidas ventanas, lienzos que delinean
códices verdes, insurgencias de hojas,
mi voz—escurridiza, busca arcos temporales,
anclados en rocas timoratas, sombras erosionadas.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 29 de diciembre de 2024

Juegos Mentales en el Cine Lunar

 Con amniosis ácida corroída,

desarticulando la platea selecta del simulacro, o
—más crudo— del maíz estallado,
pierna lánguida traspasa el limen del no ser,
como un aracnídeo retórico, epítome del dilettante,
cansancio de viñetas mancas.
 
El enigma corpóreo despliega su paraíso confidencial,
consumiendo a regañadientes el arrebato fílmico
como torre errante proclamando su gambito vanidoso.
Vicisitudes, con irises rebeldes, usurpan el proscenio,
exhumando espectros tejidos por la pulsión matutina del ser,
tiritando, atada a su cárcel perpetua de ferrumbre.
 
¡Insulina lunar se derrama de su mirada glacial!
Hechizada por acertijos arquetípicos y sus maquinaciones mentales,
navega, penetra, ausculta los arcos umbríos,
coreografía de lo nocturno, un guión diluido en onirismos,
similares en esencia a un firmamento fosforescente que venero.
Ivette Mendoza Fajardo




sábado, 28 de diciembre de 2024

El día del letargo interlineado y su spam

 El día del letargo interlineado y su spam
inicia su órbita, descifrando intuitivamente los Windows,
mientras resortes desgastados susurran, laboriosamente,
devorando la riqueza de una burguesía opulenta.
En la letanía del salpullido sacrosanto, una danza
de ondas concéntricas se desborda en espiral, ofreciendo un vislumbre monostrófico.
El sistema entona su tic-tac, eco digital en la vastedad nocturna.
 
"¡Brilliant move, Steve Jobs!", exclamo sorprendida, cuando
las palabras que aún estremecen mi pecho se energizan,
mientras el silencio desvela enigmas sinoviales.
El amanecer de un nuevo año según Pascal,
"Sé que el calendario ha vuelto a tambalearse",
contemplo bajo la presión tenue de un antivirus desvanecido,
el tacto cardinal de su luna usurera.
 
Narradora de este espectáculo digital,
custodio memorias refráctales, emociones de eras pasadas
que generan un idilio monetario.
"Debo sembrar los campos para cosechar un socialismo enraizado", pienso,
mientras la disonancia de un crepúsculo sereno
sustenta nuestras memorias colectivas, marcadas y profundas.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 26 de diciembre de 2024

Curvímetros del Amanecer

 Ascenso jubiloso, entre moléculas de éxtasis, timbrado
amor cifrado en corpiño de decímetros vibrantes,
bajo un séquito que se tiñe de rojo, curvímetro espacial
anuncia la metamorfosis de aves en ninfas celestiales
de un cosmos en perpetua transformación...
Serpefulgores sacrílegos centellean,
entre las manecillas ancestrales que reinventan el luto,
sobre horas coloreadas en la red cósmica cardiopulmonar;
ignorando los votos que exigen ofrendas primitivas.
Danza disonante de albores distorsionados, chiste bronquial
enlazados, irrevocables, dolor crepuscular
que surge al desgarrar la vista de la vastedad que se levanta,
esbozando arácnidos de luz en el velo de circuitos,
donde tacones y tules murmuran vanidades al vacío,
mientras la primera luz desintegra la esencia coral, impulsada en el páramo
de emociones fragmentadas, en coyunturas radiales curvilíneas
dejando atrás el cadalso de una luna desmadejada en su resignación...
"Can you feel the pulse of this digital heart beating through the cosmic web?"
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 25 de diciembre de 2024

Aullidos Mesiánicos y Caricias Samurái

 Fue modulando — aullido mesiánico, caricia samurái,

itinerario fractal de mariposas en espirales de neón,
amplitud de émbolos, cicatrices en fuego virginal— síncopas,
nos desintegra en siluetas de códigos errantes,
un llanto polemista, pixelado;
marchamos hacia naciones no cartografiadas de solsticios fracturados,
en rondas despestañadas — amor encriptado, penitencias difractadas, dolor cuántico.
 
Como Sor Juana Inés de la Cruz, como Dante solían
caminar en el celaje de los páramos:
Inés, poética, sabia y perspicaz; Dante, lleno de enigmas,
bebían el elíxir de sus silencios pendolarios...
"Can we ever outrun the shadows of our own deeds?"
Fue así, improvisando nuestra plegable
perplejidad ante querellas del recatado espacio en gentilezas purificadas,
la expresión puntual de la fuga rebosante en propulsión a chorro,
y el inexplicable beso silogístico que somatiza la espera del légamo machado.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 23 de diciembre de 2024

Desde el Periscopio del Lazarillo: Visiones y Batallas

 Chimango. Los halcones del Lepanto
ondulan sus banderines. Surge una llamarada
de cómica pretensión entre las alas hegelianas
y los hierros nivelados del laúd americano.
La mar latifundista en furia reclama,
devora un espesamiento casual.
Se levantan los soles salmistas, emboquillados,
y las cruces, intransigentemente fanatizadas, desconfían.
El viento dicotómico se ensordece con maldiciones
ante el trueno malsín rojo de las carabinas resignadas.
El Lazarillo de Tormes sostiene el periscopio en sus manos
y, con la resonancia clara de campanas antiguas, va guiando
su manto visionario como si fuera su tercer ojo;
aún de pie, guía el universo pegajoso del amor,
esparciendo su fiero corazón de oro profético.
Serenísimo, contempla las malvas purificadoras.
El carromato falcónido, su actual refugio,
clava con su pico vengador el alma,
atraviesa todo hasta el rauco deber—
la cabeza feroz de ruborosa valentía.
Al frente, en el firmamento, el halcón americano,
con alas gangosas embrolladas en un impulso escueto,
alienta a los cíclopes con ojos níveos de la mañana reciclada
de navíos torpedistas, y advierte continuar en una batalla astrolábica
contra un vacío rebotado en manchas lúgubres.
"As the storm's roar fades, does the cry of the falcon
still resonate with you?"
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 21 de diciembre de 2024

Vestigios del Torrente Seductor

 Algunos mundos muertos ya no imitan:

sus oscuros motivos nos comprimen.
Litigan, entierran sus garras luctuosas,
y se desvanecen, eclipsados de esplendor.
Mis lozanías barnizadas ostentan;
ostentan mis recreos, picarescos, en reticular aprieto.
Se adueñan del torrente seductor,
sellan con torpeza roja los fragmentos del destierro.
Al tanteo, intranquilos, que ascienden por un pretil,
quedan despojados de su esternón;
la señal truculenta se deshace entre sus dedos.
De sus teorías marchitas de falsedades, exudo el veneno
de sus palabras fracturadas, tintadas de ilusionismos góticos.
De sus investiduras discordantes, aquí estoy; de su agilidad, mi ocaso.
Ante la ventana de discordia, con el delfín conciliatorio, se presenta
una vestimenta globular de panda nervuda, y derribo otra ventana de discordia.
Entre párrafos, me imitan las comadrejas del arcoíris;
entre párrafos, mis estertores heladizos avanzan hacia el zócalo imparcial.
De mis despojos sin auxilio radial, relumbran iconográficamente.
Sus palabras mullidas caen como cenizas calientes,
quemando lo que tocan, evocando el tacto y la sensación de mi dolor.
Despojo este jolgorio de carátulas fallidas, como un embrollo anochecido, y aún
más, los dados de mis símbolos corroídos, jadeantes, rebosan.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 17 de diciembre de 2024

Del Olvido al Firmamento Numulítico

 Sea de colágeno la idea elástica de la piedra errática,
sobre la que se puede deducir que no hay estela hilada hacia
lo profano, que es lamedura de olvido sobre el olvido
magro y clandestino.
Para el virgo sueño de lo inútil. Dócil lira, descalza al acecho.
Cobija poliéster sobre el mutismo biogenético. Literatura infiel
en paradigmas dactilográficos. Llegó en la noche ensangrentada.
Borrasca y vehemencia en el tercer ojo. Leve consuelo de una canción
añeja sobre el viento que choca contra las aguas volátiles del alma.
Perlas del poniente que penetran más allá de un corazón inyectable
de fantasías romanas,
y se incrustan en el silencio pitonazo y en la metáfora saltanejosa.
Poema zodiacal de rimas, tipografiado de lágrimas vellosas y vacilantes.
Sé vocero de leves amaneceres. Velocidad del equilibrio, arrepiéntete.
Y en cada época, dadivoso, razona tu ternura. Mírame, quiéreme
hasta incendiar las horas de pamplinas y que no turben los sentidos
solares.
De amar, de amor, el firmamento numulítico perece adolorido
de peligro en hontanar marmolado de irrealidad.
La vida, sin temor a la perpendicular del cielo agujereado de símbolos
enigmáticos, se incendia sin remedio.
"Is there an astral melody in the chaos of eroded memories,
or do we only hear the silence running in our illusions?"
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 16 de diciembre de 2024

Concavidades y Estrafalarios

 Era cóncava la verdad y estrafalaria la mentira.
Un enternecer silencioso entre cabriolas y violín.
La grandilocuencia de una caricia hexagonal.
Un soplido impertinente de la furia gibosa.
Era la mano que hace explotar las palabras, las enmudece,
y nunca obedece al embrollo lexicográfico.
Como de manera pegajosa distrae lo que sucede, sin saber
que en su vanidad acéfala es solo la oficiosidad
de la pena que, al caer al fondo de un barril, huye de sí misma.
Menaje orondo es la melindrosa memoria del ser,
el hálito que platica dulcemente con el papagayo.
Osmosis de agua ósea que dispersa calcio
en polvo y vuelve a ser agua de sarcófago.
Suena una llamarada en falda adormecida y
deja de ser explotadora desusada y cabalgante.
Pero el ojo deseable ignora que la huida es dilación,
y tanta mazmorra de prisa libera la diéresis dentada...
Y no sabe que es la gramática dichosa de una castidad disgustada,
que la luna efusiva del espanto, en un año luz, evapora.

Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 15 de diciembre de 2024

Polen Sináptico

 Heridas deshilachadas en la aurora falcónida de su ser emergen,
como tus mejillas florecientes en un cielo sin anochecer bruno,
repletas de estrellas bífidas, chispeantes entre polen sináptico
dentro de su crujiente y oxidado acontecer.
 
Persistencia feroz que retumba en este instante mío,
como una torcedura piramidal, zumbando con traviesa maldad sin brillo.
Sílfide espacial de susurros subcutáneos,
que se evapora de sí misma, saturada de palabras
susurradas en la dulzura atómica del ocaso, obedeciendo al mandato
de restaurar el equilibrio donde murmuran esplendores ermitaños del ayer.
 
Juegas a tatuar el origen del mundo con el corazón afrodisíaco del hombre,
y la obsesión del cosmos es ese instante envuelto en
melancolías psíquicas de atomicidad compleja,
con las que delinean la vida del garfio golpista: fibras
melódicas y majestosas al servicio de la humanidad
en su istmo histórico, donde resuena un día en la eterna tranquilidad.
 
Anclada en tus arrumacos, presta mi alma a la refriega
casual de tu vuelo aún insatisfecho, vibrando con cada batir.

Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 12 de diciembre de 2024

Pestaña de Luz y Sombra

 Una pestaña de silencio barroco se desliza simultáneamente,
alada y reflexiva en el costado vibrante de rápidas cosquillas.
En los primeros parpadeos, ¿no siente también miedo a la luz? Luego, sonriente,
inocente y esculpida con rostro de versos, ilumina con fervor
una pegajosa geometría donde se posa en la memoria
cinematográfica de arañas sanadoras.
 
Asciende por el sol, el rey de debates resonantes,
desvelando adjetivos despreciados;
en el círculo de la noche tibia y densa,
busca una realidad verbosa e insospechada que, desde su
figura monástica, disuelve su indeciso existir.
 
Pestaña serena, colorida, ¿camina en puntillas hacia qué sueños?
Hacia el rescate de un frío platino,
constante y auténtica, insólita y recordada, ahora
percibe el vigor amortiguado de las almas que, con su frescura,
no provocan la oscuridad desdichada del rencor.
 
Pestaña equilibrada en la era de la perfección, a mil grados
centígrados de su agitación, reclama la perpetuidad multiplicada
de culpas y en las virtudes del sonido meticuloso que alberga
en su pecho, como un adorno enrejado en la mancha fluida del beso,
vacío de penumbras, pronuncia su último discurso de certezas juradas
en las ranuras sutiles de la intransigencia. ¡Oh, pestañas que se transforman
desde adentro para renovar su inspiración poética! Pestaña léxica de sabor único,
¿quién más podría desafiar miedos en la manivela de un beso tan acusador?
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 10 de diciembre de 2024

Encrucijadas de Látex y Latitud

 Sabias, las murallas lactantes cavilan dolorosamente
ante mi memoria oculta, en una visión hazañosa de salvedad.
Cada lado voluble de esta meditación díptera huye de mis manos febriles,
como una distancia sollozada que porta un vano olvido,
fenecido dentro de congojas gelatinosas, sulfúricamente.
 
En el plano de su maquinación modular de ideas, se desvían
de su centro oblongo, circundado por un globo terráqueo de latitud benevolente.
¡Oh, globo neurálgico y nevado! Sufres al lado de tu plateada soledad,
interdental en su leve peso.
"Who marks the hours within that aged sphere of unresolved reality,
burping only reflections?"
Lo que es transparente lo es consigo mismo, como el rostro de una
encrucijada que guía un instinto condenado a observar el relato
imperioso de dudas hormonales en el recreo del látex fracasado.
 
Monociclo de silencio ambiguo y catálogo trimestral del sueño
arquitectónico que recibe al vacío bien congelado de ilusiones
inermes, llora campante, confundido y sonante, blasfemando
la infección contorsionista en el colirio de ayer.
Apatía de cuernos macarrónicos en coquetos malabares
deambula por las calles de ojerosas paciencias y en la lejanía
se pierde para reclamar caminos de pegajosas perseverancias.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 9 de diciembre de 2024

Retrato de un Alma Agolpada

 Nervio segador, oscuro de aflicción, que
observa de improviso el vacío metódico y porfiado;
tú, noctívago, sombreas
entre lingotes de gritos, proyectando tu mansedumbre al infinito,
recibiendo las tempestades brunas y lentas de otras eras.
Y, en tu senectud sórdida de llanto, un miramar de comprensión
ágil, que regresa a contrafuego, te embarca como
un alma de canto agolpada —
controvertida entre magnolias alfabetizadas
de huesos marchitos y salobres.
Seniles, añiles y nocturnas,
agitando la idea demacrada de labios apóstatas,
donde la angustia llueve desde un árbol bilabiado.
¡Ay, serpenteante espuma del placer,
bramas ese instante que se vierte vertical y atareado,
mientras en macabro efecto te deleitas!
Por cada milenio y muchos más, configuras
huecos de clemencia en pesadillas ochavadas de misterios,
jalados hacia el oeste por un corazón destejido cabalgante;
y hoy por hoy,
la cleptomanía de la tarde nómada se remuele en su propia angustia,
¡Ah!, alma de nervio segador, cavilando por esas brechas que consumen
la falacia de tu furia intempestiva.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 7 de diciembre de 2024

Cantos del Mundo Manso

 A manera de tamango sinrazón,
una aventura matinal fatigada silba y gotea
la argumentativa necesidad.
En su alma sedienta, horas claras le anuncian;
en un motivo rencoroso, la niebla de belleza tibia
se rebela, aventurándose a explorar placeres con sabores afligidos.
Las ausencias trabadas por el estallido del asfalto
en el ultramar de días embrollados,
ahuecados, escapan insatisfechos,
y donde el manso mundo termina,
canoro, retrocediendo por dentro de sí mismo,
llenando veredas resonantes con estío hacia la vida.
Rizado, deprisa, adelgazándose en la fuente enemiga,
su fuerza aterida, la sinrazón, dudosa de delirio, es igualmente
acotable.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 2 de diciembre de 2024

Longevidad militarizada, paradójicamente

 Longevidad militarizada, paradójicamente,
parcheando su continuidad en las almohadas del olvido.
Un hongo de tregua, vacío y rígido, bebe sediento los relojes del amor
tras las cortinas del viento, y van resonando
sus escalofríos guturales, axiomáticamente.
Los cueros cabelludos, revestidos de pinos y cedros, en sus recién nacidas
jornadas, perfuman violetas inciertas, esparciendo
las sales del mar como pecados de inocencia virginal y divina.
Las escamas de literatura ancestral enfrentan tempestades
de escarmientos selectivos. Mientras tanto, las venas
de la inmortalidad tropiezan con calma contra la viruta
trascendental de un hollín en cuernos sumisos.
Aún más, la bellota del destino inhala la mixtilínea
melancolía que brama con arrogancia en el frío
de gaviotas desarregladas.
 
¡Allí me detengo, en la ovulación moribunda de horas paganas!
Espumas cetáceas en los dientes del milenio se aman
mutuamente, enfrentándose en las revoluciones del alma
de una tarde comprimida y tardía.
What shadows linger in the whispers of forgotten time?
¡Oh, labios salinos en balas de salva, besad y luego vivid!
Los disfraces de una amistad ancestral; la ionósfera sostiene sus sueños
mientras exhalan espadas de carne y huesos universales.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 28 de noviembre de 2024

El Heliocentrismo Devorado

 De vez en cuando ocurre que un sol caníbal muerde al tiempo

consonántico y lo mastica con un propósito exasperado de ilusión.
Le recuerda que debe poseer su heliocentrismo medieval.
Este cae en un vacío hepático y aletargado de ideas apasionadas
que, por un instante, parece casi sempiterno; por lo tanto,
surgen en sus rayos hambrientos, manecillas láser donde
orbitan amaneceres que han permanecido danzando
en una red de nostalgia y congoja.
Sucede entonces que el sol caníbal,
al no sentirse comprendido,
resurge de su desliz y regurgita el tiempo de nuevo al mundo,
ya hilvanado de paciencia.
Como un reloj herido que resucitan sin previo aviso,
el tiempo retoma sus brújulas, que apuntan al infinito,
y comienza de nuevo una radiante realidad.
Juntos, al darse cuenta de que
un sol hambriento o un tiempo sin permanencia humana
no tienen cabida en esta era de médula digitalizada.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 25 de noviembre de 2024

Vientos Digitales

 Viento motorizado, de humor receloso,
que traspasa las sonrisas panorámicas
y navega sin trabas por su crónica vital sobre
la grandiosidad del tiempo, soldado de sollozos.
En su insondable recorrido,
se lleva los espacios sustantivados y oscuros
de trabalenguas mesiánicas.
Viento terapeuta, torneado de palabras,
que encamina a ese universo digitalizado
hacia su entretenida sanidad.
Viento bicéfalo
que asusta y conserva la bienaventuranza
de las montañas sosegadas.
Es el parpadeo del viento que progresa, sublime,
con el silencio profiláctico
y se profesa en la epidermis de la brisa intelectual.
Viento tecnológico
que repone los píxeles voladores
y acerca las rutas incandescentes a babor.
Viento alfabetizado, ¡caramba!, en castañuela,
crujiente de emoción al fin.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 23 de noviembre de 2024

Traspasar la Puerta Membranosa del Silencio

 Traspasar la puerta membranosa del silencio

y encontrar, al otro lado, el higo enésimo de
una gran orilla de furia habilosa respirando,
hibernado en la caricia albina, llorada
de emoción. ¡Oh mente del deseo blanco,
que espera en vano!
 
Cruzar las cutículas tormentosas del tiempo
y un parpadeo en el túnel satinado de la soledad
junto al taciturno pretérito con su calcomanía
intransigente, haciendo cosquillas por la espalda.
 
Sumergirse en los arrecifes crepusculares del poniente
y arropar esa lágrima incrustada en el velo lunar impaciente,
cómo nos habían ya contado la oscuridad que delira
de un mundo sembrado de elegías malheridas.
¿El pensamiento está en fuga de brazos cruzados?
 
Vislumbrar entonces que todo parapeto de alto vuelo
es aquel diente tristísimo tan oscuro que cala
la perfidia de una llave misteriosa bostezando en su razón,
perfumando en la magia del incendio de mil facetas,
que se accidenta dentro del fracaso del espejo,
mientras hiere el alba
cuando nos llega la frescura de un ardor milenario…
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 19 de noviembre de 2024

Roma en la Claridad Virginal

En la luminosidad arrojada de un cariñoso panda
que reina sutil en el universo de la ternura,
anegas tu esfinge blanquecina en una
transformación perpetua, blanco y negro,
selvático y lunar,
como en un saludo donde puede un yo comulgar,
con una corneta falcada no hay manera de fallar.
Suspiro cibernético, famoso y familiar de azul
pendón, que rueda sobre la geofagia de nereidas
invencibles que cantan a la robótica pleamar.
Son mías las marejadas en acecho sinfonista,
que miden su ritmo ruborizado con tu lengua sensorial;
asechanza de mareas mareadas al azar, disputan mi razón.
Cuerpos frívolos de metal trastornados, que en otra
dimensión se apretujan en las playas cascarrabias del sueño.
En mi plexo solar nace tu poesía carcomida por comejenes:
Roma romana del rango quimérico se disuelve en alquimia
de amor.
Roma asoma, olvidada de sepultura, en llanura aparece.
Roma en tinta rueda en rodaje salvaje.
Roma de claridad virginal al lado de paraíso terrenal.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 17 de noviembre de 2024

Entre Inyectores y Hogueras

 Abarca ahora esas dos imágenes ilustres de razones meritorias:
la una, la soflama prometida en sueños de surcos polifacéticos de ternura labrados por gestos y palabras…
la otra, de dedos temerosos del recuerdo en lavado de cerebros.
Entre la extensión de los teodolitos de uñas cavernarias
y la impasible pigmentación del inyector del miedo oceánico,
el esperanzado poemario aguarda la sísmica cordura que se ajusta
a la vida.
Entre inyectores de manías hormigonadas y ojos de lechuga llevaderos,
entre la motilidad del ayer picado de radioactividad quejosa
y la alejada hoguera eterna del pensar hegeliano,
entre los farallones fallidos que dialogan catatónicamente en su bostezar
y mi apresurada valentía de clonación del halogenado anhelo,
en la mente serpentea con metas terrosas y teatrales.
¡Quejido de sangre utópica del silencio austral!
Concluyente rural del silicato racionalista...
Quejas de jeringa mal sentadas, eternas...
ternura, temeridad de juegos prehomínidos.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 14 de noviembre de 2024

Destinos y Medialunas

 La nada es antropófaga con esa llama crestada e irreal, nacida
en lo longitudinal de verdades inefables de medialunas
ocultas al borde infinitesimal de relámpagos amargos
que buscan emerger en un día neblinoso, saturado de colores,
navegando por los solitarios amores titánicos de lánguidas pupilas
y las sombras más lóbregas del destino ciego.
 
Es quizás una lágrima categórica, oficiosa en su rendición,
que se descompone en una ofuscación nostálgica de
las fieras tempestades. Es un pomelo de luz que irradia
frutos y proyecta cientos de sombras en las grietas del alma.
 
La nada es un mundo sobreabundante de dardos blanquecinos,
de la mente, que se apagan como adormecidos junto al calor
exudado por la vida;
aún sobra espacio, y también símbolos, que revolotean
por los senderos de lenguas muertas.
La nada es la colina del silencio, la trinchera ampulosa, el cáliz del látigo,
donde se inclina la balanza de la sangre y donde todos,
inmersos en ella, nos pesamos ante el mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 12 de noviembre de 2024

Sarcasmos branquiales

 Exploro silencios exactos en los ramales sarcásticos de mi branquial pecho,
como recelosas crines cobijadas bajo un sol implacable, marcando las huellas
inolvidables de horas lustrosas; mientras recorro las clásicas sensaciones
de tu corazón de ceño fruncido y sus gestos libres.
Estoy anocheciendo, agitando el crepúsculo del alba pluvial,
donde en diminutas florestas de satén capitalista se fermenta
la esencia de la verdad relativa a tus damoclianos deseos.
Ayes lumínicos, como la humedad de lamentos tiernos
en arrumacos empapados de lluvia dominical,
son las imágenes locuaces de quien perdió, en el instante
eterno, una melancolía ardiente.
Tras la sombra del círculo, duendes enlosan y escriben
extrañas palabras sobre el astro confuso, digiriendo la muerte.
La sagaz inteligencia del destino es un pez prodigioso, suspendido
en la percha de la luna que orquesta la natalidad del mundo.
Inflexiones paternales del ser infinito surgen
y se dispersan en alfombras voladoras hacia el foso de la vida,
como rastros entorpecidos de la madrugada oblicua y liberal
que empuja un viento privado de espanto.
Marcas de un destino audaz, que saltan
como escarabajos de lo imposible,
y en un solo pestañeo, gobiernan un mundo construido de diamantes,
aferrándose tenazmente a lo blanco, lo negro y lo claroscuro.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 4 de noviembre de 2024

Soles Pugilísticos

 La noche encefálica aprieta las almohadas
del silencio interrogativo,
que indaga dónde yacen las calles
de la muerte.
 
Bajo la madreperla insomne de la meteorología,
una lluvia se goza y se enreda,
bailando sus hastíos.
 
La tarde se desploma, nerviosa como goleta,
y ya nada se puede evitar:
las aguas exudan dolores
cada vez
que un pez somnoliento las hiere.
 
Una lágrima se ahoga
en corrosivas polisemias,
en soles pugilísticos
y leyendas de verbos sangrantes.
 
¿Quién sutura mis heridas,
las que abrió el golpe vanidoso de un sánscrito
requiebro?
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 3 de noviembre de 2024

Birrete del Tiempo

 Me acerco al eje indómito del bien,

recorriendo el perímetro existencial
de la ternura, y el cuerpo desaparece.
Salta una mirada astral hasta lo divino;
el alma pierde sus ojos miopes.
Envuelta al sollozo recamado, el cuchillo era
fiel a lo indiferente, arruga maleable al
birrete de la eternidad.
Atrapo las alhajas del infinito como escamas de vida
inmortal;
me lleva el candil sensorial del tiempo,
asido en la memoria con su pupila de fiebre
axiomática que abanica un querubín.
La puerta de la paz y el veredicto de guerra
se desengañan en la razonada del alba.
Legamos en la epifanía agónica del sueño,
como el firmamento de Van Gogh
donde transito por una hondura intransigente
apoderándose de mi lucidez; los recuerdos
desentrañados en el drama del mundo,
se repite como en una misma escena.
La vida, una pleamar de pasiones, con hilos
carcomidos de tristezas.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 2 de noviembre de 2024

Garúa de Hierro

 ¡Tanto drama, que esto se ha convertido en una angustiosa miel!
Junto al ópalo del aire, donde una vez estuvo, gozoso,
la sayuela de celuloide ahora es un candado triste,
recién forjado, en declive, desveladamente
listo para su uso adecuado en su nueva evolución.
Un cerrojo de razón emocional chispea, indirecto,
a la figura suspirada, en hamacada elocuencia.
De amarillo se vierte sobre el escalofrío azogado de la espalda,
con su estrafalario murmullo de inercia,
con la astucia de un pecho despechado,
de la canilla halagüeña y el pasado vulnerable.
 
Este es el siglo de carbonos atribulados,
de la caoba pulmonar: tan arbitraria,
en el higo del esqueleto, la rastra orillada de oscuridad,
en la dinamita polvorienta de los días.
Enmoheciendo el catre del murciélago, es
el cuchillo amistoso y el egoísmo errante del planeta.
La voluntad ensangrentada, sin miedo, rodeada de sí misma,
y la maldad de la culebra obesa,
tan capciosa como la colmena de rosa lenguado,
con su garúa patibularia y su hierro ciego.
Con la velocidad del hueso demacrado, ya desaparecido,
con su arrebato de gallo desgarbado de pretensiones,
y con su sumisión a cuestas, todo engarza maduro,
circundando las moléculas de lamentos fotograbados.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 1 de noviembre de 2024

Versos de Arcilla y Neón

 Sombra y silencio de maracas de Masaya, estallido sereno,
desvelas mi esencia en el pito susurrante de los vientos jubilosos.
Tu silueta, escrita en versos y música efímera, se desvanece
bajo el parpadeo de neones, narrando leyendas que desafían
la frialdad pulida de tus pasos marcados por tu mente creadora.
 
Alquimista de lo cotidiano, tejedora de luces errantes,
tu recuerdo es un torbellino sacralizado; tus pulsos,
resplandores viscosos entre aperitivos, jocotes y barros fugaces.
Desde tu cálida base de cerámica, dulce al paladar,
derramas la espuma del deleite;
y las visiones azucaradas se disipan como bruma.
Masaya, telar de sutilezas, me consumes bajo
el ritmo ensordecedor de marimbas celestiales, en recovecos
encantados, donde un mar de flores silvestres
abruma mi espíritu terrenal.
¡Oh, clamor de libertad, invocas
el fervor de un sudor que dibuja senderos infinitos!
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 31 de octubre de 2024

Hebra Líquida de Menta y Resina

 La cámara, rugosa, captura la hebra líquida y engalanada de la noche,
manos tan gentiles que alcanzan el cielo romano del querubín.
Mi pecho acuático, noble, abre su coloquio mensajero
como un rechiflar pareado.
Allí, las caricias verdosas de los lazos de Diana y los ribetes en espirales
ondulan inmutablemente la conciencia sellada del trino;
allí, la figura de un suspiro esquivo
erosiona el oropel deslucido de la retina, y el corazón, orillado
por colores serenos, atardece en su canosa nostalgia consumida.
¡Saluda, solemnidad de vasta espesura! La cámara, rugosa,
de la hebra líquida y engalanada de la noche es un sonido
tan bronceado que no expira,
es un helecho pensador y descolorado que triunfa como la alegría,
invadiendo mi entorno con lumbres frías de una frescura divina,
en la colina de este sueño de menta y resina.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 30 de octubre de 2024

Entre Musgo y Agua

Sólo quien se inmola como una ola recibe
nombre de musgo hirsuto de las noches
enceradas de satén.
Percibe contingente, quien abdica del aroma,
su despecho irreal en un eclipse rupestre de góndola
inmarcesible.
¡Existe, insólito desafío!
Y así, repentinamente surge
de los claveles egregios de abril su rejuvenecer que dormita
a tientas porque sabe de qué emergerá
hasta el pináculo de pensamiento hondo de lo que fue.
Y el espíritu edénico que lo mueve hacia delante, desde ese instante,
puede, en la diversidad del olfato que lo hace primavera rosa,
oír el canto de la brisa elocuente brotada
desde las sombras campestres
y observar el océano funámbulo insondable.

Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 28 de octubre de 2024

Labios de Dátiles Flamígeros

 Sus labios, dátiles flamígeros, descansan indefensos
sobre la melanina de los mares.
El azar se desliza en el camaleón de su espalda,
un resquicio del amanecer ignora la próxima estación.
Los nubarrones, de modalidad mitómana tras el vidrio,
se espesan firmemente, mientras sus dedos no logran contener
el temblor de la osamenta de esas carnosidades mágicas,
deleitables como nogales tiernos. Bajo sus pies, palpita el asfalto
y su mirada, lípido energético, se vuelve huidiza, deslizante
al encontrarse.
Dos rojas figuras, fugadas de la cordura atrayente, labios
que unen sombras en el deletreo de un rojo lírico,
con la impronta de un piscis joven,
hasta que el beso nos alcanza: labios de fuego invernal,
de corteza ámbar, de cuarzo húmedo, donde la nada
destila el perdón enrojecido en venas abiertas.
Besos labiales en sueños de tiempos desplumados
se reclinan en el zigzag de la ausencia, como
bordes de fortuna escarlata.
El otoño también tiene surcos púrpuras que decoran,
con sus infinitos tonos, los contornos de armonías bifurcadas.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 27 de octubre de 2024

El Legado del Faisán

 En breves minutos, el faisán truncaba siglos,
seccionando la savia y la raíz del caos versado.
Desconocía la desolación del ave desahuciada,
indiferente al impacto de sus acciones sobre la tierra.
Su reino estaba herido; sus alas, un escenario de pretensiones.
Entrelazaba destinos al desplomarse,
sobrecargado por fantasías y llantos de otras eras.
Extraño su aterrizaje, que empezaba frío,
pero se liberó de su peso, de sus plumas y de su vanidad,
el día que lo sepultaron,
anémico y comedido en su ataúd de pino,
bajo el suelo fértil donde la bonanza florecía.
Ivette Mendoza Fajardo



Linfático crepúsculo

 Brota desde lo hondo,
miel que inunda las cavidades del linfático crepúsculo,
cultiva soledades en el jardín interno del engaño de la cruz.
 
Emerge,
desde la enagua de las miradas,
hasta el vértice donde se disuelven
el aliento y la bruma que impresionan un fusil imperioso.
 
Sabores antiguos se posan en la lengua, como manojos de
amaneceres destilados en tu esencia,
nocturnidades que perduran,
que despiertan en la penumbra del pelirrojo deseo.
 
Los olores que moldeamos en el aire, como todas las
esencias fusionadas en un susurro de guijarros bailarines —
tu presencia, impregnando cada rincón del siempre.
 
Revive,
ardiente y tangible,
en cada poro abierto,
resurgiendo, indeleble.

Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 26 de octubre de 2024

Sinapsis del Presente

 ¿Para qué imaginar redes de futuros compulsivos e ilusorios,
si las sinapsis de hoy nos bañan en impulsos implacables y amanecidos?
Si el entorno abúlico de la aurora es un cóctel neuroquímico que nos corroe,
y cada respiración del fuego del sonido enciende y apaga circuitos,
degradando asombros sin piedad en nuestras conexiones, en los huesos
del oxígeno claustrofóbico, una a una, temblando de miedos.
 
El presente es un raudal de pisadas lentas que se diluyen como
descargas de potenciales de acción en declive,
perdiéndose en un vacío declarativo en el bulbo universal,
de otoños contorsionados, como una señal de palabras extraviadas,
como un desconsuelo venenoso donde nos rendimos
ante el naufragio de impulsos fugaces.
Hoy, el hipotálamo registra nuestras pesadillas con despiadada precisión,
dejando en la corteza una nota de silencio, una pausa de neuronas vivas
que apaga el ánimo, que adormece la acción, revelando
la frágil orquesta de nuestra existencia.
 
Este hoy cae como un goteo de neurotransmisores en la vigilia,
como destellos en la memoria repetida de la apnea del sueño, que afina
mis oídos para sintonizar con el universo oculto de mi ser, o como
la mielina erosionándose en el reflejo de un sedativo del recuerdo.
¿Para qué hablar del mañana, si cada conexión es niebla sobre la almohada
y el futuro solo una red de impulsos sin mapa, una red de neuronas tejiendo
fantasías en la niebla sináptica, hilando los sueños que definen
nuestra travesía humana?
Ivette Mendoza Fajardo