Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
domingo, 14 de julio de 2024
Me asemejo a una gruta de dulzura planetaria
Me asemejo a una gruta de dulzura
planetaria donde
miércoles, 10 de julio de 2024
Resuena el clarín y brama (Poesías, poesías contemporaneas)
Resuena el clarín y brama, brama el clarín
y resuena
su puente de plata vehemente, su
malabarismo entrometido.
¿Cómo el paso inexorable de las eras
sobre el criptograma grandioso de la
tierra, entre luchas
carnales colosales?
¡Todo es grandioso, monumental y
metafórico:
un asentamiento eufórico, abultado,
absurdo,
sombrío y extravagante! ¡Descartes y el
Güegüense titilan en
poesías!
La niebla pícara y piadosa flota sobre las
ciénagas; fluctúan
precoces, adineradas de sentimiento.
Mientras, el cataclismo ideal de los
cachinflines
chilla su rapacidad, borrando el tiempo.
Resuenan
como marionetas entumecidas en un día
nublado,
como mentes geniales en noches del toro
guaco,
como la maraca descachirulada
de los espíritus metiches
en la bacinilla eterna de los zopilotes,
de macanas esféricas, viajeras en la
soledad del macachín.
¿Y los dialectos automáticos, macizos y
trágicos,
que en Tipitapa atrapan tapas de rayuelas
en la maturranga,
como en un escenario de maravillas
titánicas?
En esa vastedad, los embatutados de lo
inconcebible
se entrelazan, creando un tapiz
de chibolas y chimbombas luces, dispersados
en la
impaciencia.
Cada paso en esos caminos es un viaje
a través de lo abombado, donde colgar los
guantes
y dar el ancho es salir de un maíz picado.
¡Come pato! Meter la cuchara
lleva consigo adivinar secretos antiguos,
a sabiendas mientras un cartucho cucurucho
vigila, inconmovible,
la marejada constante de la historia humana
atando las lágrimas al poder del corazón.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 9 de julio de 2024
Supuración de lágrimas brunas y brumas fúnebres
Supuración de lágrimas brunas y brumas
fúnebres solicitando
alegrías; ahora, persistente al tormento,
hambre de lobo
alimentándose del seno ulcerado de la
marimba existencial.
Crezco en los dominios espinosos del
destino, y mi atuendo
es un manto de miseria y mordazas
infantiles, eterno en el
arpegio del viento, tan sencillo al
pelícano inmortal.
Sin embargo, mis cantos, espejismos de lo absurdo dentro de lo absurdo,
sumisos y humildes, aglutinan la esencia de
lo virtual a las páginas portátiles,
en todo el aliento pensante de la estirpe y
el susurro del satén.
¿No es acaso la vida un arpegio de
misterios insondables?
Me erijo como pasarela de perfume
poetizado, por divina concesión,
con partitura desafiante al signo
astrolábico del silencio;
ya que mi jerga orgánica brota de rincones
polvorientos, en angustias
erguida en la madurez del vidrio, en la
melancolía dolarizada de rebaños
terrosos, una tonada en el yugo del
desorden.
¡Cuán vasto es el camposanto de nuestras
ambiciones olvidadas!
Engendrando axiomas desde los vinos
despavoridos del vacío,
y su retórica, acurrucada y vagabunda,
tanto imaginada como atroz,
pianos de constelaciones hilvanan
continuamente nuevos cosmos;
afirmo o refuto triángulos en derrota, y mi
ardor titánico resuena
como una filosofía sin ruedas, inmóvil,
rompiendo el reino obtuso del prejuicio
desértico de dolores de cabeza,
el sombrío poblado clerical de lo cotidiano
que busca su sinfín.
¡Oh dolor, de hacienda San Jacinto, cruel y
constante, cuánto aprendemos de ti!
Sobre el vasto camposanto y los sauces
llorones del Cementerio General de Managua,
decrépitos y pardos del mundo, como si
entonaran
los cantares de la lluvia, melancólicos; la
nostálgica
melodía de los tejados es una caricatura
patética de la bicicleta celestial…
¿Dónde encontrar el silencio en el tumulto
de nuestras propias existencias?
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 8 de julio de 2024
En el crujir de teoremas universales
En el crujir de teoremas universales con la
intensidad del fuego,
los códigos románticos y cósmicos me
gobiernan “a pecho descubierto”,
una casualidad argumentada segregada por la
lluvia impertérrita,
salpicada para resucitar briznas de rumores
solitarios hasta el brocal del pozo,
regentes de mi canto natural y sinfónico
que se despliega en medias palabras,
pero se despliega hacia el más allá de la
lira del espíritu, el instrumento del clamor
en esa vasta beldad subconsciente
“mejorando lo presente”, de armadura sigilosa,
lúgubre y precisa, que dirige mis pasos en
la penumbra lingüística iluminada;
atravieso eras cantando como en un vasto
sueño grotesco, como muñecas del deseo,
mi verdad auténtica, de flexibles y
dolorosos versos dentro del corazón de talquezal,
erizos de silencios robustos en el lomo del
candil para iluminar, por la resonancia
augusta y perfecta, quitando saltos
difíciles de comprender,
la excelsa sinfonía de unánime concordia de
sudores sempiternos de la melodía,
los fenómenos convergen hacia ella, hacia
la ceniza fecundada de amores,
y estas manos aciagas avanzan, sonámbulas,
despejando la mundana recreación—
mi clarividencia persigue los senderos de
lo incorpóreo, iluminada y jubilosa;
todo se convierte en párpados que agolpan,
en el canto en mis huesos con
perfume sentimental de mis días de sosiego.
¿Quién dirige los remos de mis mundos que
se desvarían a contraluz?
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 7 de julio de 2024
Las voces me arrastran, como ríos sonantes
Las voces me arrastran, como ríos sonantes
que invocan mi ser,
sin elección, suman sus ritmos errantes por
senderos del
destino ineludible.
Fatal, como la paradójica tonada de la
noche figurativa,
devoro la vida en cada nota del reino
vegetal, sorbo el éter
de mármoles anarquistas, chorreando
fabulosos pájaros intelectuales.
Me desplazo entre sombras melancólicas y
sueños de colosales
angustias sin motivo, sin razón; ¿sin mi
canto,
soy acaso nada dentro del orden lúgubre de
estrellas?
Un eco vacío en el vasto olvido, emancipado
de voluntades golondrinas.
¡El jardín terso de mis versos monologados
adoquina mi pecho!
En los cipreses de sus epopeyas, ante
cadenas vagabundas,
máscara dinámica de melodías, zarandean mi
alma dentro de batallas
oceánicas.
Incapaz de murmurar verdades mundanas,
solo canto, solo puedo cantar, cantar y cantar
dentro de mis auroras boreales.
¡Ah! Me pierdo en la melopea de violetas marchitas;
no hay más palabras.
¡OH Catedral de León que guías mis
sentidos!
Selvas negras grandiosas moldean mi
existencia en su néctar libertario,
en mis huesos abandonados por acordeones
impertérritos.
¿Como se acongoja lo andado, por
leyendas de resonancias y olvidos?
mientras mi flauta, desconocida en su
propia piedra entusiasmada,
canta a ojos cerrados al viento sus
lamentos de antiguas nebulosas.
Desprecio las aguas mundanas a raudales,
triviales y ojerosas,
bajo el peso de lo prosaico y a
regañadientes, doblego bajo la utopía
de mi almohada.
¿Anhelo la quietud de cosas vivientes como
un árbol que sabe sus deberes?
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 6 de julio de 2024
Reconozco el eco silencioso del abismo
Reconozco el eco silencioso del abismo en
las profundidades,
del enfermo pesimismo y del hambre de la
espalda ulcerante,
de la raíz oscura y gentil que pugna por
brotar desde la boca
de su restricta envergadura.
¿La torre sonora del lamento, polvoreada,
se aleja de su mala suerte?
Reconozco la muerte tembleque y su ñata
infinita, aplastada
sin fuerza ni lozanía.
He sentido el desgarro de la carne y el
alma que piensa y machuca.
Los titanes del capital, invalorable dentro
del aburrimiento,
tenían su bestial lógico, afirmaban sobre
el apéndice de su codicia
mientras acariciaban el vacío de sus
entrañas avivando sus neuronas.
¡Cuando “a lo hecho, pecho” es un camino de
misterios y de trigos!
¡Ay, oro del círculo imperfecto sin
añoranza errante!
Pues la existencia cotidiana está infestada
de insectos de platino;
luna venerable de la afonía de los ojos,
como una sabia trovadora,
luna majestuosa como un corcel, luna
antigua como el aforismo,
luna onírica que evapora las lágrimas
metálicas en campana rota;
visionario, lascivo, carnicero amordazado
de imaginación junto
a su desamparo, valiente y cobarde,
camaradería
degustadora de vinos en las turbinas del
tendón, al extremo del
infinito o hacia su norte, probador de rosquillas
metafísicas de lejanía
andando.
Ivette Mendoza Fajardo
(Ivette Urroz)
viernes, 5 de julio de 2024
Se enrosca el arco tirante del alba entorpecida
Se enrosca el arco tirante del alba entorpecida,
lanzando silabarios alados que no dejan cabos sueltos;
luces ahorcadas danzan con tiburones infantiles.
¡Yo, testigo del alba cosmopolita!,
observo cómo el horizonte se tensa y desata
inviernos de luz carmesí y patas de araña.
¿No ves cómo el cielo mismo se desgarra ante tal esplendor?
Contemplo a los ríos, esos dementes que se estiran,
colgando campanas de noches asustadas
en el ramaje obeso de los cementerios.
Es un plato de gallo pinto con chile Congo:
¡Qué locura de contraste!
Siento, en la caricia de planetas recién nacidos,
el aventón frío que roza su moneda fermentada,
sus mejillas virginales de baldosas aún tibias.
Atrapado, un Gueguense metafísico
se desdobla en la escalera de Narciso;
su desnudez pura se enmohece en el contentamiento
de jóvenes sin prisa, llenos de cacahuates,
como su subconsciente sin abismo.
Nos detenemos, embelesados, ante un nido de víboras
que lanzan preguntas envenenadas al aire;
es el plumaje que carga la ira desde el sol,
y yo, ya sin pensar en el amor, observo.
¡Los cíclopes han dejado de danzar en pelota!
¿Había justicia en la edad del pavo?
Con la lengua fuera, llegué a buscar crepúsculos podridos.
Ivette Mendoza Fajardo
lanzando silabarios alados que no dejan cabos sueltos;
luces ahorcadas danzan con tiburones infantiles.
observo cómo el horizonte se tensa y desata
inviernos de luz carmesí y patas de araña.
¿No ves cómo el cielo mismo se desgarra ante tal esplendor?
colgando campanas de noches asustadas
en el ramaje obeso de los cementerios.
Es un plato de gallo pinto con chile Congo:
¡Qué locura de contraste!
el aventón frío que roza su moneda fermentada,
sus mejillas virginales de baldosas aún tibias.
se desdobla en la escalera de Narciso;
su desnudez pura se enmohece en el contentamiento
de jóvenes sin prisa, llenos de cacahuates,
como su subconsciente sin abismo.
que lanzan preguntas envenenadas al aire;
es el plumaje que carga la ira desde el sol,
y yo, ya sin pensar en el amor, observo.
¡Los cíclopes han dejado de danzar en pelota!
¿Había justicia en la edad del pavo?
Con la lengua fuera, llegué a buscar crepúsculos podridos.
jueves, 4 de julio de 2024
He contemplado la sombra de un loro
He contemplado la sombra de un loro en el
lodazal,
perdido en el laberinto de cabangas y
palabras,
lleno de miedo ante el sendero de
carambolas y de maizal,
y haciéndose el chancho, trágico en su
elocuencia,
echaba verbos que le prometían tanto
cómo le arrebataban su dignidad que yacía
en pirinola.
Con el pico rugiendo, vacío de certezas,
charchaleaba,
vacila, a hurtadillas en cada encrucijada.
Sin más ni más, ¡aja con que este era un
bandido!
¿Lo mismo es punta que pico?, ¿y el
güegüense qué diría?
el loro en la masa de su penumbra bajo la
mirada
de un universo de plumas indiferentes le
preguntaban:
¿Pelón pelado quién te peló?
¡Ni por todo el oro del mundo te acerques a
él!
¡Cuidado con las sombras que engañan!
¡Ay, pero qué majes estos que no ven la
verdad!
Aislado dentro de su jaula y una multitud
que lo ignoraba,
saltando, cantaba, cantaba en una estaca de
indiferencia,
sin dueño que le amparara ni voz que lo
defendiera,
ni un dios ante quien elevar sus plegarias
o rencores,
sus retahílas de locuras.
Avanza por un cosmos lloroso y áspero,
de barrotes grises, llovida por los muertos
y recordaba que existía un mundo
tejido de desprecio, golpes y dentelladas,
pero le decían: ¿Quieres más masa lorito?,
¡Habrá más desdén que reconocimiento!
de montañas desbordadas de ironías,
una odisea de persistencia y desesperanza.
Al alba lo he visto, ¡al pendejo ni Dios lo
quiere!,
¡Qué destino el suyo, marcado por el
olvido!
En cada palabra, un desafío a la quirina,
en cada aliento, un acto de rabia lo dejaba
en pirinola
hasta que la noche de pájaro se cerraba,
inexorable,
y aún en su última voltereta de venado
llena de soledades,
pringaba, picoteaba de sarcasmos…
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 3 de julio de 2024
Enterrados con falanges que observan
De golpes y porrazos, enterrados con
falanges que observan y picados con guarón,
sollozan en las raíces de un momotombo de
exhalaciones
y lienzos de maíz cocido; a veces, se les
pasaba la mano,
imprimiendo los grafiteos de La Modelo
con ardientes estallidos de berrinches
en la presencia oceánica de la mota...
hasta dejar sus ojos como llenos de
ronchas.
¿Hacerlos chingastes?
Al andar por los aguacates,
fijados en las tuzas alastes
de una peineta de desconsuelo,
sus miradas se atollarán como manoepunche
en las espumas de Corn Island,
entre cerrojos de chilates y anhelos de
bejucos
que acarician los velos de la belleza
de ese confín,
en la lejanía acuática, mayate y pinto
oscura...
Sus sienes, como la rencura de un perro
mocho,
más feo que el mal ladrón de Masaya,
galoparán en un mosaico de piedras pómez
desde Piedras Quemadas
y encajes desentejados de eslabones,
donde tormentas de escalinatas hechas de
güirilas
despertarán los pretiles nocturnos.
¿Quedarán como semáforos?
Con un lamento de mañosas despedidas,
¡se pegaron un susto!
En la distancia del Atlántico, en la
distancia perpetua...
Salieron al ruido de los caites,
embarajustadas.
Ivette Mendoza Fajardo
Naciendo torcidos, sin estrellas, los marañistas manantiales
Naciendo torcidos, sin estrellas, los
marañistas manantiales
redefinen los alaridos inexplorados y se
aferran
a llorar y llorar, echándose la vaca dentro
de ellos.
¡No aguantaron el ácido! Andan de brinco en
brinco
sobre las espaldas ocultas de la poesía,
metiendo su
cuchara en esa arrechura sólida de existir,
de cuando en cuando, y a la zumba marumba,
en el chancleteado de piropos diminutos,
armados
no de barro, sino de un olvido rehilado a
leche burra—
¡fuego de maracas consumidas, como polvorón
que susurra
sobre los silencios de quien, con un
hartazgo entre los dedos,
emerge desde el fondo de Tiscapa, sombrío
del espíritu!
¿Acaso es la vida un acto de achichiguar
constante,
a pesar del oscuro cacaste de la noche,
como si todo—como si un chapulín de mala
muerte, como si
gavilanes chirizos en llamaradas iluminaran
las encrucijadas
de nuestras almas con nervios de acero?
¡Pero adelante, ah adelante, guacal del
Toro Guaco!
Has puesto allí, lavando mis senderos
desgastados,
los de siempre, los ya transitados con la
morriña del mundo—
¿Hablarán ellos para desenredar camastros
de dolor
en la desmuelada sonrisa de su tormenta
colevaca?
¡Amanecidos ya con goma, con olor a níspero
fermentado,
se hacen los ñoñecos, alegando tener
calentura de pollo!
Ivette Mendoza Fajardo
Con dichos nicaragüenses
martes, 2 de julio de 2024
Con la blandura de mi alma
Con la blandura de mi alma,
la tristeza erigió su choza de paja y
talalate,
campechanamente
extendiéndose por todos los ángulos de mi
ser
como raíces en la tierra del maíz.
Pero la sombra, ¿no es acaso ella misma una
prisionera?
en un arranque de locura,
en su zozobra, con su mano pachona,
decretó el descalabro, siendo más vieja que
el pinol
acusaba a la tristeza de amelcocharse en
sus dominios con sigilo. ¿Saldrá jodida de
razón?
¿No será este el eterno danzar de antiguas
penas?
Quedando en un quedar, y metiendo su
cuchara
para resolver un bochinche, en un acto
herculino,
nombraron un testigo Masaya, huésped de mi
pecho
quien ya amanecía siempre de luna,
el pobre corazón, en su danza del garañón,
con sus patas para arriba
no pudo pronunciar un dictamen deacachimba.
En su lugar, sin ni más ni más me sentenció
a implorar,
deseando que tristeza y zozobra no cedan su
espacio
a la radiante esperanza, ¡dijo aquí mando
yo
y los tendré a mi lado, eternamente!
¡Oh, mi corazón obstinado, ve para arriba
ve su barriga!
Bulliciosamente desmarimbó cualquier
súplica, jayanamente
como acostumbra meter palos en las ruedas
¿y ahora qué, mete el miedo con no despachurrar su choza de talalate,
si oso hacerme la loca con su chiflado
mandato? ¡Ay de mí!
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 1 de julio de 2024
Besos de fuego
¡Oh, amor, te brindo las tormentas de mis besos de fuego!
Arden delirantes en los rubíes salvajes de mi pasión,
mientras el mundo se convierte en un pañuelo bordado
con los colores vibrantes de mi tiara.
Llora un chigüín, llora hasta desfallecer,
en la lasitud de mis precipicios hambrientos,
donde una garúa despeina los días de vuelos,
transformándolos en malabarismos tejidos con huellas de pinol.
Lágrimas que se vuelven sacuanjoches,
explosiones bajo arcos de madroños en flor,
relámpagos que parten el hielo en el amor,
elixires sin memoria que desgarran el canto de los cenzontles.
Subidas que zarandean el retiro de las abejas,
y un coraje devorado que juega a ser pantomima,
mientras en una Managua desolada,
un corazón de helechos florece en la selva negra.
Ivette Mendoza Fajardo
Arden delirantes en los rubíes salvajes de mi pasión,
mientras el mundo se convierte en un pañuelo bordado
con los colores vibrantes de mi tiara.
en la lasitud de mis precipicios hambrientos,
donde una garúa despeina los días de vuelos,
transformándolos en malabarismos tejidos con huellas de pinol.
explosiones bajo arcos de madroños en flor,
relámpagos que parten el hielo en el amor,
elixires sin memoria que desgarran el canto de los cenzontles.
y un coraje devorado que juega a ser pantomima,
mientras en una Managua desolada,
un corazón de helechos florece en la selva negra.
domingo, 30 de junio de 2024
De un jicarazo se despabiló
De un jicarazo se despabiló
la otra mitad de nuestra existencia
en el ocaso carepalo vespertino,
sin transmutaciones enclenques de ron en
pío quinto
ni milagros de perrerreques ni atolillos en
la penumbra.
Desde la lejanía oímos a las guardatinajas
del reproche,
y la carajada se nos reveló en susurros
pinoleros,
así que le dimos la vuelta a la tortilla
y elegimos amarnos como dos tortolitos,
erigiendo una Asososca de deseos
en el epicentro del Momotombo, nuestra
alcoba.
Dando un quiebro antes del alba,
andábamos a rienda suelta,
jugábamos a la rayuela sumisa infinita,
ofreciendo tamales malhechos como espíritu
de contradicción,
mientras contemplábamos la ciudad desde el
mirador
de Catarina.
Resolvimos enterrar aquellos amarres de
caras asustadas
y brindar con una Toña por nuestro efímero
noviazgo.
Ivette Mendoza Fajardo
Con jerga nicaragüense
Al comal y al pinolillo
Al comal y al pinolillo,
tejedores del júbilo en el cenit de la
marimba,
concebidos al tacto de lo nica,
jeva del crepúsculo en llamarada,
encantadora de tu mirada más tuani,
¡tremenda, tremendísima!
Patebreque peregrino de trancas mudas,
noble canillera de mi ser entotorotado,
ritmo chiflado de alas chambonas,
repentino cacho quemado en el confín.
A todo mamón, sutil habitante de mis días,
te convoco con el descalabro de los justos,
del mandado ilícito,
para comunicarte la fatal vista hacia el
icaco
de ser besuqueada en el aposento cordial
que ha sido tu santuario en mi atarantado
corazón,
y que tus ojos han rechimado de sueños.
A mucha honra, te concedo hasta
mi último aliento de extremo a extremo
—que quede claro—
para acatar esta sentencia chocha,
de poder a poder, arrasaré mi pecho de
charrangachanga,
sin miramientos sabijondos, ¡cada loro en
su
guanacaste!
Sobre esta manta rígida
Sobre esta manta rígida se estrella
la timbuca sinfonía de las olas patulecas;
en la bruma labiosa que besa mi semblante,
se revelan las venas vaciadas
de un madroño desgastado,
el cachimbo de aromas del incienso
bazuquero,
lejos de sus fervores y los plásticos
retumbos
del milenio a borbotones.
A carta cabal, el confundido en su sofocado
retiro,
oscila entre la confianza y la duda de esta
runga, ¿qué nota?
la camellada de los buitres, a plena vista,
las estelas huesudas y vibrantes de su
descosida caballada.
Desenrolla la lengua en tu mente de papel
enloquecida,
desafiando a la arrogancia salina y jayana,
a diestra y siniestra, la sutil farsa de
los océanos
que recogen el ocaso de las trampas
torcidas,
la arrecha rectitud del primer desmadre
anual.
Al intentar caminar sobre el texto
sulfúreo,
descubro, frotando mis pies, joyas
ahuevadas,
lunares enterrados en la arena.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 29 de junio de 2024
Pereque de tierra natal
Pereque de tierra natal, se temblequean
en el travesear de tufos desérticos,
de pulsos amocepados que apelmazan,
azareados,
en las vetas del tiempo.
Bajo la mirada del bochinche,
la neblina andrajosa danza cañanbuca,
desmarimbando el despelote con las macanas
de sueños niquiriches.
En esta ciudad, pipiriciega de trampas,
para rebanar la onda de almas errantes,
se sulibeyan los berrinches de un venado
entre el vulgareo y el vocerrón.
El zopilote de un trueno trompudo, ebrio
de horizontes sin trancas desvanecidos de
tereques,
susurra secretos al viento robacunas.
Esa hechicera mechuda lambisquea un hacha,
desafiante,
para darle un bojazo a la ira dormida
de los peluches terrenales.
¡Oh, qué carambada!
Los cañanbucos, testigos de Masaya de
antiguos ultrajes,
son ahora charamuscas de esta metrópolis
cuya esencia chiflada arde, feroz,
chimando coyundazo como el llanto silente
de la Mocuana.
Bajo el metiche yugo de miradas que todo lo
devoran
dentro del pocillo, nos volvemos a
desencuevar
hacia los enzacatados de acero de la era
moderna.
Hasta el cerco, un jugado de cegua
al asfalto motetero que corre por nuestras
venas rebanó,
palmado donde nuestros ojos deben ser
cuchillos
con tanta pinchería, más pinches que la
opulencia
sobaqueado de la pizpireta tranquilidad.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 27 de junio de 2024
Martirizado, siniestro resquebrajado de amor
Martirizado, siniestro resquebrajado de amor,
una hebra de melancolía se retuerce, aclamando
el silencio de tanta perpendicularidad,
de tanta travesía mortecina,
fotografiando en su pesadez, escuálida,
la opinión de una luz
maravillosa, hospitalaria,
oscura y perenne en una mañana agitada
por paradojas de silbidos y pacas de clemencia.
La humareda calibra un dejo, un esternón roto,
lleno de suspensos, como una telenovela llorona.
Los sufribles vapores chorrean falanges
sobre ladrillos lesionados,
y aquellos vientres al céfiro doliente
visitan en compañía las pupilas juveniles.
Las maquilladas de becerros endulzan fuegos,
arrugas corteses;
la estepa militar de la llamarada.
Ivette Mendoza Fajardo
una hebra de melancolía se retuerce, aclamando
el silencio de tanta perpendicularidad,
de tanta travesía mortecina,
fotografiando en su pesadez, escuálida,
la opinión de una luz
maravillosa, hospitalaria,
oscura y perenne en una mañana agitada
por paradojas de silbidos y pacas de clemencia.
lleno de suspensos, como una telenovela llorona.
Los sufribles vapores chorrean falanges
sobre ladrillos lesionados,
y aquellos vientres al céfiro doliente
visitan en compañía las pupilas juveniles.
Las maquilladas de becerros endulzan fuegos,
arrugas corteses;
la estepa militar de la llamarada.
martes, 25 de junio de 2024
La divina molécula de colosal travesura
La divina molécula de colosal travesura
no permitió que en sus aristas acariciantes
y felices, ningún vicio se ocultara
sin ser desafiado en la quinta resonancia
de su humanismo enhebrado.
Las negras marañas exhalaron sus alientos,
filamentosos, de centrípetas alas
sobre los huesos esparcidos de luna
punteada;
sus pupilas se convirtieron en música
sombría
que repetía: “por el hilo se saca el
ovillo”,
taconeando en arpas huérfanas de un miedo
feroz.
Cien cuervos agrietaron el cielo en una
hidratación
odorífica de tinieblas depiladas de un dolor
insincero,
surcando los estigmas celestiales de absurda
desvalidez.
Escarneciendo los vestigios de lo que fui,
ligué mi esencia al génesis de mi alma
incomprendida. ¡Ah, taimada desmesura!
Ahora, el azogue pregona en el devenir de
los tiempos.
Comercializo sombras y luces desprovistas de
melancolía,
orejas griposas que bailan el tango de la
muerte
en la noche estrellada de versos, en el río
Danubio,
bajo los soplos bucólicos del viento,
en el lecho lexicológico de la polifónica
vida.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 23 de junio de 2024
El ave desobediente que penetró en mi mente
El ave desobediente que penetró en mi
mente,
no hallará escape en cubrecaliz insonoro,
ni siquiera por la melena numérica del
pensamiento.
Sus alas saltanejoso han sido depiladas, su
vuelo truncado.
¿Dónde encontrará su reposo en este
laberinto?
No alcanza vaciedad en manchón imperativo,
¡No habrá retorno expresionista ni
metamorfosis desopilante!
No seremos testigos de un nuevo Pericles.
La idea de una contienda sumergida en la
sapiencia de los clásicos,
del montículo de oro no inquieta mi
descanso nocturno.
¡Qué ironía contemplar la grandeza sin
temor a la derrota!
En el témpano redoblón anida sus sueños en
la cúspide humana,
la cabeza novísima se abate bajo un follaje
de reflexiones intrigantes,
mientras el enjuiciamiento enojón alcanza
su apogeo en el crisol del ser.
El ensamblaje de palabras apologéticas
murmura en tono solemne:
-Apéndice abstracto del manuscrito en la
tentación usurpada de abrojos-
Homero diserta, amarilla la esencia de un
antiguo pasaje de emociones,
sin perturbar mis sueños que se acalambran
al escuchar un dueto de dulzura,
¿Será acaso la eternidad la que dibuja
estos anhelos?
No a la meditación sobre un libro alucinado
y habilidoso al incentivar anhelos.
The disobedient bird
that penetrated my mind
The disobedient bird
that penetrated my mind,
will find no escape in
a soundless chalice cover,
not even through the
numerical mane of thought.
Its fluttering wings
have been plucked; its flight truncated.
Where will it find
rest in this labyrinth?
It doesn’t reach
emptiness in an imperative blot,
There will be no
expressionist return or uproarious metamorphosis!
We will not witness a
new Pericles.
The idea of a struggle
submerged in the wisdom of the classics,
from the golden mound,
does not disturb my nightly rest.
What irony to
contemplate greatness without fear of defeat!
In the rounded ice, it
nests its dreams in the human peak,
the newest head bows
under a foliage of intriguing reflections,
while the irate
judgment reaches
its peak in the
crucible of being.
The assemblage of
apologetic words murmurs in a solemn tone:
-Abstract appendix of
the manuscript in the usurped temptation of thistles-
Homer lectures,
yellowing the essence of an ancient passage of emotions,
without disturbing my
dreams that cramp upon
hearing a duet of
sweetness,
Could it be eternity
that draws these longings?
Not to the meditation
on a hallucinated and
skillful book
encouraging desires.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 22 de junio de 2024
En el lecho de zumo ciclonópata
En el lecho de zumo ciclonópata
de la enfermedad, la espera mana
corazones consumidos que se suman
al notar mi precipitado insomnio,
escuchando su voz cleptómana
de noches enteras.
La mudez cinética es la sombra
venenosa lavando las generaciones
con disfraces perdidos. Me nombra
fría entre dopados crepúsculos,
saboreando los delirios de una muerte
barroca, mezcla de tranquilidad y pena.
Curiosidad incriminatoria, deontológica,
tiene tanto que decirme que tienta
al borde del precipicio, como un eje
depresivo que le pone la soga al cuello.
En el lecho de zumo ciclonópata
de la enfermedad, el ruido de la vida
debilita la melancolía y las flores
de troyanos lamentos, última agonía
de la humanidad maniatada de
resurrecciones verde olivo y
gozo derrumbado.
¡Ah, zarzales de rostros incoherentes!
¿Por qué Edipo muerde lo imposible?
Nací de un rayo de luz de soledad
infinita, moviendo las tinieblas en una
aurora dualista de ensayos y errores.
In the bed of cyclonopath
juice
In the bed of cyclonopath
juice
of sickness, the wait
exudes
consumed hearts that
join
upon noticing my
rushed insomnia,
listening to its
kleptomaniac voice
of entire nights.
The kinetic silence is
the venomous shadow
washing generations
with lost disguises. It names me
cold among drugged
dusks,
savoring the deliriums
of a baroque death,
a mix of tranquility
and sorrow.
Incriminating
curiosity, deontological,
has so much to tell me
that it tempts
at the edge of the
precipice, like a depressive axis
putting the noose
around its neck.
In the bed of cyclonic
juice
of sickness, the noise
of life
weakens melancholy and
the flowers
of Trojan laments, the
last agony
of humanity bound by
olive-green
resurrections and
collapsed joy.
Ah, brambles of
incoherent faces!
Why does Oedipus bite
the impossible?
I was born from a ray
of infinite solitude,
moving the shadows in
a
dualistic dawn of
trials and errors.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 20 de junio de 2024
Estrella abogada como buen samaritana
Estrella abogada
como buen samaritana
que es desaliñada por desliz y por su
contorno,
yo soy la lucha como chivo expiatorio
y solamente cargaba el cuerno de la
abundancia,
no la boca que polariza, miente, ofende,
a mi pulsación electromagnética en el
plasma
de mis días,
y cuando su constante lumínica guarda queda
infrarroja.
¿Quién puede comprender el dolor de mi
lucha eterna?
¡Ay, anestesia factorial de lenguas
entrelazadas!
con el movimiento de palabras textean solas
yo soy el parto de Saturno que cruje el
peso de su luz
cuando afilados bailes arrancan a carne
viva el quinteto
índigo de mi alma.
En la variedad de tus besos de carmín yacen
los espectros
en pie de guerra
agitan sus fuegos en muertes siderales como
un foco ciego
de inflamadas geometrías,
en las muy afortunadas noches de confusión,
el asombro
es un virus de alta acrobacia de turbinas
vaporizadas y se
deja caer sobre el amor en soplos, luego se
engorda hasta morir.
Soy como Penélope, diosa que teje y desteje
la ilusión y la ausencia,
tristeza doy, más ingrata en su cama de
olivo que llora y espera,
aquella locución mágica que implorara el
regreso de Ulises
para una vez besarlo y amarlo en una alcoba
oscura.
¿No es acaso la espera la más cruel de las
penitencias?
Star advocates like a good Samaritan
Star
advocates like a good
Samaritan
that is disheveled by
slip and by her contour,
I am struggling like a scapegoat
and only carried the
horn of plenty,
not the mouth that
polarizes, lies, offends,
to my electromagnetic
pulse in the plasma
of my days,
and when its constant
luminescence remains infrared.
Who can understand the
pain of my eternal struggle?
Oh, factorial
anesthesia of intertwined tongues!
with the movement of words,
the text alone
I am the birth of
Saturn that creaks under the weight of its light
when sharp dances tear
at the indigo quintet
of my soul.
In the variety of your
carmine kisses lie the specters
ready for war
stirring their fires
in sidereal deaths like a blind spotlight
of inflamed
geometries,
in the very fortunate
nights of confusion, astonishment
is a high acrobatics
virus of vaporized turbines and it
falls upon love in
breaths, then fattens until it dies.
I am like Penelope, the
goddess who weaves and unweaves illusion and absence,
I give sorrow, more
ungrateful in her olive bed that cries and waits,
that magical speech
implored the return of Ulysses
to once kiss and love
him in a dark chamber.
Is not waiting for the
cruelest of penances?
Ivette Mendoza Fajardo
Al pie de la letra guían nuestros santuarios
Al pie de la letra guían nuestros
santuarios
que habitan el edén de escamas flotantes:
Como profundo y diáfano su lente divergente
en la concavidad de sus animosidades que
dejan los monocromáticos ósculos de espumas
etéreas
y es el estremecimiento de espasmos
ancestrales
que escarban mis sienes en su punto de
rocío.
¡Qué magnificencia encierra nuestro edén de
escamas flotantes!
Ahora la llama es apenas un roce dicho y
hecho
en la sinuosidad del tiempo ante su onda
oscilatoria,
sobre un trecho recorrido en algas que
duermen,
como un lirón junto a sus calideces y
remembranzas.
Nos guía el edén y echa a rodar sus azules
armaduras
ungido de esencias echando raíces de
salamandra y nereidas;
de tatuadas dermis de arcángeles inermes,
de serafines que
van dejando un hálito de frutos pecaminosos
dejando así
las venideras estrellas de serenidad en la
memoria.
¿Quién puede negar la guía profunda de
nuestros santuarios?
To the letter, our
sanctuaries guide us
To the letter, our
sanctuaries guide us
that inhabit the Eden
of floating scales:
As deep and diaphanous
as their divergent lens
in the concavity of
their animosities that
leave the
monochromatic kisses of ethereal foams
and it is the shudder
of ancestral spasms
that scrape my temples
at their dew point.
What magnificence our
Eden of floating scales holds!
Now the flame is
merely a touch, said and done
in the sinuosity of
time before its oscillatory wave,
over a stretch
traveled in sleeping algae,
like a dormouse next
to its warmth and remembrances.
The Eden guides us and
sets its blue armor
rolling
anointed with essences
rooting salamanders and nereids;
of tattooed skins of
defenseless archangels, of seraphim that
leave a breath of
sinful fruits thus leaving
the coming stars of
serenity in memory.
Who can deny the
profound guidance of our sanctuaries?
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 19 de junio de 2024
A buen recaudo, el umbral sereno
A buen recaudo, el umbral sereno
grita a corazón abierto sus gentilezas
y llega sutil y dulce a su vejez de
varicelas.
Ni materia contradicha ni alma a sangre
fría.
Portaba la inclinación cleptómana de un
navío,
doblemente ciego, y una luz de alba de
inercia neuroléptica.
No era cadencia de prejuicio semántico, ni
melodía
de sugestión naciente, ni color tangible de
superegos.
¿Qué sentido tiene esta danza? ¿Por qué el
corazón se esconde?
El corazón, a todo trance juega, pero
narrar no podría,
porque no tiene forma al abrir su mano,
ni sus picos en sus ejes carcelarios, ni en
forma contiene
un tiempo en cuestión.
¡Oh, maravilla de las sombras! ¡Qué inmensa
la casualidad!
Lengua, arcilla mortal de hipnotismo
inicial,
cincel torpe de subjetividad suicida que
abarca
el requiebro puro del concepto chamánico
en esta plasticidad simbiótica de mi unión
alámbrica.
Entona suavemente, humildemente,
la alucinación, la sombra, la casualidad
que se adorna
con garras mitológicas,
mientras me llena el alma entera de sus
lobotomías
circunspectas y plenas.
Safely, the serene threshold
Safely, the serene
threshold
cries out its
gentleness with an open heart
and arrives subtle and
sweet to its age of chickenpox.
Neither contradicted
matter nor cold-blooded soul.
It bore the
kleptomaniac inclination of a ship,
doubly blind, and a
dawn light of neuroleptic inertia.
It was not the cadence
of semantic prejudice, nor melody
of nascent suggestion,
nor the tangible color of superegos.
What sense does this
dance make? Why does the heart hide?
The heart, at all
costs, plays, but could not narrate,
because it has no
shape when it opens its hand,
nor its peaks in its
carceral axes, nor does it contain
a time in question.
Oh, wonder of the
shadows! How immense the coincidence!
Tongue, mortal clay of
initial hypnosis,
clumsy chisel of
suicidal subjectivity that encompasses
the pure break of the
shamanic concept
in this symbiotic
plasticity of my wired union.
Softly, humbly
intones,
the hallucination, the
shadow, the coincidence adorned
with mythological
claws,
while it fills my
entire soul with its circumspect
and full lobotomies.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 16 de junio de 2024
Desde el confín y a contratiempo inerte de la razón
Desde el confín y a contratiempo inerte de
la razón, surge
una voz esquiva con cara y cruz que repica
desde una gruta oscura, braceando en el
aire, como Dios manda,
posándose en la melancolía como un soplo
divino de presagios,
hendiendo la penumbra que se encoge de los
hombros por lo gris
de los atardeceres.
Muestra los dientes en un torbellino de
aves donde
se encuentra la melodía entrando en la
materia casual de la astucia;
el vértigo indómito de mi garganta escupe
al cielo, y Sócrates
divaga, conjetura, encumbra, enaltece
la arquitectura del baladro, la precisión
del alma débil
del sonido insaciable.
En la distancia, Platón, en la cuadratura
del círculo, asciende y
asciende por el alba a la hoguera de los
atlantes,
vigorizando el cauce de la madre del
cordero,
como si un tsunami apocalíptico
recorriera la manzana de la discordia de la
memoria,
desenrollando el velo del tabú secular de
la historia.
Aquí está la alienación astrolábica de la
tristeza,
midiendo la perpendicular de la noche, su
medida indescifrable,
y en la otra cara de la moneda sus destinos
ocultos, mientras
la duda despilfarra sus pretextos.
¿No es acaso Anaxímenes de Mileto quien
cruza el borde
del infinito,
sino una dulce idea que la parálisis del
sueño no captó,
varada en la panacea del mundo que, pese a
todo, sigue
perdiéndose en el vacío,
mientras su plataforma etérea se atrinchera
entre las piedras
de la muerte y su substancia emocional?
From the edge and
inert counter time of reason
From the edge and
inert counter time of reason emerges
a fickle voice with
heads and tails that rings out
from a dark cave,
thrashing in the air, as God commands,
settling into
melancholy like a divine breath of omens,
cleaving the twilight
that shrugs off the gray
of the sunsets.
It bares its teeth in
a whirlwind of birds where
the melody is found
entering the casual matter of cunning;
the untamed vertigo of
my throat spits at the sky and Socrates
wanders, conjectures,
rises, exalts
the architecture of
the outcry, the precision of the weak soul
of the insatiable
sound.
In the distance,
Plato, in the squaring of the circle, ascends and
ascends through the
dawn to the pyre of the Atlanteans,
invigorating the flow
of the mother of the lamb,
as if an apocalyptic
tsunami
traversed the apple of
discord in memory,
unrolling the veil of
the secular taboo of history.
Here is the astrolabe
alienation of sadness,
measuring the
perpendicular of the night, its indecipherable measure,
and on the other side
of the coin, its hidden fates, while
doubt squanders its
pretexts.
Is it not Anaximenes
of Miletus who crosses the edge
of the infinite,
but a sweet idea that
the paralysis of sleep did not capture,
stranded on the
panacea of the world that, despite everything, continues
to get lost in the
void,
while its ethereal
platform entrenches itself among the stones
of death and its
emotional substance?
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 15 de junio de 2024
Clausuradas las justificaciones
Clausuradas las justificaciones, pues, los
ojos alientan
sobre el esmeralda ahuecada increpadamente
de la tierra -lámina lamida, motivación
virginal
que despliega sanatorio sabueso de tardanza
gentil
substrayendo su angustioso cojín contra tus
sienes-,
el elixir prodigioso que brotaran toga
ritual anuentemente,
también del edén te ha extrañado la
parálisis del sueño.
¡Ah, calamitosa profecía de soledad
atrincherada!
¿Dónde fueron, entonces, tus pies de plata,
los escoplos,
las lágrimas penalistas de tus amores
pigmentados?
Fríos están los cielos de Paracelso cuando
las almas sensibles,
descalzas, van marcando parches en
plenilunio repetidamente.
¡Oh, qué maldición oculta tras cada astro
en fuga!
Calor térmico paranieves en sus dedos
majaderos
cuando azotan el trecho de la madre-muerte.
Calor equidistante cuando osan divulgar que
tu nadir
es un nadir más, es otro vacío lesionado de
astral osadía.
Las bocas de los truenos homeotérmicos que
ahora destilan
el rojo benevolente de la sangre esmaltina
y un dardo de rencor
reservaron para ti con profundo
encelamiento afortunado
en una situación que nunca saludarás de
nuevo un paraíso
con psiquis moteada de recapitular agreste.
¿Qué destino prorroga en el quicio de tal tenebrosidad?
Locked away justifications
Locked away
justifications, then, the eyes encourage
over the deeply
hollowed emerald
of the earth-licked
sheet, virginal motivation
that unfolds a
watchdog sanatorium of gentle delay
subtracting its
anguished cushion against your temples-,
the prodigious elixir
that sprang forth ritual toga solemnly,
also, Eden has missed
the paralysis of sleep.
Ah, the calamitous
prophecy of entrenched solitude!
Where then went your
silver feet, the chisels,
the legal tears of
your colored loves?
Cold are the skies of
Paracelsus when sensitive souls,
barefoot, repeatedly
mark patches under a full moon.
Oh, what curse hides
behind each fleeing star!
Thermal warmth like
snow on their coarse fingers
when they lash the
stretch of mother's death.
Equidistant warmth
when they dare to reveal that your nadir
is just another nadir,
another void injured by astral audacity.
The mouths of the
homeothermic thunders that now distill
the benevolent red of
enamel blood and a dart of resentment
reserved for you with
profound, fortunate jealousy
in a situation where
you will never again greet a paradise
with a psyche mottled
from rough recapitulation.
What fate prolongs in
the hinge of such darkness?
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 12 de junio de 2024
Un atril de insomnio erra intranquilo
Un atril de insomnio erra intranquilo, y es
una calistenia
sonrosada de ojos de miel que toca el
clarín del tiempo
¡desbalanceando el dialecto de sus malhechores
noctámbulos!
Son cuatro, y en el epicentro de su
desmejorada atención,
una armonía de exhalaciones ahumadas de
catetos índigos,
surcando los restos del mutismo de mañas cabalísticas,
entre sabores furtivos de indolencia y
somnolientos atardeceres
que atragantan los últimos y vanos suspiros
de mi mente desabrigada
de sueños escolásticos y vagabundos de
misiones temperamentales.
¡Y rotan, todo rota, todo se bambolea al
estruendo de salamandras
de almas sensibles y conciencias
despiertas!
La devoción, un susurro de ninfas virtuales
y son la espera de la vida
o quizás la fatiga teatral del encuentro y
el tedio de su macula casual,
los distancian, saborea lentamente su
entorno, como raquítico espaviento
agasajando ideales de doncellas cantoras
que atizan y
desparraman universos de sedas y tafetanes,
risueños de dolor.
¿Será que carecen las horas, en días
interminables de templanza?
¿O quizás les atribuyen distancia en el
tiempo de un futurístico Big Ban
que ve el brote de mis versos dentro de mis
entrañas?
¿Qué explicaría Aristóteles de nuestra
errante búsqueda de sentido?
¿Por qué el universo nos deja en esta danza
de perplejidad y deseo?
A lectern of insomnia
wanders restlessly
A lectern of insomnia
wanders restlessly, and it is calisthenics
rosy with honeyed eyes
that play the clarion of time
unbalancing the
dialect of its nocturnal wrongdoers!
There are four and at
the epicenter of their deteriorated attention,
a harmony of smoky
exhalations of indigo angles,
traversing the
remnants of the muteness of cabalistic tricks,
among furtive flavors
of indolence and sleepy sunsets
that choke the last
and vain sighs of my unprotected mind
of scholastic dreams
and vagabonds of temperamental missions.
And they rotate,
everything rotates, everything
sways to the roar of
salamanders
of sensitive souls and
awakened consciences!
Devotion, a whisper of
virtual nymphs
and they are the
waiting for life
or perhaps the
theatrical fatigue
of the encounter and
the tedium of its casual stain,
distancing them,
slowly savoring their surroundings, like a rickety fright
entertaining ideas of
singing maidens who stoke and
scatter universes of
silks and cheerful taffetas of pain.
Could it be that they
lack the hours, in endless days of temperance?
Or perhaps they
attribute distance to the time of a futuristic Big Bang
Does that see the
sprouting of my verses within my entrails?
What would Aristotle
explain about our errant search for meaning?
Why does the universe
leave us in this dance of perplexity and desire?
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 9 de junio de 2024
La epidermis púrpura
¿Por qué la epidermis púrpura del manto
rebosante
no envuelve el Partenón estrellado de mis
reliquias
benevolentemente?
Mis huesos calcáreos cercenados de vientos
clandestinos,
su gis aún firme en lontananza
circularmente hacia la
alienación de una brújula mamífera.
¿por qué ante manos insaciables se
derriban islas en las entrañas?
¿por qué ante semblantes marmotas se
desvanecen
en el furor letárgico de sus pensamientos
de junio endiosado?
¡Monarquía soberana de retornos cerebrales!
con el perdón de zurcir incomprensiblemente
en la penumbra de mi templo sombrío
arrebujado
de briza seminal, y ahora su incomprensión
de nudo
dantesco cabalgando en nombre de Don
Quijote de
La Mancha, hasta la desnuda distracción
incidental al,
boceto indefenso de perturbaciones
amaestradas.
¡Oh derrotas narcisistas cayendo en el
torso parvulario!
¿Qué más quieres vestir mi alma con el
plumaje
moribundo del mundo hasta agotarla
insaciable
de sus noches oscuras de blanco desamor?
The purple epidermis
Why does the purple
epidermis of the overflowing mantle
not benevolently
enclose the starry Parthenon of my relics?
My calciferous bones,
severed by clandestine winds,
their chalk still firm
in the distance, circularly towards
the alienation of a
mammalian compass.
Why do insatiable
hands
collapse islands in
the entrails?
Why do marmot-like
faces vanish
in the lethargic fury
of their
deified June thoughts?
Sovereign monarchy of
cerebral returns!
with the forgiveness
of incomprehensibly mending
in the shadow of my
darkened temple cloaked
in the seminal breeze,
and now its knotty incomprehension
riding in the name of
Don Quixote de La Mancha,
to the naked
incidental distraction,
the defenseless sketch
of tamed disturbances.
Oh, narcissistic
defeats falling on the nursery torso!
What more do you want
to dress my soul with the dying
the plumage of the
world until it is insatiably exhausted
by its dark nights of
white lovelessness?
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 1 de junio de 2024
Bajo la fragancia del pensamiento filosófico