Aturdido con alas, balancea el silencio
En su galvanizado
borde impreciso
Como abalizar la esencia
del espíritu
Que de partículas, va llegando dactilado
Hablante eclipse inmóvil
edulcorado
Y sosegado,
desafía negrura de la vida
En la cúspide cóncava
del lúcido brío
Salta el vértigo de reñir,
embravecido
En el piélago segando
el alba salvadora
Enzarzando su ímpetu
y ofuscación;
Doblegándola al virgo de sus garabatos
¡Oh ademán que
abrazó un cielo negro!
Vaivén de la historia, desafiante arrebato.
Ivette Mendoza