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domingo, 20 de septiembre de 2020

Lo que raptó mellizo


Lo que raptó mellizo de los ojos de panes aristados,
coleccionan tigres con garras de zopilote ultramontano.
Daría yo que puebla el diablo jorobado de cebras cortoplacistas
a la diestra de hímenes poéticos.
En bancarrota queda
la torre de babel que rastreó papel puntiagudo sobre
las pupilas de la falsedad llorando amén como mi único
temor cartográfico que beatificó Káiser vitamínico.
 
Me enamoré de la muerte de Lázaro que resucitó
dentro de las mandolinas por atardeceres con sabor
a cigarros chungos.
Vientos de la felicidad infelices añadidos
a la bendición de los murciélagos centrifugados como
astillas haciendo su voluntad para ser el revuelo de los cirios
ante la piñata de los cartujos que beben de los espejismos
mientras la astuta caballeriza  era anexa al periódico
de la infidelidad.
Saltan los días agresivos, viven chambones del destierro.
Marcan tus pasos indeliberadamente, corre indefenso
el cuervo vistiendo su traje de caracolas en un parto
de melodías, gimen mis manos lunas con bastón
del emperador como del teorema del Mar Muerto.
 
Así quiso el veneno de la medusa, así amansé al
dragón jarocho paleolítico de las orejas, respingón
de la mollera, resignación pétrea y saltarina amor y
tributo del trompón dentro de la palanca radioactiva.

Ivette Mendoza