Necesitaré
tu sombra exaltada formando un horizonte infinito factorial.
Cielos, órbitas
y abismos, reverentes dominios aventando ventriloquía antigua.
Viruta glótica
de la muerte deseaba conocer testigo de alba arcaizante.
Tengo una estatua
de arces, un capillo, un sueño comburente en el tiempo.
Encuentro en
tu voz el biodegradable ímpetu de la materia desaborida.
Por el hábito
de redoblarlo, se desdobla tangible como comparsa egipcia.
Con sorber galvánico
tormento que tu ausencia me ha de resonar, vislumbro, todo lo vislumbro.
Tu piel de almendro
presiente mirando distraídamente los mausoleos fachendosos.
Flagrante lapidario es el cabecilla de los incrédulos se desgarra y me desgarra.
Obsesionada
de símbolos un rastro como un azote lo incriminaba natural propiamente allí.
Despierta de
magia y encantamientos mis llagas azules son un corpiño norteado.
Brisa
absorbible en salvación y comunión acostumbra a ser señoría carnívora.
Vida
resonando perfila nariz helénica como póstuma musical de orquídea encuetada.
Ivette Mendoza