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martes, 8 de septiembre de 2020

En perlas cristalinas


En perlas cristalinas en su centro se coloca
La vacilación y los matices ya sin ira van
Campantes entre pixeles en su sacro solio
Inmortal de su fructuosa templanza nueva.

Yo confiaba en un secreto a una almohada
Itálica de cara al mar, como la sangre en 
Marea alta donde prende su goce la espesura
Hasta el crujir del huracán que tristemente
Compraba su consuelo higrométrico.

Urge el vivir siempre convocado, ¿Por mí?
Que mi razón comprenda y sienta pues
Mi interior es agua mitológica, fibra o barro
Indemne viviendo el perspicaz olvido.

Fui esperando el dolor minúsculo y la dicha diminuta
En la anamorfosis que cargamos con la voz ominosa los
Ojos verdes de follajes, amor de pena que mientras
Su delicia era la ternura las noches eran sin fulgor.

Que hice del dolor una costumbre en primavera
Con doce fragmentos fusiformes de verdad ardiendo
Resinosamente.

En la niebla aprisionando el alma de la noche se
Deshojó un sonido desgarrado que mi corazón
Reconocía como su armadura y su encanto de recelo
Para oscurecer la luz azul del rabillo del conejo.
Ivette Mendoza