La
camelia vive cerca de su fragancia instintiva en su lenguaje himnario
Y luce tan inquieta en su natividad vacía y
olvidada de su rito hechizo.
La idea fugaz que vive en los verdes leucocitos
pincela por la senda
Del espíritu como su cabello de la noche helada
y sus pétalos sin raíces
Como si cabalgara sobre la brisa hacia el nadir
para encontrar su
Manantial de sueños al momento de ventilar su
ropaje sucio.
Y el espantapájaros cómico de su carcajada
subyugada que lamia sus perfumes
Ella creció sin comprender el análisis obsesivo
de su polen, el nenúfar fétido
Que llevó a su antojo a morir ante la rueda de
viejas pitonisas que presagiaban
Y decían- ¡Camelias, camelias de las penumbras
fangosas!-
Dame el golpe exacto en la mollera del tiempo
contra los labios picoteados,
Labios picoteados contra el golpe exacto, golpe
contra labios
Falsificadora de la esperanza que himeneo
tormento porque no era camelia
Sino pantera flemática al besar, fiera en el
reino de la intolerancia.
Fiera mil veces fiera, camelia deja de jugar en
la bestialidad de mi alma.
Fiera mil veces fiera, déjame aullar en el
bosque de tu incesante lluvia gris.
Fiera mil veces fiera, quiero llorar tu perfume
mortecino, quiero fiera acabar
Ahogada en la boca del tigre, quiero ungirme de
arañas en sales petrificadas quiero…
¡Oh camelia déjame perderme en tu sutil y
tierna mirada con tus ojos de candor!
Ivette Mendoza