Mañanear en gomorresina para mi
alma mundificada
Pagar la eterna deuda; la novena
de harapos mortificados
Se somete cuando callas al fauno
delator que dejó sus
Plumas atávicas en un pozo ciego.
Todos restriegan la herida
supurante del crucigrama en la mano,
Pégale, dale duro en un acto de Sodoma
y Gomorra.
Busco un ambientador para la iniciación
de la próxima barcada,
Colgando un aviso barroco ojeroso
quedó Orión de su fantasmada.
Gritos que se deslizan en la arena del mar tanto como en el Sahara,
Van viajando en el espectro de mi paciencia
hemoglobinada.
Desolación de talismanes que
quedaron mutilados ante el
Dolor de una esfera trazadora de
piel sensible y desvelo.
El disfraz de la fisura
enervando cuchillos baristas no
Entendió la señal del café perverso
que se derramó en
Las tinieblas.
Encarcelado cabracho escamado en
cerrazón, costilla
Y cólico coagulante demanda
desenrollar escultura
Estalagmita.
Ivette Mendoza