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viernes, 27 de junio de 2025

La sintaxis del relámpago

Habrá de ser el vértigo de la distancia infantil
que recuerda el anonimato en el espejismo
ambiguo.
Cada lluvia de senos tiene su festejo
y modifica al ordenador con sus múltiples arrugas.
Cada relámpago vierte su sintaxis de amor;
una mirada con zapatos rotos crepita en
la trampa que se corona reina en el vacío,
sin incendiar aromas de oídos ermitaños.
A veces, el parlante se asfixia por las calles.
 
Serán abandonos prestados que mueren de repente
en el cementerio del útero, bajo la lápida del pecado
virginal;
de ese confuso ideal que lo heló en sus clavículas,
al que cuelga mundos en el borde del peligro
y del tiempo que sopesa la nariz de las balanzas.
 
Hoy, moratones de viento telequinéticos
y constelación de mi boca,
que se escapa al brindis de un vaso de leche,
se refugian en consignas y telones
que se alzan en utopías cifradas por los siglos.
Son artificios de muebles carcomidos,
libretas de lumbres del relieve,
alarmas desmesuradas en ruina.
¡Flema del ojo en la burguesía alada!
Ivette Mendoza Fajardo