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sábado, 7 de junio de 2025

Bajo la torre de marfil

Bajo la torre de marfil que da lumbre a esta hora,
siento el alborozo ardiente de este amor que me devora.

Hondas palabras giran en el verso de la penumbra,
se agita una ausencia fría, gélida como mi sudor,
y las cornisas furiosas queman con ego derretido.
En ese pensamiento boreal, bailamos sin miedo,
sin acecho, sin la agonía de flotar en llanto abierto.
Así danzamos, todos helados, en la sorpresa de sus párpados,
como si el frío pagara el precio del milagro.

Remo, sola, en la calima que tus labios arrojan,
remando lento en la marea indomable de mi aflicción.
Remo en el mar de la aurora latina, entre sollozos puros,
la garganta abierta al naufragio de tu pecho.

Triunfos blancos, frágiles, que un lazo une a mis aventuras,
risueña contemplo rumores de carabelas,
aunque sé que ninguna volverá,
y el bergantín efímero de mis curiosas memorias
se desarma callado al primer recuerdo.

¿Qué cosecha tengo, partitura piadosa,
que marcó de frente ese azogue celestial?
Pero sigo aquí, alma en mano, invocándote tanto,
cantando mis coplas, descalza en esta fe inmortal.

Ivette Mendoza Fajardo