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miércoles, 4 de junio de 2025

Mares, Faro del Saber

Revelo insomnios despreocupados en mi espalda,
riberas doradas palpitan en el muslo de tu silencio.
Estoy de puntillas, asomándome al punto subterráneo
donde duermen aguas mansas y verdades desnudas.
 
Pequeños soplos de hojuelas fulgurantes en mi paladar,
rosa del adiós, vertiginosa, que arde en mi tierra eterna.
En el taller de los besos del sol, hechizo de mares,
renuevan idolatrías viejas con el fuego de un recuerdo.
 
Insectos de marca neutra habitan mis auroras,
prisioneros de la clepsidra, pestañas que escapan.
Ruiseñores de paz despiertan en olas de corazón,
y yo, ávida, tomo del fulgor un faro para guiarme,
 
esa lengua traviesa que disputa tesoros perdidos
en la vastedad del mar que soy y no alcanzo.
Un rayo me muerde, y mi sábana blanca se estremece,
ojos de lunas llenas guiñan desde la línea gris de la noche.
 
Desaparezco en el procesador de la hermandad,
luz que desvela mi sed, que bebe el viento y crea mundos.
Conejos, erizos de espasmos claman bajo el amparo
de un velo paternal que sólo tu arrullo puede romper.
 
Solo tu voz me pertenece, entre lo verdadero y lo irreal,
canción antigua, fragilidad viva en esta piel sin nombre.
Ivette Mendoza Fajardo