Caminar contigo en la noche
En aguas celestes de mirada temblorosa,
se cierran despacio las grietas de mi
corazón.
Atrás quedó el círculo de fuego, candil
del manantial donde pagué mis errores.
Me preguntaste qué había hecho:
te hablé de dudas, de hambre de vida.
Cuando seguí andando, viniste conmigo,
tus frases ardían en mi espalda,
sedientas, agudas, vivas, crueles.
Dijiste que mis sueños eran fantasía,
que apagara la calma, coronada de espinas,
en el vendaval de tu cuerpo, en el arte de
una
borrasca, quebrando mi presente.
Reías mientras la noche se extendía,
y yo oía los sollozos —bajo alas—
de los que habitan la frontera del olvido.
Y supe que el final estaba aferrada a tus
dedos.
Subo hacia la claridad, me repito,
desprevenida,
pero, ¿dónde está la ternura de una flor que
me reviste?
¿dónde está la voz que firma promesas, dónde el
ardor renace?
Camino contigo en esta noche, y dentro de
mí,
algo se rompe: no sé si es la esperanza
o la tibieza del sol que ya no me alcanza.
Ivette Mendoza Fajardo