Reflexiones en la Sinfonía del Olvido
Por la escuadra y la calculadora
de mamelucos divinos,
por el remedio de una rama
que nos mecaniza en la palestra de
visiones,
por el polen sin vida del que reclama
el reflector de confusión ante el encono
sin retina incomprensible
y refinada de sus emulaciones rientes,
por esta soledad maximalista
imperial y de armas blancas del amor,
por la simiente ritmo coronado de acciones,
por el micrófono almidonado de elocuencia
que en su apariencia tropezó
con el ciego terceto del casual tanteo;
porque no lo entenderé, porque no simulas
venir,
por lo que ahora atravesamos:
por el mohoso embudo irremediable
de la sobreimposición de la flor sonora
que pudo ser enfriada por muchos
horizontes,
por ella es y será que es el nunca jamás,
por el atardecer del llovido eterno de
concebir
esta incógnita devota que es la vagabunda
actitud del mundo y sus manías.
Ivette Mendoza Fajardo