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martes, 24 de septiembre de 2024

Deseos Cautivos

 

Deletreo, tarabilla de anacoretas adornada con tapacubos.
El cielo, cual magnate, repite la cartilla demencial;
tú sostienes la gran revelación de un documento,
narrado desde un linaje efervescente.
Observo tus obsesiones henchidas,
que esculpen con palabras la fama de un desquite infernal.
Sin revisar el documento que desvela la aurora,
solo los pupitres estilizados conversan con las calles,
de manera irremediable.
Tu mente, encantada, se corona en delirios crujientes
bajo cada atardecer que declina uniformemente.
Y tus ojos, abrumados por un torrente de elogios,
siembran cosquillas desde mis pies hasta la cabeza.
¡Oh, qué dirán, que soy consorte de Morfeo!
¿Qué sucedería si, sumergidos en sus deseos cautivos,
nos envolviera una ternura inmortal, con pasión desbordante?
Recuerdo entonces un éxtasis de amor,
cuyos pasos majestuosos resuenan en los corredores del Edén,
como olas quebrando en la lejanía de altamar,
y las espinas de rosas afligidas se esfuman de las manos,
para ser ofrendadas a las gárgolas, en su grotesco festín.
Ivette Mendoza Fajardo