El cálido soplo de la noche felizmente rimada
El cálido soplo de la noche felizmente
rimada
que se cierne y se dispersa como un sueño.
Sobre nosotros, el soplo del universo sin
dueño,
sobre la tierra aliento de tibia emoción,
falcada.
No es aire, o soplo, es luz que desborda aclamada
en una profunda sombra desnuda, me inunda,
que envuelve nuestra piel desnuda,
bifurcada,
como oscuros aceites, de repente,
vagabunda.
Te acaricio también sin miedo, en ardientes
apegos,
te abrazo con el vacío en un aire hecho de
palabras,
colgados en la vigilia, siempre olvidando
egos.
Toda esta delicada intensidad queda sin
sosiegos,
se une a nuestro amor, rompiendo brechas,
macabras
y lo recorre como un viento, sin sollozos
tras fuegos.
Ivette Mendoza Fajardo
Soneto libre