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martes, 27 de octubre de 2020

Como una rosa de amianto

 

Como una rosa de amianto difusiva sobre estrellas con fingimiento de trigos, desenreda el alma melliza su horizonte ondulado. Con robustecido orgullo monologado, sospecha femeninamente la escena de lo no evidente apostando su último adagio en el mar de mi razón. Todo lo nuevo en la inercia de la guillotina, aborrece, cae y se levanta, vuelve a caer como esa lira presagiada que no era terrenal en ciertas distancias mientras se abría pétalo a pétalo; se labraba despacio al sermón de la esperanza. Millones de estrellas aristotélicas navegando la noche, muchos dioses iracundos y miles de devotos cegados interpelando en silencio para espantar sus malos albures que provocaban el averno del homeostático delirio; las formas turbias de tantas interrogantes llenándonos de acíbares tecleando conjuros malignos. Tras muchas desilusiones, traspasábamos un estremecimiento contrito, se deslizaba como un aceite conmovido de abrazos por las ventanas zaristas a llorar la nota muerta y era la voz de una gacela renegada. El tardío revoloteo de uñas atraviesa la venganza exánime de lo no comunicado en el instinto primate de su verso con encrucijadas. La cúpula agreste del papel pandémico amoroso entona tigres góticos y exacerbados emoticonos.
Ivette Mendoza Fajardo