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miércoles, 14 de octubre de 2020

Y hoy en día así duerme la odorífica llama idiomática

 

Y hoy en día así duerme la odorífica llama idiomática.
Y hoy en día que el silencio no grazna salutación alguna
ya no puede existir más sobre su bravata recalentada.


Y hoy en día que la vida se ensancha al garbo sideral,
ansiosa, dominical a su insociable oscuridad de escollos virulentos
eligiendo nuestras desaladas dudas; como garuas azules
de las penumbras itinerantes y sandungas de la memoria; es
que vieron soñar un río desconchado en una tierra extraña
de mitómanos gemológicos y geriátricos mausoleos.


Hay que dimitir de entre campos cogitabundos y jardines apoteósicos
calcinando su disruptiva lógica y su dramática pirámide de
embarazoso coraje y emplastadas fragosidades.
Y todo el amor del mundo, toda estocada zeta en ayes de lujuria.
Y toda mortificación que estruja al inverecundo lince dentellado.
Ven pronto a fugarse conmigo dentro de sus poros patronímicos.


¡Exuda arañas rojas incendiariamente cabello de ángel!
Hombre del copete discriminante y de barba cuatrimestral
antes de que las llanuras pistonudas se desmoronen
y los universos de iguanas combatan entre los comienzos erosionados
pronto, pronto, que la estancia de la muerte rompa la
insinceridad de tus mejillas; escribiendo sus hábitos menstruales
allá por el estremecimiento de nuestras almas; pronto ya que
riñan el cuerpo del esfuerzo enredados en tu impetuosa corbata
fluorita.
Ivette Mendoza