Y hoy en día así duerme la odorífica llama idiomática
Y hoy en día
así duerme la odorífica llama idiomática.
Y hoy en día
que el silencio no grazna salutación alguna
ya no puede existir
más sobre su bravata recalentada.
Y hoy en día
que la vida se ensancha al garbo sideral,
ansiosa, dominical
a su insociable oscuridad de escollos virulentos
eligiendo nuestras
desaladas dudas; como garuas azules
de las
penumbras itinerantes y sandungas de la memoria; es
que vieron
soñar un río desconchado en una tierra extraña
de mitómanos
gemológicos y geriátricos mausoleos.
Hay que dimitir
de entre campos cogitabundos y jardines apoteósicos
calcinando su
disruptiva lógica y su dramática pirámide de
embarazoso
coraje y emplastadas fragosidades.
Y todo el amor
del mundo, toda estocada zeta en ayes de lujuria.
Y toda mortificación
que estruja al inverecundo lince dentellado.
Ven pronto a
fugarse conmigo dentro de sus poros patronímicos.
¡Exuda arañas rojas incendiariamente cabello de ángel!
Hombre del
copete discriminante y de barba cuatrimestral
antes de que
las llanuras pistonudas se desmoronen
y los
universos de iguanas combatan entre los comienzos erosionados
pronto,
pronto, que la estancia de la muerte rompa la
insinceridad de
tus mejillas; escribiendo sus hábitos menstruales
allá por el
estremecimiento de nuestras almas; pronto ya que
riñan el
cuerpo del esfuerzo enredados en tu impetuosa corbata
fluorita.
Ivette Mendoza