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lunes, 26 de octubre de 2020

Echando una mirada fidedigna

 

Echando una mirada fidedigna a las pértigas húmedas con interés de filosofía, me guarecía. Tiempo figurativo de penumbras se repiquetea el enigma casi exudado en los remolinos de la atmósfera. Con los dedos medrosos en la flatriquera, tu instinto orgiástico para la interpretación de muchos personajes en el paralelo de cada momento suplanta sublimado en velloso estado su desasosiego neutro, grumoso. En el forzamiento, vislumbro los veleros simiescos de unos contra otros capaces aún de sorprenderse. Para después de la cuarentena claustrofóbica, un virus nauseabundo y medio lampiño exacto y ultrajante salpicaba irradiación insomne maliciosa y rencorosa. Más allá de mis tentáculos, purgaciones de sapientes excéntricos y desmotivados moteaban gondoleros ceñudos y exacerbados. Con paso crepitante, la marea matemática se derramaba hacia la retina del átomo cirquero en Fortes fortuna adiuvat. Sobre su humero incendiado, he soñado heráldica de lo incógnito y una discordancia numulítica sin amargura macilenta, casi ilusionada.
Ivette Mendoza