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jueves, 29 de octubre de 2020

Con un orgullo aletargado

 

Con un orgullo aletargado, aquella desnudez rampante y mundana se vertía. Las imágenes hechas humos de falsos tatuajes indígenas deseaban sanar la voz temblorosa del fango herido. A favor de la pólvora hermana, clandestina como el rictus de rocío la tiniebla trazó pregunta menstrual de la muerte a las más perversas pestañas mojadas a calcinar todo longuísimo destierro. La sensualidad del mito urbano, detrás del antifaz del espanto era un ataque de migraña que crecía y pesaba en el alma como kilómetros de filosofías romanas. Mis adjetivos acústicos, la gloria del quebranto eran encubridores con una flecha indiscreta sugerían una animadversión menos triste sacudiendo las dionisiacas noches asombradas. En verdad déjame decirte que nuestros espíritus reflejados en sus pergaminos derramaban las costumbres vitales y bestiales de un suspiro iconoclasta, enfrentados exclusivamente al exangüe del instinto, lánguido en las perspectivas caleidoscópicas junto a su ala membranosa de bengalas. Mis secretos más secretos lo único real entre sorbos asalariados y torpes sus garras en búsquedas constantes, andan de vereda en vereda de inventario a inventario psicosomáticos ante del ángelus demiurgo.
Ivette Mendoza Fajardo