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martes, 27 de octubre de 2020

Oh arrebol irreversible contra arrebol aborrecible

 

¡Oh arrebol irreversible contra arrebol aborrecible!, se oye el clamor de un devaneo yerto, confuso y primorosamente escabroso. Los hímenes que consuelan a veces derraman capaces la sorprendente geografía de un monumento, una leve exacerbación, un ensueño, un modo de recordar, una despedida, unos ojos presumidos, un tiempo difuminado tocando el error de los labios -errare humanum ests. Docenas de escarabajos enredados en las estelas del secreto pigmeo alcanzaron a rezar sus delicadas posturas emponzoñadas. Quintaesencias de la muerte lograron desdibujar croquis de una envoltura de paisajes de acero y almizcles bautizados aunque lo esotérico estaba desmembrado. Seres de contornos ambiguos, seres tragaluces se desprenden de los hábitos halagueros de mi memoria inmortal ante esa rebeldía bastante habitual en los escrutadores imperecederos cuando deciden lanzarse un hit musical de cofre perla. Melindrosa de tocar con los oídos la pausa ondulada. La conciencia sosegada excita muchedumbres indivisibles, parpadeantes, escarnecidas, impertinentes, transparentes, automáticas, sarcásticas, resbalosas, presurosas al sexo ácrata del nirvana y decían “hora est iam de somno surgere."
Ivette Mendoza