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viernes, 30 de octubre de 2020

Arden las candentes aventuras funambulescas

 

Arden las candentes aventuras funambulescas se yerguen hacia el cielo. En secreto con fuerzas ambiguas los de bocas encendidas figuraban como estatuas de sal en secreto. Entonces las pequeñas misericordias de la noche intuían los silbidos pérfidos casi con esfuerzo primitivo. Pero enlazada por aquellos temporales de tus garantías de amor era el vídeo de la perfección de la naturaleza acentuando los silencios que palpitaban en cada espora de la belleza y acortaban las distancias. En nuestro pentagrama la misma incertidumbre.
 
Qué ahuyenta sombras con su luz divina esas con tenue cerúleo de plata calmando mis anhelos. Tengo vestuario de sombras que audaz me precipito golpeteando tus sienes. Aparecí como fruto desamparado en la certitud de lo que presagio calando como un misterio inolvidable algún mito.
¡Fugaz, impredecible! es más urgente ahora que se roben el alba de los léxicos automáticos.  El subrepticio beso más quemante mientras más lejos enciende, más hace un espejismo rodeado de avestruces. Verdades y veredas donde crecen poliedros con alas cristalinas que a ras de estancia paradisíaca exhalan sus quejas de repugnancia.
Ivette Mendoza