Imperios entre los abetos melenudos
Imperios entre los abetos melenudos y
rendijas postuladas eran estas inteligencias humanas sobre sapiencia hegeliana.
En los vaivenes del embeleso marrón, me embriagaba. Desnuda sesenta y dos trabazones
simultáneas monologaban en las patillas
del relevo por doquier. Otra incertidumbre a tenderle la mano recia a
fragmentos de consonantes sobre el deslizamiento del espíritu, sorprendido
hicieron posible la ebúrnea causa frente al incendio vespertino tesla y al astrolabio
humanoide. El agua coralina gobierna consumida un panal pasional y una diadema
rumorosa en tus entrañas de papel. La trascendencia discriminada le ocultaba a
somormujo flotador por tan sedativo comienzo al prestigio de la materia sonámbula
y el manteísta deseo atollado. Si por mera casualidad, el cajón de mis sentidos
practicaba driblar a la muerte con mi cuerpo antiguo. Levanto raíces inquietas
en las exequias sensibleras, allí me lograba reconocer como sones diluvianos, redimí mi carne en lo sagrado, figuraba blandura de mis blancas túnicas cegadas de la piel.
Ivette Mendoza Fajardo