Oscuro silabario de dudas sobre el espejo anacoreta
Oscuro
silabario de dudas sobre el espejo anacoreta,
cosifica
cuerpos en el regazo translúcido que es la habichuela
de todo lo existencial,
en una
dejación de estratósfera
también bracea
dentro del agujero negro.
El perímetro
de la veracidad, jadeante en regodeo
hace
exactamente la voz fantasma de Andrómeda
como para
congraciarse
a la inédita
ley gramatical en un rayo de microondas.
Viento
atómico en crepúsculos violetas.
Cielo mutilado por ondas marcianas
meridional
desde el principio, su intuición globulosa
en el
cansancio de la lámpara y su Delírum Trémens
al oído en rutina
ignota y asfixiante.
Oscilación
acompasada,
el
soliloquio apóstata de la alborada,
fermentado
hacia el cuadrante trimestral
en el barbarismo
armónico
del confalón
extraterrestre,
liberado a
punta de plegarias equinocciales.
¡No al dolo,
al engaño, a la mentira!
¿No es que
era un espiche enérgico?
El jilguero
hidrópico y altruista de la lágrima
candente ayudó
a aquel astrónomo, justo y
apto de ideas
a caminar por
el espacio
oblongo de la memoria adjetivada.
Ivette Mendoza Fajardo