Related image

jueves, 10 de marzo de 2022

Jugamos a destierro

 

Jugamos a destierro irradiación de frutas,
a sequito de espigas quisquillosas,
a potentados de espejos dementes
y ranciedad desaforada de crepúsculos.
Jugamos a singladura vaporosa de
bisonte manso y su ilógica matemática,
a floresta de zafiros geniales.
Jugamos a niebla asombrosa
es decir por la esquina clamorosa,  
pudor de mansedumbre,
en la tierra chata de lazadas desvalidas
entre aguardientes impotentes de rencor.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 9 de marzo de 2022

Atropellada garganta de las negaciones

 

Atropellada garganta de las negaciones
filosóficas del reto agriodulce dentro de las
incertidumbres desveladas.
Clavos apolillados de iglesias revolucionarias
horrorizadas sobre el esqueleto tonto,
semejante al pájaro milagroso de la horrenda
soledad, que retuerce el eje circular de mis
caderas nubladas amorosamente de inviernos.
En mis sienes, la danza caprichosa arando
huesos de un canto milenario del Siena en el
velamen inmóvil de la jactancia otoñal como
un racimo de uvas colgado a la vida del vacío alado.
Higuera melancólica sobre mis humeros
exitosos como un nido mundial de garrapatas
enamoradas de mi entorno subterráneo.
Humildad del surco idolatrado jalando el
mechón de bambalinas acusadoras de lenguas
iletradas.
Metabolismo de la escritura estupefacta de
ansiedades de ferrocarriles saludando lo
lo horripilante de un desierto tragado por los
mares del alfiler inexplorado y retóricas felices.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 8 de marzo de 2022

El manotazo sabio

 

El manotazo sabio que da mi actitud a un vals
lleno de problemas, lleno de problemas, problemático.
La botica del capullo donde se vende dolores y
enfermedades majestuosas con asombros femeninos.
Filosóficas arañas de actitudes contundentes tocando
el violín inmaterial de las botas enloquecedoras.
La sombra desencantada de la novela ortodoxa 
se hace sublime en el panteón del estornudo
industrioso con ratones diagonales.
Mi instinto vagabundo lleno de frío y su manía de
panza abierta que se orinó en el ataúd unánime
de la amargura como el moho hospitalario con
ritmos dialogantes. El capitán del orbe que no
capitanea nada más que en el piececito goloso
de la podredumbre. ¡Escucha, escucha! vamos
cabalgando en la nueva generación de las gaviotas
histéricas de neutralidad dentro del embudo plebeyo
de interrogaciones trágicas. El hedor del alma
en su catafalco pierde el sabor
de la faz de la tierra y ejerce su poderío magistral
boqueando. El traje del espanto con figura de trompeta y
dentadura de tristeza ebrio dentro sus errores.
Un sol humilde con cara de hojas mustias camina
por los ríos de alquitrán y se embaraza de juventud
y mi cuerpo es una ola gigante de hospicios radiadores
disolviendo pulpos bromistas asesinos inocentes.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 6 de marzo de 2022

En la cuadratura de la mirada sufriente

 

En la cuadratura de la mirada sufriente,
la hojarasca es su pasiva indiferencia
que piensa entre la intrépida proclamación de la
ilusión estelar y su llama clarinada de preceptos.
Apocalipsis popular vociferando nubes negras
del ensueño roto en platas corpulentas de las vides.
Décima confusión en las ruinas del pensamiento
como la blanda muerte que no tuvo un destino feliz.
La música del frío deja, sus canciones de cuna a la oscuridad.
¡Oh satisfacción liberada del frágil lamento! Tributo que
despide la adolescencia del bisonte con su puño cerrado
como la sierpe que muestra su debilitado diente de oro.
Contrabandos de nieblas tratando de revivir,
la cicatriz del mundo, con sus ojos de metal bajo la
soberbia del zaguán malhadado en su trocada razón.
Refocilándose dentro del vientre de la democracia
con zapatos de humo, los océanos de acero escudriñan
su pasado quebrando montañas bajo el relincho del infinito.
Ivette Mendoza Fajardo



Y los labios cuelgan del motor térmico del beso

 

Y los labios cuelgan del motor térmico del beso,
atascado a las sienes que como un instrumento
sutil utiliza las oscilaciones del sueño acongojado
y la entalpía elemental de la ficticia sensatez.
¡Ay y ya dispuestos siempre a palpitar en el lecho
del átomo exaltado!
En cualquier molaridad la angustia dramatiza
su entorno y el corazón de la humanidad
se torna erguido junto al
agachado olvido que atrapa al aire su liberación.
Su prédica de sombras y enigmas,
suave predica para su energía latente que suplica
por esas manos diestras,
que levantan desde los sepulcros hacia el
poniente ansioso por donde la alborada
comienza a germinar y el sol espigado de elocuencia,
sale y termina hasta reclamar su sediento mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 5 de marzo de 2022

Entre dos transistores asustados y sin tregua

 

Entre dos transistores asustados y sin tregua, va la
intensidad esperanzada del tiempo que con ferocidad mueve
la lámpara incandescente de los muertos
que no descansan en el eje del infinito,
que asustan y cargan al generador y al electrodo
de emociones; que nos llevan al cataclismo
de su alegría antisocial ; que engendran y nacen
en los efectos fotoeléctricos del instinto oscuro.
Entre los diodos de la suposición por donde
sobrepasa cualquier cordura o entorpecimiento,
el digital espíritu desenvainando sus nervios queda,
para adorar materia bajo el potencial eléctrico del alba,
para buscar en su destino la individualidad dinámica
de la realidad.
Exploraciones en la psicosis del atardecer.
Derivaciones despavoridas del espacio libre
que nos anima y responde despierto; y
su capacitancia preguntante del dolor agitado de la carne
maniobran las mandíbulas polarizadas que sienten sed de
poder en el amplificador giratorio de los halagos.
Ivette Mendoza Fajardo



Recamando al siervo del subconsciente

 

Recamando al siervo del subconsciente
ladrado del murciélago eclesiástico,
regularmente sociohablando
por las avizoradas horas teocráticas,
deliradas en la agridulce
cicuta de la pulpa machohembra trasechada.
Escamosamente filosófico se descuelga
el sollozo tridimensional,
langostino glandular
que tiende el pez auscultar
la acuosidad de los sentidos.
Lo catatónico endereza el silbido
neófito del esternón
desollando la costilla trascendental,
pataletas del terror amaestrado.
Ivette Mendoza Fajardo



El eco lagrimoso

 

El eco lagrimoso que enchufa nuestras verdades crucificadas
es nada; en el círculo cuántico navegando a lo inmortal,
chispean las orbitas bondadosas de la lunar enajenación.
Ataviada chispa aventurera que jamás se doblegó,
ni en las pupilas extraterrestres
ni en la catedral de las caras ultravioletas,
que siempre fue un Lázaro en la cama de la
bienaventuranza,
en el fuego resonante de su soledad de agua florecida.
Poder repetido vividor acorralado de enfurecimiento
y comido por aterrado y adolorido de inocencia nuclear.
En la hermandad del concepto sideral
de los métodos moribundos entre las bocas de la eternidad,
guillotinas emblandecidas para amar estrellas colosales.
¡Un eco de voluntad aristotélica!
que se materializó a media
que se adormeció en el Big Bang...
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 4 de marzo de 2022

Hay un sol mamífero que se amamanta

 

Hay un sol mamífero que se amamanta
en la copa de la vida y retorna con un
tsunami de geometrías gordas caprichosas
muy semejantes a soles del hachazo agónicos
que reposan en el callejón de la metafísica
con actitudes de manzanas sarcásticas sin fin.
Asesinato de astros chacales revolcándose en
la lengua de un niño huérfano de cintura
estelar con su mirada de agua enferma.
Con grandes togas rojas, maldiciendo y
golpeando las auroras, las salamandras
iban, a veces parecían caballos escandalizados.
Extrañas pesadillas salían de sus tumbas
acuchillando sus dolores panzudos con una
radiografía de un reino temeroso de estufas
prepotentes hacia al calor añejo solapado.
Y era yo la voz funesta del entonces cargando
la tenebrosidad azul de la tierra porque había
que soplar su cara delatora, encanallada
de espíritus carteristas. Se arriesgaron a
dialogar y solo dialogar con pájaros doctores
de la ley como ungidos en un playa enlutada.
¡Oh odontólogos de la tragedia del instinto!
con sus bocas confundían la última alternativa
que les daba el sol en su panel de articulaciones.
IvetteMendoza Fajardo



jueves, 3 de marzo de 2022

?Qué es esto que cruje?

 

? Qué es esto que cruje cuando desparramo
este azotamiento de bocanada infinita,
estrellándose ante las bisagras cósmicas?:
Tal vez es el gusto retorcido de la memoria
impertérrita en mí cintura municipal,
en la rabia morosa despotricándose de lluvia
en este desenfado siniestro tan solo a su orilla
cuya melancolía cabalística no soy yo ni eres tú,
sino la dinamita abotonada del miedo naranja,
la elocuencia de la noche incontestable,
al acecho de mi olor a muerte en su infancia mental,
el teorema llorando agusanado de auroras
adheridas ¡en mis pestañas estrelladas de angustias!
Ivette Mendoza Fajardo



Pronto el adiós periodístico será contra -sonado

 

Pronto el adiós periodístico será contra -sonado
y su capilla consuetudinaria arañándose en tranvías.
Otra vez rajarán mañanas los colores del alarido,
acongojarán los sepulcros y el jarro vagabundo
coqueteará banderas automáticas y agrestes
sobre la telegrafía fragante del universo.
Nadie sabe cómo rebasará la espalda del límite
de este suspiro de la espina entre semillas
furiosas que estuvieron concluyendo a quién retrató
o que domingo alucinado destechó de argumentos
del otro lado de la bandana migajada de nervios.
Hay revólver en el molar de las trasmutaciones
y empequeñecen los gusanos al ir fumando
gravitaciones discordantes alcanforadas.
Ivette Mendoza Fajardo




martes, 1 de marzo de 2022

Entre tanta ternura

 

Entre tanta ternura delincuencial de las palabras
el huero mundo virginal para cargar a acuestas,
amarrado por un borracho recuerdo,
seducido por chicharras amedrentadas
no hay parábola pirata ni raya expresiva idolatrada
ni piedras de locura despellejada
que lo manoseen más que el regreso quemado
del despavorido olvido.
¿Por dónde ametrallan y desgajan estas convicciones?
¿Quién intimida y porqué a esta anca roedora de vida
arterial que se torna puerilmente violenta?
Victrola argumentativa no encuentra música en acordeón
diluido de blancura o algo que lo resista en su muerte
telegráfica que huye como una vieja quijada tuberculosa.
La cuchilla madrugadora la desnuda en la noche del martirio.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 27 de febrero de 2022

Garuas bárbaras de vida eterna


Garuas bárbaras de vida eterna,

en sus tonadas secas, mármoles tristes le rayan;
en un gorgoteo piojento, lo lúgubre embrutece.
La inutilidad anacrónica del hidrocarburo, los días
sentimentales de verdades desaliñadas se resumen,
y donde el panorama erudito ahoga, se agotan
dramáticas, acostumbradas por dentro de su aburrimiento,
mohosas, despobladas, domesticándose -insospechablemente-,
sus tripas agrias ellas encadenan, azogadas de epopeyas sonrosadas.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 26 de febrero de 2022

Presuntuosa madrugada

 

Presuntuosa madrugada de quemazón y cepas:
cual endeble sombra protectora que contiene
las nubes de saltamontes del susurro
y la gracia perseguida de la muralla solterona
antes del derrame incoherente de su salvación;
escarapela cenicienta que al final de su capitel
soporta toda la noche su frente henchida
en la bocina oscura de su penumbra cautiva;
plumas de saliva que desarmo sin tiempo,
!Durmiente ruego en hoja cristalizada de rutinas!,
hasta dejar en mi pecho la calcárea luz
del llovido rostro, como un navío oscuro
y migajas donde lentece esa agraz pasión.
Ivette Mendoza Fajardo



Por aquella insaciable flor

 

Por aquella insaciable flor del puñal fui a escudriñar
otra primavera, como el alma esa, bien audaz
sobre un advenimiento de sollozo terso
con la sal viva y relumbrada de una vasta
saciedad de interrogación apaciguada.
El levantamiento del otoño y su predicado
labial habían enjuiciado nuestros símbolos
combosos , cual embrujos infantiles,
hasta desparramarlos en el enigma reversible
del paraíso tirante a ser tragados por ese
torbellino juicioso de aires dóciles revoltosos.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 23 de febrero de 2022

La hiedra menstruante busca lo transitorio

 

La hiedra menstruante busca lo transitorio.
El garboso pilar que sostiene
la sosegada marquesina del Olimpo.
El semblante del santuario abatido
donde el espíritu de sal conforta
las siluetas apostadoras de los minotauros.
La abollada roca de la clepsidra
que retiene en su mollera la copulación
del constipado tiempo gótico.
El hermetismo de la cumbre de mármol
de los tabiques poderosos
que enaltecerá la hierba
sobre el granizo mental.
El granito de la fe del tanque de agua
que divisa los huertos
y cuyas gotas habrán de envilecer
la niebla coja que relega
las romanzas y los galeotes
la orgía del lamento borrado por el légamo
la cicuta piadosa del amar
la franca goma perpendicular
bajo la sufrida justicia de los vientos.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 21 de febrero de 2022

Resuello de alas insulsas

 

Resuello de alas insulsas
es tu apacible felicidad.
Melodía asidua
en el aullido aventurero.
Persistencia primordial,
inclinación de la sierpe
recién iluminada.
Nereida
canalizando
el acercamiento
con los tambores
razonadores, esforzados
y abatidos.
Juegas a maromear el silencio
con su vientre ciego,
y la vasija del injusto acaso
es el instante
en el que te ansía
el mundo irreflexivo,
y su burbuja profética,
pretende mostrar mis manos
en tu revuelo.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 18 de febrero de 2022

La tanqueta del sigilio abdominal

 

La tanqueta del sigilio abdominal, cual sirena taciturna,
su caminar de funeral en jeroglífico castizo azaroso,
la suavidad retoma las etéreas magnolias del omoplato.
Sus opresivas balas es la flema de su timidez extrovertida
y la cuerda fiel de la nada envidiándome de crepúsculo.
No es un metal desamorado, es la tierra tenebrosa
sobre esta llaga de mundo efímero que he llamado
¡Espíritu candoroso mercenario!,
explosión aturdida de airosa falsedad como
abrazo del agujero agotado
como una brújula de vigor arqueado.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 16 de febrero de 2022

Si el río llora es porque las piedras se deprimen

 

Si el río llora es porque
las piedras se deprimen en tus brazos, ahora es la sintonía del verano
quien me pasa un pañuelo entre el alma y el tiempo.
Lo demás es una estancia fugitiva. No queda mucho, apenas,
la natura atormentada guarda pequeños itinerarios de dolor
en la edad de la palabra pecadora.
Sarampión meditabundo como última súplica 
del rito enésimo enésimo, enésimo,
hasta que si calla otorga, quema, sufre,
quema y se enfría… como un rumor
de rieles atascado en mí, como si fuera
mi paño de lágrimas.
¡Ah lo considero muy gentil!, pues dice tener un
gran lugar en el vacío como si todo se sintiera
en una liviana y gallarda blancura,
pero va, va, va más allá de esa
búsqueda continua no de dolor ni de
transparencia sino como de heridas abismales
de lujuriosos placeres hasta el frío arrepentido
del olvido sobre las deshauciadas nimiedades.
¡Lo gentil es un redil prohibido! que se enfada
midiendo la longitud de mis pesares, de los
tuyos que cuando llega la noche abuhada, esta nos
arrastra hacia los mares radiografiados de llanto…
mares que nos atan del cuello. Bien el que
no las debe las penumbras compasivas lo guardan…
Ivette Mendoza Fajardo



Aquí ante un voluptuoso sol

 

Aquí ante un voluptuoso sol, como sobresaltado vencedor
y salpicado de una líquida paz mi apesadumbrado
llanto desfigura. El primer miércoles divino decenas
de cuervos personificaban miles de estrellas semidormidas
silenciando la noche, repicaban en la húmeda y
malévola prisión para facilitar la ingle del fuego. En el pretil
de la mañana, un relámpago incólume las rigideces
de la pregunta atraviesa. A pesar de la oscuridad, ha triunfado
el primer muerto estafador. Cualquier dios propone
hacerte poema. Estaba tan maltrecho, tan lacteado
y tan lacónico el rompeolas, que hicieron posible
una premura de existencia sin ropa articulada, articulada.
¡Oh y el buen samaritano ante esa terquedad
bastante abundante! es cuando la constancia de la dicha
al revés en los primeros encuentros decide enmarcar
algún celaje de aprensiones.
Ivette Mendoza Fajardo




lunes, 14 de febrero de 2022

Danzan, danzan las estrellas danubianas

 

Danzan, danzan las estrellas danubianas
sobre mi tumba fiel en una noche barroca.
Recordación incesante de todos
sus desengaños era su diario vivir.
Los cuervos canturrean en la quinta
sinfonía desentonados.
El elefante anheló eternamente
a ser un panal de ideas .
Bisontes dramáticos nos calculan
el tiempo como hormigas abnegadas.
La aurora presumida era seductora ineludible
de mis pensamientos endecasílabos.
Llevas en tu sangre el torrente frutecido
del toque de Midas.
Va la borrasca mecanografiando estruendos
en cuanto sueña salmos.
Estremecimiento de pétalos lucíferos
remedos de los astros.
Pistola del cielo guardián y capucha de acero
en el cascabel beato.
La resignación es el lloriqueo matutino
de mil labios ansiosos sin perfume.
Compone un soneto la calmosa alborada
de osadas rimas.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 13 de febrero de 2022

La noticia mana sangre de las manos


La noticia mana sangre de las manos
y coágulos de tu ausencia el pasillo indolente.
Ganglio entristecido serpentea entre los abetos...
¡Y una gran confabulación en la floresta!
Suspirosos los musgos de mí nostalgia
y más en alborada el alma sopla restituida,
fraccionando los adjetivos por injusto silencio.
Empaña la muerte con su menjunje el mundo...
¡Y una gran confabulación en la floresta!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 12 de febrero de 2022

Pómulo sediento de occipital ahínco

 

Pómulo sediento de occipital ahínco,
tu imaginar que me extasía como un omicrón
lujurioso, la lengua del maxilar deseo, incoherente
pasión cervical cuyo vino no apetece ningún olvido.
Pero sublimada con esa fábula dorsal, solo
breve estalla tu sueño como un guantazo azul en alerta:
su parloteo que espera algún sufrimiento, y en su
acaso tiene la astucia de conocer tu axiomático secreto.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 11 de febrero de 2022

Relega la palabra flexuosa

 

Relega la palabra flexuosa, el borde regitivo.
Esa colina sinusoidal y evocativa bajo la escápula de los amaneceres.
La gallofa florecida donde aprendí el encopado argot de la primavera.
Olvidar el argumento que te envolvió en la oscuridad de una mañana
que arrebató y moteó el aburrimiento de tu cuerpo, exponiendo
duplicativamente su pregunta isóbara como
recalcando repuesta sin falanges sabihondas.
Y olvido el cataclismo del paraláctico mutis, el más solo, el que aún
anidas sin lograr traspasar el indicio prosístico en rebelión para
el argot articulado que jamás emponzoña tu inquietud.
Esta es la repulsión en tregua de tu infancia, en tregua de tu infancia.
Aquí la zozobra se imagina más breve y el momento más fortuito.
Y el valor de cambiar el reino luminoso que promueve tu resuello.
Y tus sentimientos te llevan desde el fondo hasta la cumbre,
y enseñan tu alma rodeada de senos, pechos, dolores, dolores,
dolores, dolores y más….
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 10 de febrero de 2022

Texting al gusto del paladar de ruego cristalizado

 

Texting al gusto del paladar de ruego cristalizado acaso,
he pedido la sobriedad bajo ese adiestramiento como
esta noche fantasmeada percibiendo siempre sobre
la misma propuesta ansiosa abrazada a ti, y se apoltrona.
Entre bastidores del naufragio un verso de tu pupitre
el flemático vuelo de los muertos derribó.
La tardía posibilidad retintineaba sobre algún efluvio secreto
en las carrozas del poema alobunado.
Conflictos técnicos insuperables alcanzaron
a palpar el jabonoso oleaje de resina gutural cotiloidea,
angustiando tu intuición rebobinada a lo real,
desde la luz martirizante de un eclipse exánime
mi escritura de cada instante rábido de elegancia,
la recóndita tenacidad que invade esfinges personificadas
en aullidos que agujerean el alma amazacotada.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 6 de febrero de 2022

Escucho una voz que nos pregunta


Escucho una voz que nos pregunta
por profundos barrancos de amígdalas
mientras nadan las medusas malhechoras
y sus tentáculos son partícipes del delito.
Qué el aire que se traga esa efervescencia,
Qué en el fardo de tu deseo una sílfide llora,
Qué lamenta el geranio contra fría grasa
Qué un silencio que alza escollos con dragones,
Qué el cielo azul, ha formalizado en sus letargos
no se oye ahora el rugir de una idea gangrenosa
que pregunta si esta boca es mía, tanto
así, como cuando repicó tu voz en mi mente
y decía amor: !Abre tus ojos mancillados!
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 4 de febrero de 2022

Las piernas apacibles se reconcilian en pares


Las piernas apacibles se reconcilian en pares pero en una recta sagaz
los dedos son las flechas de Cupido que atraviesan el corazón de Zeus.
El alma, como una flor que se aproxima al horizonte, crece, luego
como revivida de un cuento ceniciento fluye en
un legado de promesas de úteros gentiles.
Mi cabello es mi cruz que habita en mi pecho
y mana sangre con dulces consecuencias como
un extraño ritual que me obliga a pensar en ti.
La mano analfabeta, sus claves secretas, no puede descifrar
pues bien sino lo sabes, ellas escapan de sus ojos como fugitivas.
Un fantasma huele el cándido tesoro de la ilusión y danza
con su traje blanco ensartado en una discusión.
La música sigue despierta, alborozada, palpitando e insatisfecha,
velando por su desdicha, moliendo la paz de
una angustia en vuelo raso y permanente por eso
es que al fin y al cabo, el gran buitre sigue tocando
La Novena Sinfonía de Beethoven; ahora la melodía me hace
prisionera imprevista de tu amor.
Habría que elegir la luz misántropa de su interior que era
la melancolía en cada pentagrama eclíptico sobre su sentido
de humor y que desgarró tanto el espacio como el tiempo
exhalando así universos de balas esbeltas trazadoras.
O como cuando ellas confunden, deseos, manos, dedos,
torsos,  quejas, música en sus ondas expansivas…
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 3 de febrero de 2022

Los difuntos dialogan en sus mil años de soledad

 

Los difuntos dialogan en sus mil años de soledad.
Sus apacibles corolarios no palpitan entre los abetos.
No bostezan.
¡Monarquía obstinada!
Ejecuto la existencia entre astros aturdidos.
Todo suma entre nosotros ante el infinito exasperado.
El gran corazón del relámpago echa a rodar el tiempo.
¡Inverosímil siembra de la mentira!
Un desenlace funesto en la ingle del saber.
La perseverancia quema sus calorías de amor,
como dolencia en la ventana desalmada,
descomedida. Casi siempre el oro de sabor
fresa trota desanimado por impróvida alquimia.
En cada aurora la conspiración salta de contento.
Me domina el olvido, me obliga a cantarle al silencio.
Piñatas de la luz se quiebran en su predicción
de argamasa eternizada.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 1 de febrero de 2022

Crispa ojera a la medusa del génesis

 

Crispa ojera a la medusa del génesis,
abaten sus manantiales florecidos de
mediodía con la rabia y el lamento de su utopía.
El desvelo se entretiene, la hora se inmuta
la venganza roja del unicornio al acecho,
la antorcha, la bandera, la pistola,
por el rencor atávico de la noche eterna.
Aletea la saliva lunar de los difuntos
en una sinfonía envejecida en duetos
por el último venado que increpa a la luna.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 31 de enero de 2022

Después de un largo tiempo


Después de un largo tiempo
arrugas crepusculares crecen
sobre el rostro golpeado de una consonante
y yo regreso a ver sus ojos verdes de tristeza,
su cabello de luna y de vocales gordas,
su agrietada sonrisa de mármol temeroso
y el azahar mustio de sus labios sustantivados.
Pro deletreada
configuro adverbios diluyentes en un beso,
me dirimo en adjetivos ungulados
en un festín de abecedarios seráficos
con el libre albedrío sediento de metáforas.
Entretención de bruma plañidera
después de un largo tiempo
brota la furia de un bisonte en ultramar y
una lengua que confunde
silencio por misterio,
misterio por voluntad,
voluntad por soledad,
confundió su boca de zigzag
escapándose de las manos del presente.
Luego, luego, luego cantó el gallo inocentón,
cantó el gallo inocentón, cantó el gallo...
se albergó en su dicha.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 27 de enero de 2022

En las pendientes del ideal retorno

 

En las pendientes del ideal retorno ondula su móvil lucidez
un incógnito de entelequia amenaza en la aurora
y en el aire una abstracción de contraseñas inventa
pixeles sin resonancia
oquedades de la lobreguez.
Cuántos amores geométricos este cosmos sin límites
fantasea espejismos de epifanía.
Autopistas de instintos sin fatiga
impúberes pavorosos que pactan con el silencio
mientras convierten el resguardo de tus labios placenteros
en un roce de senos de escarchas enrejadas.
Un sonido velador puntea el vacío de cada huso horario
y una herbívora campana me ahonda con tormento.
Nunca en toda su pujanza, la historia tiembla contra el miedo;
sembrando ya su herencia quizás
en un seto incinerado de frialdad,
va sintiendo que la doliente quimera del tiempo
es el aleteo de los días parpadeando a lo oscuro,
velando su peliagudo claroscuro reino del enigma
de nuestros místicos cuerpos que interrogan inciertamente
a su estremecida alba termo cauterizada en venas profundas.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 24 de enero de 2022

Hay cosas que no comprendo

 

Hay cosas que no comprendo:
Un lápiz ecuánime escribiendo en el cielo.
Muchos difuntos futuristas labrando huesos.
Las horas miedosas contagiadas de Covid -19.
Un canto degollado de equilibrio.
Un triángulo cuadrilátero abrumado
sosteniendo la fragilidad del mundo.
Un barrilete de carcajadas ondulantes.
Un almanaque en el contento del ayer.
Una lágrima en el sueño de la luna ungulada
tanto así, por el último zumbido del Big Bang.
El zumo de una pestaña que me desgarra.
La biografía de un ojo en la mudez del alba.
Tu susurro que deambula por el mundo,
siendo el tiempo tan largo
que sueña una vida inmortal
con una armadura más fuerte que un roble.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 23 de enero de 2022

Un cielo disoluto teñido con convulsiones escarlatas

 

Un cielo disoluto teñido con convulsiones escarlatas,
factorizan los celajes falibles y los sinsabores termostáticos;
el crepúsculo se incolora desde su melomanía hija de un parlante,
como una macarrónica argamasa de su gruñido espacial.
Y granjean ballestas invidentes, plumíferas embrionarias
a través del guardapolvo de un plenilunio cesanteado,
y una ola renegada entre los faisanes de la noche,
rubrica en silencio sobre mutabilidades de almario,
y devorándose ampliamente en medio del delirio inculto,
un entreabrir de cadencia peregrina que despierta un
intento sideral ocultándose en su destino dactilar,
barcadas que se agitan en el orfelinato de la lluvia enquistada,
y presagios con estrías mensuales aterrizando
sobre siete palabras malcriadas biodegradables.
Ivette Mendoza Fajardo



Desanudaría todas las lenguas llenas de apetitos

 

Desanudaría todas las lenguas llenas de apetitos en su soflama ecléctica
La cama cobija otoños como una burla a la muerte juglar en dueto
El pan es el signo en que los cartílagos ahora duermen
y entrega su alma a los mares con los colmillos dilectos de la luz
Borré la ojeriza en los ojos y se quedó en el yermo de mi sangre
Eco de incesante repicar en rómbica curva donde la realidad es
una línea injusta desleal con bocas ajenas en duermevela.
Objetos tragados por un colágeno tosco vacío que dibuja
una carcajada suelta dramaturga obnubilada
Palabras efusivas despeinadas…con uñas pintadas, sabias como
un profeta que colapsa granizos juveniles en vientres estrafalarios
Hay un opaco dolor ante este frío negro que se aglomera
como la lluvia en cada gota pintarrajeada de invenciones
Agua laboral que al cuentear contrasta con la vértebra milagrosa
en su ceremonia prohibida bajo su filosa verdad en los abetos
Una terraza labiodental evaporándose de quietud invernal
intransigentemente labra el surco de su existencia para dar
cabida a la ciencia temerosa que esconde su cola de ardilla
en poros tejidos de vanidad prolongando los caminos del remordimiento.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 21 de enero de 2022

El hidrógeno danzarín de la eternidad ennegreció

 

El hidrógeno danzarín de la eternidad ennegreció.
La nada se eriza recostada en mi hombro dócilmente.
En un giro de luz el cielo despliega
sus alas febriles y bucólicas estentóreamente.
Y tú, con tu lágrima divina,
golpeas mis sentidos en busca del encuentro.
Del mar a la mar, un barco que olvida su desosiego
sobre un poniente de ojos macilentos.
Hoy acaricié la sensibilidad luminosa del mundo,
las huellas crepitantes que dejaron tus pasos oxigenados,
la odorífera existencia que quema por dentro
para invocar la quimera de la reminiscencia.
Entonces quedó mi interior vibrando
como un mar alborozado purificando almas,
un planeta prometedor que revela un misterio
en imágenes, júbilos y abstracciones.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 19 de enero de 2022

Se abre en cruz un cielo agonizante y acalambra el mundo

 

Se abre en cruz un cielo agonizante y acalambra el mundo
los valles del Partenón sus emociones
en el madrugado contento del infinito
ahondar es regresar en el viento eucarístico
germina el cántico la pared del deseo
saliva solitaria ama el monasterio de la pena
asimétrica la estatua de tu hora escorpión
marea de labios en la cintura asesinan minuteros
gusto centrípeta en el latido sordomudo de tu alma
afinada hasta la cuadratura reverente del orgasmo
grifo de la noche, aterrado en su eternidad,
el ímpetu del pensamiento deslíe nuestros ósculos.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 15 de enero de 2022

Anorexia disuelta, en látigos de bruma

 

Anorexia disuelta, en látigos de bruma
de los vértigos nauseados, habilosa parodia,
moluscos de las intenciones morriñosas,
verso sísmico para la perpetuidad de neófitos.
He premiado la floresta, los sables políglotas
de mi congoja he rimado en lentitud.
Recaliento las rocambolescas súplicas,
los talentosos esternones forzosos,
ahora, desde las fraseologías jadeantes,
círculo emplumado ese escorpión galáctico,
esa humorada nube de consonantes pujando,
ese pretérito y sus colmillos…
husmeo entre otras quejas, maquillajes
evolutivos de la niebla.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 10 de enero de 2022

He visto noches sumisas de placer eterno

 

He visto noches sumisas de placer eterno y condecorado.
Las cruces sonríen al fundirse con sus voces escamosas idealizadas.
La mecánica prehistórica es posible como un solo rumor culpable.
El torrente blando ha marchitado al brutal ardid del perverso.
Ahora, tu mirada plegadiza no titubea en la nieve de la promesa.
Las tiaminas de la madera fetal se enlustrecen de sonrojo salivoso,
cuando el inexhausto rito quiebra a pedazos nuestras vidas.
Desgranar el mar en lo inexistente que descose bajo las horas sublimadas
de punto suspensivos es empezar de nuevo la vigilia de la glicerina encopetada.
Pero no, todo está sin heredero de quijada invisible iridiscente
para construir ese acto espiritual con furor imprecatorio alfa beta.
Lucha lunar del reloj frenético de pieles congeladas disfruta la
resignación y peregrinación de su franqueza sonreída.
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 16 de diciembre de 2021

Con qué ordenó el pelambre de la luz

 

Con qué ordenó el pelambre de la luz
quiere sangrar, agorgojada, la silueta de la noche
de ajustado mar y necedades del resentimiento
y de ese modo acrecentar el trono erudito
que te doblega y enjoya cual torpe inercia
cuando, al fin, legible y enmarañado,
pasas escrutinio a la cautela del tiempo
y la encuentras ñoña a tu monotonía entera
en panales del esternón tan tibio, tan pervivido
en circulación de tropeles subterráneos
que promulgan, erotizando la victoria
y el talón mareado de mis cabellos
cargados de luto y beldad tras prueba
volátil y cosechadora, en el negror de su 
pompa majestuosa por donde salta el mundo.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 14 de diciembre de 2021

En la noche lanuda y cementada del ostracismo

 

En la noche lanuda y cementada del ostracismo,
emancipada ahora de la argumentación y del luto,
un receptáculo de esperanza negra me enmohece.
Oprime mi hueso jovial dibujando un elipsoide
y el peso de sus pecados al tacto lo atraganta.
Melena ilustre de la suerte: donde atraca el sufrimiento,
la idea acecha. Mordaz es la tonada herbácea del signo.
Triza, porque toda risa extraña temor.
Más un carro huracanado, mecate, y capa no morirán
por esta desesperación. Mejor, esperanzar a solas
y no pecar en vano, ese vano rebanado de ligerezas viudas.
¿Cómo el ciempiés? Oh patrón del triángulo bocarriba
y de su hipocondría tras estrellas y divulgaciones.
Escribir por escribir. A tienta. Apéndice del corazón,
urbaniza soberbia empapelada de escalofríos.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 12 de diciembre de 2021

Enciendo la cuarta dimensión de la resonancia

 

Enciendo la cuarta dimensión de la resonancia
y emerge mi alma.
Sobre lo distante un caucho nuclear hostigoso
flota en la magnetización luminiscente del ojo
de un bisonte.
Conmuto al colisionar la noche con un beso
repetido al neutralizar tinieblas,
y se hace movilizar más allá de su dolor amargo
dando alas fónicas ensalzando las ideas,
en las betas exóticas de la tarde abatida
viajan sus rayos gamma donde
culmina un grito elogiando la blancura del olvido
y hoy, justamente,
tintineando da señales un astro oscuro y dice:
-que un bruñido amor se ha recobrado-
surcando en los ramales más vulnerables de tu cuerpo
se enciende la cuarta dimensión de la resonancia
y emergen nuestros sueños desde su enclaustro
transfigurado.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 11 de diciembre de 2021

Elaboración cruz de tu alma dictadora

 

Elaboración cruz de tu alma dictadora
Haz el amor como en pretérito pluscuamperfecto
Desoja la muerte en pétalos de mi soledad
Pedaleando en el aire al incendio de mis dedos
como en luz rasgada de bisturíes y sándwiches
en turbia invención de aguas
Abrázame con la psiquiátrica melcocha de tu barba
Eternidad abeja que romance de cupido ya vivido
Rasguño del averno después del marco venturoso
Aclimatación pequeña llorada hacia mi pararrayo
del no acabar vencido
Vértebras acaloradas estridentes sobre mi cabeza
Fusil que atraviesa mi esternón mortuorio me cae
pesado por rueda del ruego de asunción
Convertibilidad de muerte cortó mis manos de
caderas flageladas, despertó mi desnudez
Viento en el dormir y dominar temblor del útero
oceánico decanta la lectura de mi voz germinal
Me amó tanto por el naufragio de los colores,
besó tanto por las adivinanzas del cocodrilo
Delirio pélvico persiste rodeándome azul vellón
Diálogos de la ingravidez encrucijada, relámpagos
de malaquitas celando mi adiós
Música de los muertos desperezados en mí
Etcétera, etcétera pierde tus ojos ultramarinos
lloviendo de regreso corte de cacho quemado verbal
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 10 de diciembre de 2021

Gramática

 

Gramática, retórica o dialéctica son la invención de lo vivido en
el deseo del verbo castrado de consuelo. Mi voz se hunde al cerrar
la gran mansión de sus sombras. La escayola va herida de incertidumbre
y busca su desesperación de abeja excavando en la miseria del viento.
Mi silueta sufrida y lastimada se confiesa desde su desnudez
centrípeta rezumando su pudor de topo bajo el orfanato del agua con
su batiente espolón. Mientras que allí se suaviza el lomo de la noche
enlutada de higueras entre los hechizos del ocaso y el destierro
de la poesía; se ataca en llanto de su muerte voluptuosa; tu voz
con voz paga, se sofoca cuando pierde los estribos musculosos.
-Déjame amor resucitarlo- Lapidación de nombres en la
montaña masculina digiere tanto a la vanidosa humanidad
con horizontes derrotados. Subsisto desde la nostalgia
corporal de las leyendas, con sus huellas digitales
va marcando la clandestinidad, parte de mí, parte de ti,
parte de atajo el concepto de las tesis con sus manos heladas…
¡Oh Chano! Tú que prohíbes la piedad desde sus alocuciones
con su precisión mecánica de muerte retorcida, me resucitas
en tu despecho… cabriolas, majadería, animal blasfemo,
déjame morir en tus garras…
Ivette Mendoza Fajardo



jueves, 9 de diciembre de 2021

Se abre el día en diéresis

 

Se abre el día en diéresis
en un armónium laborioso,
de gruñir palúdico concitando a su ardor oblicuo.
Desmadejo la armadura muerta del ensueño
y chapoteo en tu yermo de tan dulce furia,
como la dilatación más pecaminosa de tus susurros,
donde el infinito sacude la verdad dolosa
con sus alas corpulentas de hipnosis disipada.
En nuestras pupilas calculadoras se rehíla
la inefable mueca modulada del sigilo.
El etílico Diciembre es un camino bubónico
que le falta el augurio musgoso del ocaso.
Y nuestras caricias acordadas rezumando
en la prosa fascinante de la mañana
sobre el presuroso anhelo cuneiforme.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 6 de diciembre de 2021

La brisa, negra herida y parca

 

La brisa, negra herida y parca. Pienso y lloro.
Aspiro extravagancia en diluvio lisonjero.
Me condenso lívidamente; Manso reloj en altamar.
Sobrevuelo, impasible ardor de una soledad ciega.
Depuro, mitad tigre mitad piraña en rumoreo
con floreos que amenguan frutas en los siglos.
Flotante en aire, amortajada de sonrojos,
desacoplo tristes turgencias. ¿Me arrulla el mar?
Si, mis peces inmaculados con verde amargor
me mira la tozuda simplicidad; descuelga ceguera,
apesta su desahogo; suministra, ríspida lontananza
descomunal de vez en cuando, mi dulce antorcha,
hay más semejanzas en estas líneas antojadizas,
con tus presentimientos, que lamentan vientos,
malvado humo, tranco coqueteo; el ensanche,
con blanqueado cortejo, en la genitalidad de la noche.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 5 de diciembre de 2021

Vaporización en la reminiscencia gozosa de tu cuerpo

 

Vaporización en la reminiscencia gozosa de tu cuerpo.
Encadenamiento de laberintos demenciales en tiempo atómico.
Brumas en solidificación esférica para inventarte
un mundo de melancolía como una noche peregrina,
en un instante refractario de dolor hasta su rayo incidente,
¿Del por qué el amor bulle en su punto de fusión termodinámica?
¡Un ser luminiscente!
Vamos zumbando como abejas hasta los  positrones de nuestras
colmenas, para renovar el eje exacto del espíritu, de un sueño olvidado.
Yo lo sé tú lo sabes:
Pragmatismos contra las rocas de la humanidad, socaban,
la ternura, asustarán en su estancia alfa el respiro de sus
ojos geométricos.
Apertura nuclear de las visiones muerde la sonrisa
de un acelerador lineal lleno de ansias y tristezas,
siempre tendremos piel mojada por el agua pesada,
para corroer el pasado de los muertos, amorfos de
lágrimas orgásmicas, persistentes en el toque de sus
infinitudes.
Recorremos paraísos cabalgando en caballos de vapor,
entre su magnitud y valor de sus ardores, el sexo es una
miel que se disfruta sin caída de tensión, su campo
eléctrico nos cuela, nos estruja, pulveriza nuestros huesos
hasta hacernos, ¡Oh luminiscencia de alma entera y unitaria!
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 4 de diciembre de 2021

El tiempo sideral desova con esmero la blasfemia de los párpados

 

El tiempo sideral desova con esmero la blasfemia de los párpados,
la vellosidad de un rocío que deja saber la veracidad de la existencia,
la majadería pueril de un ángelus encorajinado.
Un vagido más llena la distancia anónima de esta substancia
apesadumbrada.
Hay lejanía visceral en todas las cosas que transitan por el
colmo retractable,
una alteración tangible con dichos y decires de uñas vertiginosas,
un inédito muslo de integridad marsupial lleno de encomios,
una raya dadivosa en un círculo de cuencas amanecidas,
a la resequedad taumatúrgica de un abismo que precisa agrio-azul
a cada momento su más pronto ocaso.
Rondo en el acróstico blindado ante la jaqueca impensada,
el cefalópodo nupcial barre ya consumada estrella de sí mismo
nada se puede arengar a tanto exceso de gloria.
Las letras me avientan indecisas al tormento con donaire,
me codifican la amistad de serosidades en la esclavitud del alma.
Mis ojos se arrastran como tórtolas en lágrimas desechas de
aprendizajes desempleados.
El mundo del capricho pliega su fluorescencia ambigua,
amengua aún más lo indescriptible de la vida.
Ivette Mendoza Fajardo



Ahora sedimentaba azur, encogida tu alma


Ahora sedimentaba azur, encogida tu alma
de flácido bostezo. Endienta -solacea.
Hoy he sido la estatura casual del olvido
que busca tus ojos en el reflejo de
farsa milagrosa y
en la desceñida estancia pulula
como los miriápodos de los pernos.
Quizás un instante que busca una grafía
en su última estela de órbita inquieta,
la grafía del pánico resguardando su
torpe elegía que se acuerpa al
silencio como ese fuego redentor.
Ahora eres vigorizante ante el
húmero vibrátil cariado de la noche,
bien, siendo lo que eres:
-Yo teñida de soles rarefactos 
en el orden de piscis- un tanto así
que el alma abotagada descienda
a una esquirla del mar
entera e indisoluble.
Ivette Mendoza Fajardo