Poemas Abstractos, Poesías, Poeta Nicaraguense Ivette Mendoza Fajardo (Ivette Urroz), Nicaragua, Managua América Central, sacuanjoche, Poemas Contemporaneos, Poemas
martes, 1 de marzo de 2022
Entre tanta ternura
Entre tanta ternura delincuencial de las palabras
domingo, 27 de febrero de 2022
Garuas bárbaras de vida eterna
Garuas bárbaras de vida eterna,
en sus tonadas secas, mármoles tristes le rayan;
en un gorgoteo piojento, lo lúgubre embrutece.
La inutilidad anacrónica del hidrocarburo, los días
sentimentales de verdades desaliñadas se resumen,
y donde el panorama erudito ahoga, se agotan
dramáticas, acostumbradas por dentro de su aburrimiento,
mohosas, despobladas, domesticándose
-insospechablemente-,
sus tripas agrias ellas encadenan, azogadas de epopeyas sonrosadas.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 26 de febrero de 2022
Presuntuosa madrugada
Presuntuosa madrugada de quemazón y cepas:
cual endeble sombra protectora que contiene
las nubes de saltamontes del susurro
y la gracia perseguida de la muralla solterona
antes del derrame incoherente de su salvación;
escarapela cenicienta que al final de su capitel
soporta toda la noche su frente henchida
en la bocina oscura de su penumbra cautiva;
plumas de saliva que desarmo sin tiempo,
!Durmiente ruego en hoja cristalizada de rutinas!,
hasta dejar en mi pecho la calcárea luz
del llovido rostro, como un navío oscuro
y migajas donde lentece esa agraz pasión.
Ivette Mendoza Fajardo
Por aquella insaciable flor
Por aquella insaciable flor del puñal fui a escudriñar
otra primavera, como el alma esa, bien audaz
sobre un advenimiento de sollozo terso
con la sal viva y relumbrada de una vasta
saciedad de interrogación apaciguada.
El levantamiento del otoño y su predicado
labial habían enjuiciado nuestros símbolos
combosos , cual
embrujos infantiles,
hasta desparramarlos en el enigma reversible
del paraíso tirante a ser tragados por ese
torbellino juicioso de aires dóciles revoltosos.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 23 de febrero de 2022
La hiedra menstruante busca lo transitorio
La hiedra menstruante busca lo transitorio.
El garboso pilar que sostiene
la sosegada marquesina del Olimpo.
El semblante del santuario abatido
donde el espíritu de sal conforta
las siluetas apostadoras de los minotauros.
La abollada roca de la clepsidra
que retiene en su mollera la copulación
del constipado tiempo gótico.
El hermetismo de la cumbre de mármol
de los tabiques poderosos
que enaltecerá la hierba
sobre el granizo mental.
El granito de la fe del tanque de agua
que divisa los huertos
y cuyas gotas habrán de envilecer
la niebla coja que relega
las romanzas y los galeotes
la orgía del lamento borrado por el légamo
la cicuta piadosa del amar
la franca goma perpendicular
bajo la sufrida justicia de los vientos.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 21 de febrero de 2022
Resuello de alas insulsas
Resuello de alas insulsas
es tu apacible felicidad.
Melodía asidua
en el aullido aventurero.
Persistencia primordial,
inclinación de la sierpe
recién iluminada.
Nereida
canalizando
el acercamiento
con los tambores
razonadores, esforzados
y abatidos.
Juegas a maromear el silencio
con su vientre ciego,
y la vasija del injusto acaso
es el instante
en el que te ansía
el mundo irreflexivo,
y su burbuja profética,
pretende mostrar mis manos
en tu revuelo.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 18 de febrero de 2022
La tanqueta del sigilio abdominal
La tanqueta del sigilio abdominal, cual sirena
taciturna,
su caminar de funeral en jeroglífico castizo azaroso,
la suavidad retoma las etéreas magnolias del omoplato.
Sus opresivas balas es la flema de su timidez
extrovertida
y la cuerda fiel de la nada envidiándome de crepúsculo.
No es un metal desamorado, es la tierra tenebrosa
sobre esta llaga de mundo efímero que he llamado
¡Espíritu candoroso mercenario!,
explosión aturdida de airosa falsedad como
abrazo del agujero agotado
como una brújula de vigor arqueado.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 16 de febrero de 2022
Si el río llora es porque las piedras se deprimen
Si el río llora es porque
las piedras se deprimen en tus brazos, ahora es la
sintonía del verano
quien me pasa un pañuelo entre el alma y el tiempo.
Lo demás es una estancia fugitiva. No queda mucho,
apenas,
la natura atormentada guarda pequeños itinerarios de
dolor
en la edad de la palabra pecadora.
Sarampión meditabundo como última súplica
del rito enésimo enésimo, enésimo,
hasta que si calla otorga, quema, sufre,
quema y se enfría… como un rumor
de rieles atascado en mí, como si fuera
mi paño de lágrimas.
¡Ah lo considero muy gentil!, pues dice tener un
gran lugar en el vacío como si todo se sintiera
en una liviana y gallarda blancura,
pero va, va, va más allá de esa
búsqueda continua no de dolor ni de
transparencia sino como de heridas abismales
de lujuriosos placeres hasta el frío arrepentido
del olvido sobre las deshauciadas nimiedades.
¡Lo gentil es un redil prohibido! que se enfada
midiendo la longitud de mis pesares, de los
tuyos que cuando llega la noche abuhada, esta nos
arrastra hacia los mares radiografiados de llanto…
mares que nos atan del cuello. Bien el que
no las debe las penumbras compasivas lo guardan…
Ivette Mendoza Fajardo
Aquí ante un voluptuoso sol
Aquí ante un voluptuoso sol, como sobresaltado vencedor
y salpicado de una líquida paz mi apesadumbrado
llanto desfigura. El primer miércoles divino decenas
de cuervos personificaban miles de estrellas semidormidas
silenciando la noche, repicaban en la húmeda y
malévola prisión para facilitar la ingle del fuego. En el
pretil
de la mañana, un relámpago incólume las
rigideces
de la pregunta atraviesa. A pesar de la oscuridad, ha triunfado
el primer muerto estafador. Cualquier dios propone
hacerte poema. Estaba tan maltrecho, tan lacteado
y tan lacónico el rompeolas, que hicieron posible
una premura de existencia sin ropa articulada, articulada.
¡Oh y el buen samaritano ante esa terquedad
bastante abundante! es cuando la constancia de la dicha
al revés en los primeros encuentros decide enmarcar
algún celaje de aprensiones.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 14 de febrero de 2022
Danzan, danzan las estrellas danubianas
Danzan, danzan las estrellas danubianas
sobre mi tumba fiel en una noche barroca.
Recordación incesante de todos
sus desengaños era su diario vivir.
Los cuervos canturrean en la quinta
sinfonía desentonados.
El elefante anheló eternamente
a ser un panal de ideas .
Bisontes dramáticos nos calculan
el tiempo como hormigas abnegadas.
La aurora presumida era seductora ineludible
de mis pensamientos endecasílabos.
Llevas en tu sangre el torrente frutecido
del toque de Midas.
Va la borrasca mecanografiando estruendos
en cuanto sueña salmos.
Estremecimiento de pétalos lucíferos
remedos de los astros.
Pistola del cielo guardián y capucha de acero
en el cascabel beato.
La resignación es el lloriqueo matutino
de mil labios ansiosos sin perfume.
Compone un soneto la calmosa alborada
de osadas rimas.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 13 de febrero de 2022
La noticia mana sangre de las manos
La noticia mana sangre de las manos
y coágulos de tu ausencia el pasillo indolente.
Ganglio entristecido serpentea entre los abetos...
¡Y una gran confabulación en la floresta!
Suspirosos los musgos de mí nostalgia
y más en alborada el alma sopla restituida,
fraccionando los adjetivos por injusto silencio.
Empaña la muerte con su menjunje el mundo...
¡Y una gran confabulación en la floresta!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 12 de febrero de 2022
Pómulo sediento de occipital ahínco
Pómulo sediento de occipital ahínco,
tu imaginar que me extasía como un omicrón
lujurioso, la lengua del maxilar deseo, incoherente
pasión cervical cuyo vino no apetece ningún olvido.
Pero sublimada con esa fábula dorsal, solo
breve estalla tu sueño como un guantazo azul en alerta:
su parloteo que espera algún sufrimiento, y en su
acaso tiene la astucia de conocer tu axiomático
secreto.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 11 de febrero de 2022
Relega la palabra flexuosa
Relega la palabra flexuosa, el borde regitivo.
Esa colina sinusoidal y evocativa bajo la escápula de
los amaneceres.
La gallofa florecida donde aprendí el encopado argot
de la primavera.
Olvidar el argumento que te envolvió en la oscuridad
de una mañana
que arrebató y moteó el aburrimiento de tu cuerpo,
exponiendo
duplicativamente su pregunta isóbara como
recalcando repuesta sin falanges sabihondas.
Y olvido el cataclismo del paraláctico mutis, el más
solo, el que aún
anidas sin lograr traspasar el indicio prosístico en
rebelión para
el argot articulado que jamás emponzoña tu inquietud.
Esta es la repulsión en tregua de tu infancia, en
tregua de tu infancia.
Aquí la zozobra se imagina más breve y el momento más
fortuito.
Y el valor de cambiar el reino luminoso que promueve
tu resuello.
Y tus sentimientos te llevan desde el fondo hasta la
cumbre,
y enseñan tu alma rodeada de senos, pechos, dolores,
dolores,
dolores, dolores y más….
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 10 de febrero de 2022
Texting al gusto del paladar de ruego cristalizado
Texting al gusto del paladar de ruego cristalizado acaso,
he pedido la sobriedad bajo ese adiestramiento como
esta noche fantasmeada percibiendo siempre sobre
la misma propuesta ansiosa abrazada a ti, y se apoltrona.
Entre bastidores del naufragio un verso de tu pupitre
el flemático vuelo de los muertos derribó.
La tardía posibilidad retintineaba sobre algún efluvio
secreto
en las carrozas del poema alobunado.
Conflictos técnicos insuperables alcanzaron
a palpar el jabonoso oleaje de resina gutural cotiloidea,
angustiando tu intuición rebobinada a lo real,
desde la luz martirizante de un eclipse exánime
mi escritura de cada instante rábido de
elegancia,
la recóndita tenacidad que invade esfinges
personificadas
en aullidos que agujerean el alma amazacotada.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 6 de febrero de 2022
Escucho una voz que nos pregunta
Escucho una voz que nos pregunta
por profundos barrancos de amígdalas
mientras nadan las medusas malhechoras
y sus tentáculos son partícipes del delito.
Qué el aire que se traga esa efervescencia,
Qué en el fardo de tu deseo una sílfide llora,
Qué lamenta el geranio contra fría grasa
Qué un silencio que alza escollos con dragones,
Qué el cielo azul, ha formalizado en sus letargos
no se oye ahora el rugir de una idea gangrenosa
que pregunta si esta boca es mía, tanto
así, como cuando repicó tu voz en mi mente
y decía amor: !Abre tus ojos mancillados!
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 4 de febrero de 2022
Las piernas apacibles se reconcilian en pares
Las piernas apacibles se reconcilian en pares pero en
una recta sagaz
los dedos son las flechas de Cupido que atraviesan el
corazón de Zeus.
El alma, como una flor que se aproxima al horizonte,
crece, luego
como revivida de un cuento ceniciento fluye en
un legado de promesas de úteros gentiles.
Mi cabello es mi cruz que habita en mi pecho
y mana sangre con dulces consecuencias como
un extraño ritual que me obliga a pensar en ti.
La mano analfabeta, sus claves secretas, no puede
descifrar
pues bien sino lo sabes, ellas escapan de sus ojos
como fugitivas.
Un fantasma huele el cándido tesoro de la ilusión y
danza
con su traje blanco ensartado en una discusión.
La música sigue despierta, alborozada, palpitando e
insatisfecha,
velando por su desdicha, moliendo la paz de
una angustia en vuelo raso y permanente por eso
es que al fin y al cabo, el gran buitre sigue tocando
La Novena Sinfonía de Beethoven; ahora la melodía me
hace
prisionera imprevista de tu amor.
Habría que elegir la luz misántropa de su interior que
era
la melancolía en cada pentagrama eclíptico sobre su
sentido
de humor y que desgarró tanto el espacio como el
tiempo
exhalando así universos de balas esbeltas trazadoras.
O como cuando ellas confunden, deseos, manos, dedos,
torsos, quejas,
música en sus ondas expansivas…
Ivette Mendoza Fajardo
los dedos son las flechas de Cupido que atraviesan el corazón de Zeus.
El alma, como una flor que se aproxima al horizonte, crece, luego
como revivida de un cuento ceniciento fluye en
un legado de promesas de úteros gentiles.
Mi cabello es mi cruz que habita en mi pecho
y mana sangre con dulces consecuencias como
un extraño ritual que me obliga a pensar en ti.
La mano analfabeta, sus claves secretas, no puede descifrar
pues bien sino lo sabes, ellas escapan de sus ojos como fugitivas.
Un fantasma huele el cándido tesoro de la ilusión y danza
con su traje blanco ensartado en una discusión.
La música sigue despierta, alborozada, palpitando e insatisfecha,
velando por su desdicha, moliendo la paz de
una angustia en vuelo raso y permanente por eso
es que al fin y al cabo, el gran buitre sigue tocando
La Novena Sinfonía de Beethoven; ahora la melodía me hace
prisionera imprevista de tu amor.
Habría que elegir la luz misántropa de su interior que era
la melancolía en cada pentagrama eclíptico sobre su sentido
de humor y que desgarró tanto el espacio como el tiempo
exhalando así universos de balas esbeltas trazadoras.
O como cuando ellas confunden, deseos, manos, dedos,
torsos, quejas, música en sus ondas expansivas…
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 3 de febrero de 2022
Los difuntos dialogan en sus mil años de soledad
Los difuntos dialogan en sus mil años de soledad.
Sus apacibles corolarios no palpitan entre los abetos.
No bostezan.
¡Monarquía obstinada!
Ejecuto la existencia entre astros aturdidos.
Todo suma entre nosotros ante el infinito exasperado.
El gran corazón del relámpago echa a rodar el tiempo.
¡Inverosímil siembra de la mentira!
Un desenlace funesto en la ingle del saber.
La perseverancia quema sus calorías de amor,
como dolencia en la ventana desalmada,
descomedida. Casi siempre el oro de sabor
fresa trota desanimado por impróvida alquimia.
En cada aurora la conspiración salta de contento.
Me domina el olvido, me obliga a cantarle al silencio.
Piñatas de la luz se quiebran en su predicción
de argamasa eternizada.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 1 de febrero de 2022
Crispa ojera a la medusa del génesis
Crispa ojera a la medusa del génesis,
abaten sus manantiales florecidos de
mediodía con la rabia y el lamento de su utopía.
El desvelo se entretiene, la hora se inmuta
la venganza roja del unicornio al acecho,
la antorcha, la bandera, la pistola,
por el rencor atávico de la noche eterna.
Aletea la saliva lunar de los difuntos
en una sinfonía envejecida en duetos
por el último venado que increpa a la luna.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 31 de enero de 2022
Después de un largo tiempo
Después de un largo tiempo
arrugas crepusculares crecen
sobre el rostro golpeado de una consonante
y yo regreso a ver sus ojos verdes de tristeza,
su cabello de luna y de vocales gordas,
su agrietada sonrisa de mármol temeroso
y el azahar mustio de sus labios sustantivados.
Pro deletreada
configuro adverbios diluyentes en un beso,
me dirimo en adjetivos ungulados
en un festín de abecedarios seráficos
con el libre albedrío sediento de metáforas.
Entretención de bruma plañidera
después de un largo tiempo
brota la furia de un bisonte en ultramar y
una lengua que confunde
silencio por misterio,
misterio por voluntad,
voluntad por soledad,
confundió su boca de zigzag
escapándose de las manos del presente.
Luego, luego, luego cantó el gallo inocentón,
cantó el gallo inocentón, cantó el gallo...
se albergó en su dicha.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 27 de enero de 2022
En las pendientes del ideal retorno
En las pendientes del ideal retorno ondula su móvil
lucidez
un incógnito de entelequia amenaza en la aurora
y en el aire una abstracción de contraseñas inventa
pixeles sin resonancia
oquedades de la lobreguez.
Cuántos amores geométricos este cosmos sin límites
fantasea espejismos de epifanía.
Autopistas de instintos sin fatiga
impúberes pavorosos que pactan con el silencio
mientras convierten el resguardo de tus labios
placenteros
en un roce de senos de escarchas enrejadas.
Un sonido velador puntea el vacío de cada huso
horario
y una herbívora campana me ahonda con tormento.
Nunca en toda su pujanza, la historia tiembla contra
el miedo;
sembrando ya su herencia quizás
en un seto incinerado de frialdad,
va sintiendo que la doliente quimera del tiempo
es el aleteo de los días parpadeando a lo oscuro,
velando su peliagudo claroscuro reino del enigma
de nuestros místicos cuerpos que interrogan inciertamente
a su estremecida alba termo cauterizada en venas profundas.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 24 de enero de 2022
Hay cosas que no comprendo
Hay cosas que no comprendo:
Un lápiz ecuánime escribiendo en el cielo.
Muchos difuntos futuristas labrando huesos.
Las horas miedosas contagiadas de Covid -19.
Un canto degollado de equilibrio.
Un triángulo cuadrilátero abrumado
sosteniendo la fragilidad del mundo.
Un barrilete de carcajadas ondulantes.
Un almanaque en el contento del ayer.
Una lágrima en el sueño de la luna ungulada
tanto así, por el último zumbido del Big Bang.
El zumo de una pestaña que me desgarra.
La biografía de un ojo en la mudez del alba.
Tu susurro que deambula por el mundo,
siendo el tiempo tan largo
que sueña una vida inmortal
con una armadura más fuerte que un roble.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 23 de enero de 2022
Un cielo disoluto teñido con convulsiones escarlatas
Un cielo disoluto teñido con convulsiones escarlatas,
factorizan los celajes falibles y los sinsabores
termostáticos;
el crepúsculo se incolora desde su melomanía hija de
un parlante,
como una macarrónica argamasa de su gruñido espacial.
Y granjean ballestas invidentes, plumíferas
embrionarias
a través del guardapolvo de un plenilunio cesanteado,
y una ola renegada entre los faisanes de la noche,
rubrica en silencio sobre mutabilidades de almario,
y devorándose ampliamente en medio del delirio
inculto,
un entreabrir de cadencia peregrina que despierta un
intento sideral ocultándose en su destino dactilar,
barcadas que se agitan en el orfelinato de la lluvia
enquistada,
y presagios con estrías mensuales aterrizando
sobre siete palabras malcriadas biodegradables.
Ivette Mendoza Fajardo
Desanudaría todas las lenguas llenas de apetitos
Desanudaría todas las lenguas llenas de apetitos en su
soflama ecléctica
La cama cobija otoños como una burla a la muerte
juglar en dueto
El pan es el signo en que los cartílagos ahora duermen
y entrega su alma a los mares con los colmillos dilectos de la luz
Borré la ojeriza en los ojos y se quedó en el yermo de
mi sangre
Eco de incesante repicar en rómbica curva donde la
realidad es
una línea injusta desleal con bocas ajenas en duermevela.
Objetos tragados por un colágeno tosco vacío que
dibuja
una carcajada suelta dramaturga obnubilada
Palabras efusivas despeinadas…con uñas pintadas,
sabias como
un profeta que colapsa granizos juveniles en vientres estrafalarios
Hay un opaco dolor ante este frío negro que se
aglomera
como la lluvia en cada gota pintarrajeada de
invenciones
Agua laboral que al cuentear contrasta con la vértebra milagrosa
en su ceremonia prohibida bajo su filosa verdad en los abetos
Una terraza labiodental evaporándose de quietud
invernal
intransigentemente labra el surco de su existencia
para dar
cabida a la ciencia temerosa que esconde su cola de
ardilla
en poros tejidos de vanidad prolongando los caminos del remordimiento.
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 21 de enero de 2022
El hidrógeno danzarín de la eternidad ennegreció
El hidrógeno danzarín de la eternidad ennegreció.
La nada se eriza recostada en mi hombro dócilmente.
En un giro de luz el cielo despliega
sus alas febriles y bucólicas estentóreamente.
Y tú, con tu lágrima divina,
golpeas mis sentidos en busca del encuentro.
Del mar a la mar, un barco que olvida su desosiego
sobre un poniente de ojos macilentos.
Hoy acaricié la sensibilidad luminosa del mundo,
las huellas crepitantes que dejaron tus pasos
oxigenados,
la odorífera existencia que quema por dentro
para invocar la quimera de la reminiscencia.
Entonces quedó mi interior vibrando
como un mar alborozado purificando almas,
un planeta prometedor que revela un misterio
en imágenes, júbilos y abstracciones.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 19 de enero de 2022
Se abre en cruz un cielo agonizante y acalambra el mundo
Se abre en cruz un cielo agonizante y acalambra el mundo
los valles del Partenón sus emociones
en el madrugado contento del infinito
ahondar es regresar en el viento eucarístico
germina el cántico la pared del deseo
saliva solitaria ama el monasterio de la pena
asimétrica la estatua de tu hora escorpión
marea de labios en la cintura asesinan minuteros
gusto centrípeta en el latido sordomudo de tu alma
afinada hasta la cuadratura reverente del orgasmo
grifo de la noche, aterrado en su eternidad,
el ímpetu del pensamiento deslíe nuestros ósculos.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 15 de enero de 2022
Anorexia disuelta, en látigos de bruma
Anorexia disuelta, en látigos de bruma
de los vértigos nauseados, habilosa parodia,
moluscos de las intenciones morriñosas,
verso sísmico para la perpetuidad de neófitos.
He premiado la floresta, los sables políglotas
de mi congoja he rimado en lentitud.
Recaliento las rocambolescas súplicas,
los talentosos esternones forzosos,
ahora, desde las fraseologías jadeantes,
círculo emplumado ese escorpión galáctico,
esa humorada nube de consonantes pujando,
ese pretérito y sus colmillos…
husmeo entre otras quejas, maquillajes
evolutivos de la niebla.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 10 de enero de 2022
He visto noches sumisas de placer eterno
He visto noches sumisas de placer eterno y condecorado.
Las cruces sonríen al fundirse con sus voces escamosas idealizadas.
La mecánica prehistórica es posible como un solo rumor culpable.
El torrente blando ha marchitado al brutal ardid del
perverso.
Ahora, tu mirada plegadiza no titubea en la nieve de la promesa.
Las tiaminas de la madera fetal se enlustrecen de
sonrojo salivoso,
cuando el inexhausto rito quiebra a pedazos nuestras
vidas.
Desgranar el mar en lo inexistente que descose bajo las
horas sublimadas
de punto suspensivos es empezar de nuevo la vigilia de la glicerina
encopetada.
Pero no, todo está sin heredero de quijada invisible iridiscente
para construir ese acto espiritual con furor imprecatorio alfa beta.
Lucha lunar del reloj frenético de pieles congeladas disfruta la
resignación y peregrinación de su franqueza sonreída.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 16 de diciembre de 2021
Con qué ordenó el pelambre de la luz
Con qué ordenó el pelambre de la luz
quiere sangrar, agorgojada, la silueta de la noche
de ajustado mar y necedades del resentimiento
y de ese modo acrecentar el trono erudito
que te doblega y enjoya cual torpe inercia
cuando, al fin, legible y enmarañado,
pasas escrutinio a la cautela del tiempo
y la encuentras ñoña a tu monotonía entera
en panales del esternón tan tibio, tan pervivido
en circulación de tropeles subterráneos
que promulgan, erotizando la victoria
y el talón mareado de mis cabellos
cargados de luto y beldad tras prueba
volátil y cosechadora, en el negror de su
pompa majestuosa por donde salta el mundo.
Ivette Mendoza Fajardo
martes, 14 de diciembre de 2021
En la noche lanuda y cementada del ostracismo
En la noche lanuda y cementada del ostracismo,
emancipada ahora de la argumentación y del luto,
un receptáculo de esperanza negra me enmohece.
Oprime mi hueso jovial dibujando un elipsoide
y el peso de sus pecados al tacto lo atraganta.
Melena ilustre de la suerte: donde atraca el sufrimiento,
la idea acecha. Mordaz es la tonada herbácea del
signo.
Triza, porque toda risa extraña temor.
Más un carro huracanado, mecate, y capa no morirán
por esta desesperación. Mejor, esperanzar a solas
y no pecar en vano, ese vano rebanado de ligerezas viudas.
¿Cómo el ciempiés? Oh patrón del triángulo bocarriba
y de su hipocondría tras estrellas y divulgaciones.
Escribir por escribir. A tienta. Apéndice del corazón,
urbaniza soberbia empapelada de escalofríos.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 12 de diciembre de 2021
Enciendo la cuarta dimensión de la resonancia
Enciendo la cuarta dimensión de la resonancia
y emerge mi alma.
Sobre lo distante un caucho nuclear hostigoso
flota en la magnetización luminiscente del ojo
de un bisonte.
Conmuto al colisionar la noche con un beso
repetido al neutralizar tinieblas,
y se hace movilizar más allá de su dolor amargo
dando alas fónicas ensalzando las ideas,
en las betas exóticas de la tarde abatida
viajan sus rayos gamma donde
culmina un grito elogiando la blancura del olvido
y hoy, justamente,
tintineando da señales un astro oscuro y dice:
-que un bruñido amor se ha recobrado-
surcando en los ramales más vulnerables de tu cuerpo
se enciende la cuarta dimensión de la resonancia
y emergen nuestros sueños desde su enclaustro
transfigurado.
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 11 de diciembre de 2021
Elaboración cruz de tu alma dictadora
Elaboración cruz de tu alma dictadora
Haz el amor como en pretérito pluscuamperfecto
Desoja la muerte en pétalos de mi soledad
Pedaleando en el aire al incendio de mis dedos
como en luz rasgada de bisturíes y sándwiches
en turbia invención de aguas
Abrázame con la psiquiátrica melcocha de tu barba
Eternidad abeja que romance de cupido ya vivido
Rasguño del averno después del marco venturoso
Aclimatación pequeña llorada hacia mi pararrayo
del no acabar vencido
Vértebras acaloradas estridentes sobre mi cabeza
Fusil que atraviesa mi esternón mortuorio me cae
pesado por rueda del ruego de asunción
Convertibilidad de muerte cortó mis manos de
caderas flageladas, despertó mi desnudez
Viento en el dormir y dominar temblor del útero
oceánico decanta la lectura de mi voz germinal
Me amó tanto por el naufragio de los colores,
besó tanto por las adivinanzas del cocodrilo
Delirio pélvico persiste rodeándome azul vellón
Diálogos de la ingravidez encrucijada, relámpagos
de malaquitas celando mi adiós
Música de los muertos desperezados en mí
Etcétera, etcétera pierde tus ojos ultramarinos
lloviendo de regreso corte de cacho quemado verbal
Ivette Mendoza Fajardo
viernes, 10 de diciembre de 2021
Gramática
Gramática, retórica o dialéctica son la invención de
lo vivido en
el deseo del verbo castrado de consuelo. Mi voz se
hunde al cerrar
la gran mansión de sus sombras. La escayola va herida
de incertidumbre
y busca su desesperación de abeja excavando en la
miseria del viento.
Mi silueta sufrida y lastimada se confiesa desde su
desnudez
centrípeta rezumando su pudor de topo bajo el orfanato del
agua con
su batiente espolón. Mientras que allí se suaviza el
lomo de la noche
enlutada de higueras entre los hechizos del ocaso y el
destierro
de la poesía; se ataca en llanto de su muerte voluptuosa; tu voz
con voz paga, se sofoca cuando pierde los estribos
musculosos.
-Déjame amor resucitarlo- Lapidación de nombres en la
montaña masculina digiere tanto a la vanidosa
humanidad
con horizontes derrotados. Subsisto desde la nostalgia
corporal de las leyendas, con sus huellas digitales
va marcando la clandestinidad, parte de mí, parte de
ti,
parte de atajo el concepto de las tesis con sus manos
heladas…
¡Oh Chano! Tú que prohíbes la piedad desde sus
alocuciones
con su precisión mecánica de muerte retorcida, me
resucitas
en tu despecho… cabriolas, majadería, animal blasfemo,
déjame morir en tus garras…
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 9 de diciembre de 2021
Se abre el día en diéresis
Se abre el día en diéresis
en un armónium laborioso,
de gruñir palúdico concitando a su ardor oblicuo.
Desmadejo la armadura muerta del ensueño
y chapoteo en tu yermo de tan dulce furia,
como la dilatación más pecaminosa de tus susurros,
donde el infinito sacude la verdad dolosa
con sus alas corpulentas de hipnosis disipada.
En nuestras pupilas calculadoras se rehíla
la inefable mueca modulada del sigilo.
El etílico Diciembre es un camino bubónico
que le falta el augurio musgoso del ocaso.
Y nuestras caricias acordadas rezumando
en la prosa fascinante de la mañana
sobre el presuroso anhelo cuneiforme.
Ivette Mendoza Fajardo
en un armónium laborioso,
de gruñir palúdico concitando a su ardor oblicuo.
Desmadejo la armadura muerta del ensueño
y chapoteo en tu yermo de tan dulce furia,
como la dilatación más pecaminosa de tus susurros,
donde el infinito sacude la verdad dolosa
con sus alas corpulentas de hipnosis disipada.
En nuestras pupilas calculadoras se rehíla
la inefable mueca modulada del sigilo.
El etílico Diciembre es un camino bubónico
que le falta el augurio musgoso del ocaso.
Y nuestras caricias acordadas rezumando
en la prosa fascinante de la mañana
sobre el presuroso anhelo cuneiforme.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 6 de diciembre de 2021
La brisa, negra herida y parca
La brisa, negra herida y parca. Pienso y lloro.
Aspiro extravagancia en diluvio lisonjero.
Me condenso lívidamente; Manso reloj en altamar.
Sobrevuelo, impasible ardor de una soledad ciega.
Depuro, mitad tigre mitad piraña en rumoreo
con floreos que amenguan frutas en los siglos.
Flotante en aire, amortajada de sonrojos,
desacoplo tristes turgencias. ¿Me arrulla el mar?
Si, mis peces inmaculados con verde amargor
me mira la tozuda simplicidad; descuelga ceguera,
apesta su desahogo; suministra, ríspida lontananza
descomunal de vez en cuando, mi dulce antorcha,
hay más semejanzas en estas líneas antojadizas,
con tus presentimientos, que lamentan vientos,
malvado humo, tranco coqueteo; el ensanche,
con blanqueado cortejo, en la genitalidad de la noche.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 5 de diciembre de 2021
Vaporización en la reminiscencia gozosa de tu cuerpo
Vaporización en la reminiscencia gozosa de tu cuerpo.
Encadenamiento de laberintos demenciales en tiempo
atómico.
Brumas en solidificación esférica para inventarte
un mundo de melancolía como una noche peregrina,
en un instante refractario de dolor hasta su rayo
incidente,
¿Del por qué el amor bulle en su punto de fusión termodinámica?
¡Un ser luminiscente!
Vamos zumbando como abejas hasta los positrones de nuestras
colmenas, para renovar el eje exacto del espíritu, de
un sueño olvidado.
Yo lo sé tú lo sabes:
Pragmatismos contra las rocas de la humanidad, socaban,
la ternura, asustarán en su estancia alfa el respiro
de sus
ojos geométricos.
Apertura nuclear de las visiones muerde la sonrisa
de un acelerador lineal lleno de ansias y tristezas,
siempre tendremos piel mojada por el agua pesada,
para corroer el pasado de los muertos, amorfos de
lágrimas orgásmicas, persistentes en el toque de sus
infinitudes.
Recorremos paraísos cabalgando en caballos de vapor,
entre su magnitud y valor de sus ardores, el sexo es
una
miel que se disfruta sin caída de tensión, su campo
eléctrico nos cuela, nos estruja, pulveriza nuestros
huesos
hasta hacernos, ¡Oh luminiscencia de alma entera y
unitaria!
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 4 de diciembre de 2021
El tiempo sideral desova con esmero la blasfemia de los párpados
El tiempo sideral desova con esmero la blasfemia de los
párpados,
la vellosidad de un rocío que deja saber la veracidad
de la existencia,
la majadería pueril de un ángelus encorajinado.
Un vagido más llena la distancia anónima de esta substancia
apesadumbrada.
Hay lejanía visceral en todas las cosas que transitan
por el
colmo retractable,
una alteración tangible con dichos y decires de uñas vertiginosas,
un inédito muslo de integridad marsupial lleno de
encomios,
una raya dadivosa en un círculo de cuencas amanecidas,
a la resequedad taumatúrgica de un abismo que precisa
agrio-azul
a cada momento su más pronto ocaso.
Rondo en el acróstico blindado ante la jaqueca
impensada,
el cefalópodo nupcial barre ya consumada estrella de
sí mismo
nada se puede arengar a tanto exceso de gloria.
Las letras me avientan indecisas al tormento con donaire,
me codifican la amistad de serosidades en la
esclavitud del alma.
Mis ojos se arrastran como tórtolas en lágrimas
desechas de
aprendizajes desempleados.
El mundo del capricho pliega su fluorescencia ambigua,
amengua aún más lo indescriptible de la vida.
Ivette Mendoza Fajardo
Ahora sedimentaba azur, encogida tu alma
Ahora sedimentaba azur, encogida tu alma
de flácido bostezo. Endienta -solacea.
Hoy he sido la estatura casual del olvido
que busca tus ojos en el reflejo de
farsa milagrosa y
en la desceñida
estancia pulula
como los miriápodos de los pernos.
Quizás un instante que busca una grafía
en su última estela de órbita inquieta,
la grafía del pánico resguardando su
torpe elegía que se acuerpa al
silencio como ese fuego redentor.
Ahora eres vigorizante ante el
húmero vibrátil cariado de la noche,
bien, siendo lo que eres:
-Yo teñida de soles rarefactos
en el orden de piscis- un tanto así
que el alma abotagada descienda
a una esquirla del mar
entera e indisoluble.
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 25 de noviembre de 2021
El campo belicoso
¡El campo belicoso!
La escueta calandria,
la graciosa expectativa,
las artimañas cómplices de un dolor
que engaña a un estambre laborioso.
El paseo raudo de los rulos sin cautelas,
la distancia detenida que aclarece el temor
como una epopeya infecunda dentro del fango
como la tristeza hambrienta en la caleta abismal.
Llamas de papel hipotecando su clemencia,
clemencia de historias prepotentes con los ojos
llenos de cosas profanas y mujeres circulares.
Carburar
el silbido infernal del regocijo:
su sombra claveteada como único argumento,
único testigo, única mano de la terrorífica
enajenación.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 24 de noviembre de 2021
Me enerva el piélago monologado
Me enerva el piélago monologado, con desquicio de
relámpago
solariego, sarmentosamente pelirrojo,
y el fermento pisoteado de su guadaña me ruge
en la infinitud, ensortijando sigilosa y onírica
efervescencia.
En las mordisqueadas chimeneas moradas del cielo,
la cóncava eternidad va ahumando sus ácronas piruetas.
Nada salpica al astro marsupial su reverberar más
ocre:
ni el estático olvido, asustado en su opresión de otoño,
ni un amanecer llorado vegetal, de cautivo maullido de
candelabro adolescente y su fragua de revoltosa
gestación.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 14 de noviembre de 2021
Amortajados mugen los retumbos del pretérito
Amortajados mugen los estruendos del pretérito,
parangonan al compás de mi dolor confabulado.
Alimento páginas del presente combado
para no adjudicar arrecifes de tristezas y sus antojos
lentamente plegando sus hinojos insurrectos;
y bebo mi exordio en nombre del presentimiento:
mediante este sortilegio de vuelos y vacuos
porvenires tras la intención de una variante botúlica,
alguna vez exorcizando triturar su porcentaje amado.
Neutra se evapora la nostalgia debilucha de videncia,
anclando sempiternas pendientes y oros desahuciados.
Jamás desdoblaré atentando contra el parpadeo fisgón
a los almagres y grises remolinos líquidos deslenguados:
no me nutro de incógnitas insuficientes reintegradas al azar.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 10 de noviembre de 2021
Viene y va restallando
Viene y va restallando vulva del atardecer insomne
en la voz que centraliza la precisión atómica del crepúsculo.
Harto y sangrante maremoto que deshilacha
líquidamente la mueca aberrante del avestruz.
Concierto paquidérmico adelgazante bajo la luz
en fresco sentido, anclada en el pantano de nadie.
Yerga marioneta tartamuda y es una metáfora dúctil
columpiándose en la espera, galopando la muerte agorera.
Dintel de diente perverso aquilatado de angustia deja las cruces
sangrar en rombos, se acerca a su manuscrito dilecto,
viste la estancia con un ojo apagado y el otro girando
en la pausa eterna de las cosas.
Una garganta atrapa ratones y ahora son testigos
de los números romanos que tumban las promesas
de ser elogiados en el foso de humo.
Capullo rectilíneo de una pasión frutal dilapida un
himno repetitivo en la placidez del instante y es
la distancia de su código gris anestesiado o un
silencio vestido de ruidos organizados de mentiras
bronceadas acaudaladas de ironía.
Vistazo azul hecho de cielo y purgatorio, se hace
amigo de la verdecita, dibujado de mares barrocos.
Piruetas indomables cosquillean, cosquillean
el dulcísimo epílogo de la desesperanza ante
ese amuleto que la hace padecer de dolor en las ruinas
del pensamiento.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 20 de octubre de 2021
Libro quijotesco arrugado
Libro quijotesco arrugado del céfiro atolondrado, como un pálido trueno,
en tus páginas se requiebran las venas de la poesía ejecutada de marfil.
Rimas fulgurantes, entre pistilos fluctuantes, musicalizan en la nada.
Libro quijotesco donde el tiempo es: un andamio de salitre, un desvío
que remedia tu ausencia en la boca acertada de una sátira de fuego
y huye del rito imberbe lagrimoso sobre las mejillas del engaño.
¡Oh céfiro atolondrado! por el obtuso antídoto de tu desenfreno
se despide el agua del vacío y algo extraño ocurre, lo que vino después,
vino convencido dentro de una burbuja de presagios que sube por una
escalera de comedias de polo a polo emperifollada.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 17 de octubre de 2021
Espejo desmedido en corazón roto
Espejo desmedido en corazón roto
desadormece, despabila el cataclismo
de una ciencia sebosa, herida por los mares.
Instrumentación de un círculo enamorado
en el filo de la tarde retuerce
el zumo
de mi sombra.
Muere la palabra en su cántaro inmortal
y examina el ojo tiovivo con nudo de clac,
clac, clac fingiendo décimas corpulentas.
Humillación de verso divino en mi sobretodo
y responsabilidad de voces disecadas
asisten en desenfrenos de distancia vesical.
Tabla hermética vapulea los paralelos
intransigentes de culebras cluecas en
batallas laceradas de emoción párvula.
Bigotes de las nubes cocinan el amor
en bacinicas promesantes de alcanfor y
allanan la enmienda de queso de anatomía
superficial, mientras un puente mareado
de grandezas lleva su ilusión comprometida
junto a su quebranto que tanto ha amado.
Resistencia indecorosa del viento salta
la llanura del autoritario silencio quemando
su insomnio atribulado de pestañas falsas.
Ivette Mendoza Fajardo
lunes, 11 de octubre de 2021
Las frases más porfiadas
Las frases más porfiadas y amonedadas de perfil;
menguante gemebundo de la brisa,
se me asume por el litoral, a los cardinales,
en una trémula animación psicótica,
al polvo que araña el lomo del folklore.
Que los ritmos -que todo lo deliran-
y las invenciones encrucijadas -que lo saben todo-
son así las tijeras pujadoras rencamente derrotadas.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 10 de octubre de 2021
Ahora, rojo ensordecedor es el perímetro de una gota de lluvia
Ahora, rojo ensordecedor es el perímetro de una gota de lluvia
rúbrica y perpleja, que se agolpa en la esperanza ciega,
tratado de dominar los hiperbóreos espinosos inapelables,
y en cuya sombra empaña el ronroneo de luz agonizante
hacia su frente divina en el enjambre del aturdimiento
que como oruga crece entronizando la piedad agotadora.
Y fuimos enraizando al camorreo de escuadras sigilosas
para inmolar ese amuleto y distraer su falange indómita,
para regresar a mi punto de partida a veces, borrada,
para firmemente fluir en un dietético amorío aunque visto
por fuera, extendido desde su fuego ambarino con la encendida furia
de nuestros caprichos asombrosos y su sinfonías de léxicos descalzos.
Soterrar nuestra zozobra y agotarle a las imágenes su corteza
en desahuciadas voces para el tiempo siempre ido de todas las formas
increadas y crepitantes de ese blando aleteo…
Ivette Mendoza Fajardo
sábado, 9 de octubre de 2021
Hoy respondo más cerca de las penumbras
Hoy respondo más cerca de las penumbras,
la vida pone los trenzados caminos y
no entiende que el espeso silencio: es compasivo,
ser ímpetu de esa frondosidad latiendo,
en las altas sombras del canto negro, recluidas
desde ese abismo amordazado de algún universo,
del perdón aterrado, coronado de coronar,
sincrónico
de cualquier embeleso inadvertido,
solamente esta perspectiva rociada, milagrosa,
por el brío celado delirante de acerbos,
fuego recién nacido del placer, avieso de la espuma,
eso quizás…
Ivette Mendoza Fajardo
jueves, 7 de octubre de 2021
Amanece
Amanece. Escenarios lúdicos predicen
el paladeo de la calma a su nube rancia.
Mecánica y modular
ejerce su presencia atómica
y fragmenta en dos sus amoríos
del algarrobado pretexto,
los drenajes fragorosos
hacia el escape, el retorcido redondel
mansamente calcinado.
Se caracolea con la venial interrogación
de un largo recorrido, la garganta entornada
contra las diéresis de la melancolía.
Percibo sus vergeles entreabiertos
y el salitre clorofílico de pestañas bobas
se sacuden ante mí sus caderas esplendentes.
Y esa luz ha puesto puntos alegres albeados
hacia los estribos, de extasiada rendición
de su enjuta existencia.
Ivette Mendoza Fajardo
miércoles, 6 de octubre de 2021
Un enigma de amor
Un enigma de amor que transita luminosos átomos filosóficos/
refractadas hespérides aritméticas /reciben en la senectud
repetitiva de sus elementos —avispados fulgores mecánicos/
señal eterna que el alma puede percibir, su cuantificación, en el
refulgente y arado campo de la humanización –ese impulso
estudiado que repta en la indivisilidad centrípeta y vierte
sollozada la gloria de su suspiro.
Ivette Mendoza Fajardo
domingo, 3 de octubre de 2021
Cotorra rancia de tristeza parricida
Cotorra rancia de tristeza parricida inexcusable,
tu permanencia se deshoja en el látex pendular.
Hambre de violines feroces salpican en el desarme amoroso,
redimen la obstinación de temblorosos gorjeos,
escancian en floración inédita para envilecer
vehemencia incomprendida.
Lo improcedente con sonoridad de acero anida en el eco,
empata teñida de doseles…
frenaron sus metacarpos con draconiana monotonía,
tratando de enroscar melancolía .
Previsiones inesperadas,
en el plural fatídico del yermo flemático,
pasiones y egoísmos fue la lasca de permutación
para tu alma digitalizada
en la ilusión desleída del impedimento entibiado.
A tu duodécima cumbre desiderativa la criminalizó
esa bocanada solazada,
subyugada en raquíticos objetivos;
el ingrávido bamboleo de las cosas será tu pecado enardecido
que lametea entre los lapsos de insolencias,
y arrumba sin estancar paréntesis de luces inabordables.
Ivette Mendoza Fajardo
tu permanencia se deshoja en el látex pendular.
Hambre de violines feroces salpican en el desarme amoroso,
redimen la obstinación de temblorosos gorjeos,
escancian en floración inédita para envilecer
vehemencia incomprendida.
Lo improcedente con sonoridad de acero anida en el eco,
empata teñida de doseles…
frenaron sus metacarpos con draconiana monotonía,
tratando de enroscar melancolía .
Previsiones inesperadas,
en el plural fatídico del yermo flemático,
pasiones y egoísmos fue la lasca de permutación
para tu alma digitalizada
en la ilusión desleída del impedimento entibiado.
A tu duodécima cumbre desiderativa la criminalizó
esa bocanada solazada,
subyugada en raquíticos objetivos;
el ingrávido bamboleo de las cosas será tu pecado enardecido
que lametea entre los lapsos de insolencias,
y arrumba sin estancar paréntesis de luces inabordables.
Ivette Mendoza Fajardo
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