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jueves, 18 de marzo de 2021

Encuadernación de amor platónico fosco de la noche


Encuadernación de amor platónico fosco de la noche
robótica deseaban conocer la rareza de las cosas / Curtiéndome
de intemperie en el rincón de mis amígdalas pensativas
estornudando como excéntricas golondrinas / Me guarecían unos
sonidos del vasallaje y mecánicos de espíritu / Un buceo torpísimo
como un inmenso auditorio aflora / Hasta un interminable
precipicio supervillano anaeróbico por el olvido en una
vestidura fúnebre de nieve como un puñado de pestañas
enfermas / De muy mal gusto fluye tan claro de surcar vacíos
el silencio desperdiciando decenas de soberanías curativas e
insospechado socorrismo / En la ventanilla furibunda
del monólogo tinto, el tiempo, sin querer, mata aspavientos / Su primer
requerimiento de adjetivos despreciables e injuriosos sorprende la
virtuosa fauna / Su tiránica navaja fallida buscaba una
melena larga y dulce entrecerrada con tan magra democracia /
Los zapatos grandes y firmes siempre jalan resonancias de aire
clorofila morriñoso,barnizaban en la húmeda mancha pestilente de querer
envejecer las horas baldías/
Ivette Mendoza Fajardo



 

Traspasar el omoplato derrotista de la brisa


Traspasar el omoplato derrotista de la brisa
y encontrarle al tiempo su lado asmático
dos pulmones expatriados saliendo del humo de los muertos
ungüentos plantados en la música del estómago
para revelar la llanura de sus dramas
cabezas y pies unidos a un ataque de melancolía,
pelotas cuadriláteras transpiradas de gimnasias
rebotando y contando historias de ventolina incierta
en los tranvías de la perfidia
como ilusiones prohibidas que consumen
dedos dietéticos de torturas.
Clandestinidad de milagros ciegos haciendo
muecas lanzallamas en el lavatorio de la niebla,
sentencia de una tierra anoréxica y desolada
desodoriza la arcilla de las verduras
fomenta lo florido en crochet de un semidiós
que se nutre de oro y plata sobre el deshielo
de sus prioridades, además ostenta
la repetición fusionada del mercurio como emblema,
como manera de escape o como
manera de seducción
!Como manera de vivir muchos siglos más!
Ivette Mendoza Fajardo





De plancha mimosa y patineta pícara

 

De plancha mimosa y patineta pícara /
cuando la noche es esotérica
y mal humorada en las arboledas de bombillos /
cuando las ilusiones son fatigas de plomo
escapándose por los agujeros negros
y la pinocha vida clava sus tentáculos
en el légamo herido /
Los contornos del brillo excitado
chiflan ósculos rosados /
la alborada toca la puerta meditabunda
inflexiblemente todos los días /
el quirófano se burla
desde la cuarta constelación
de emergencia / el fórceps
suena sus maracas platinadas /
de repente entran a la sala del miedo
con hoscas incapacidades /
Adentro, el bisturí habilidoso
despinta proposiciones desmembradas /
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 17 de marzo de 2021

Cordilleras desesperadas conquistando el cielo

 

Cordilleras desesperadas conquistando el cielo
de la asfixia oblonga, nubes locas que suben y bajan,
escaleras, más escaleras, calores faustos que abrazan
luces prisioneras, secreta luna que silba sofocando
laberintos, brazos atados que se besan como una
ronca oreja refrescando la gaita del reflejo pedúnculo,
mientras los semáforos interrogantes parpadean sus
blasfemias encalabrinadas. Dilapido cautela en lentejuelas  
que pecaron en un sombrero burocrático de una pestaña
que navega en un océano de angustia. Una sonrisa de fantasía
matasiete colgada en un alero perdiéndose a un kilómetro
de la mañana sobre el chirriar de las bicicletas bravamente
cercadas por la vida. Y allí estoy, dentro de un balcón
donde una lluvia de piropos indómitos y fieros reviven
pedazos de cadáveres haciendo señales con un cable de
Photoshop.
Ivette Mendoza Fajardo




Extenuada polinización de mi armadura

 

Extenuada polinización de mi armadura resignada;
bramido de consuelo y catálogo rechinante
como el nervio hipotenusa de las vitrinas hidrofóbicas
que en una picadura mordaz descubren una carrusel risible
dentro de la miedosa incredulidad.
Alba insatisfecha que se disuelve en los ojos tuyos
se recrea chamuscada en las nubes del ciempiés.
Escamoteo de cartulina, parranda de la brisa o
espasmo de la espátula de los ríos endiablados,
dan su tacto, danza de naturaleza fenecida,
en el fósforo erróneo de un tiempo agobiado que
petulancia eructó.
 ¿Dónde vamos?
Todo fue construido para que queme
la distancia en su vengativa resistencia, 
gana la vanidad un momento de afecto
pero con permiso a llenar de alegorías eufóricas
los ribetes de tu almohada que construye un camino gris,
vemos árboles de lágrimas con maniobras dudosas
para manipular el embrujo de la foresta de los sueños y
entre cataratas de escudos desilusionados las horas amenas
ya no respiran más.

Ivette Mendoza Fajardo


martes, 16 de marzo de 2021

Ayes de que

 Ayes de que
en los océanos deprimentes
de su insensible trama
y los peces socarrones y asfixiantes
en la eternidad ungida por la oscuridad
o una nube buscando el febril suspiro
o en la pleamar incoherente
y sus errados designios
en el coliseo enajenado de los soles
¿Más lejos?
¿Dónde la luna enloquece en su foresta de nubes?
¿Dónde el alba con su fe comulga
con el esplendor del alma?
¿Dónde las esperanzadas luces de las estrellas
sueltan sus risas intuitivas y nos acogen?
¿Dónde una marea aventurera de arreboles nos lleve
hacia la isla del amor?
¿Dónde después de una borrasca se crea una venidera
Ilusión bañándose en aguas de cristal con los colores del crepúsculo?
Ivette Mendoza Fajardo



Volver a la benevolente tundra

 

Volver a la benevolente tundra.
Los ideales aquellos que rodeara al mundo
íntegramente sobrios. La luz en su clamor.
El pincel receloso del céfiro en el género.
El libro que apaciguara, que saciara la incertidumbre,
La savia del esternón, fatídico, ya subyugado.
La palabra necia ahogando al hombre en la terquedad
de un barranco desanimado.
La emoción irritada, sin antídoto sepultada en la penumbra.
Y ahora eso y más,
El sueño expectante presagiando la libertad del condenado,
transformar su martirio en la risueña expresión
de una gozosa e inocente luna dentro de las borrascas.
Fluir continuamente en el eje exacto del caleidoscopio de la vida,
el frio, tan infernal, que nos hace despertar
aun entre las insulsas piedras
alacranes afanosamente desequilibrando el entorno,
hay que derretir ese ser de escarcha dentro del ser
o dentro de algo que gira nauseabundo y sempiterno
buscando cómo cavar su propia sepultura, rugiendo en el imperio
de la sal.
Ivette Mendoza Fajardo



Una gota de agua hablantina y bipolar

 

Una gota de agua hablantina y bipolar
enloqueciendo el acróstico
de sus bienhechores
Y ya somos dos los
que nos alejamos del tiempo mezquino
una isla de susurros envejecidos
recolectando los despojos del silencio
entre litorales inseguros y amodorrados
se escucha la más angustiada canción
de los grandes mares embrionarios
y cantan
todo canta sin exhalación alguna.
La hermandad
o también la melancolía y el fastidio
los acercan paulatinamente
a filosofías que golpean
y desparraman voces de carne atormentada
¿Será que miran con ojos moribundos?
¿O será que hay un muto acuerdo entre ellos?
¿Será que sus espíritus siempre navegan
 sobre su larga y negra noche sin momento final

solo un instante estático de partida masticando
el sabor amargo de su sombra encallada?

Ivette Mendoza Fajardo


lunes, 15 de marzo de 2021

Expreso ahora mismo mi gran gozo

 

Expreso ahora mismo mi gran gozo como la del antiguo gladiador
romano que intentó ascender el reino celestial con las uñas.
En la víspera del gran día, secretamente, el alma hielo se ha
abierto hacia las alocuciones azules de inmensidad bendita,
hallará cafetín de plegarias en sus manos que acarician la
piel de tu sonrisa. Desplegando su masa impalpable, muda
como una lágrima naranja que he mirado hacia atrás y sueña con su
amor que la aterra. Me recuesto, me agrando, me refugio por
los naufragios e incendios, así celestiales tan blancos como
de muerto difuso. Aguzados gritos amurallados abarrotan lamiendo
mis heridas con lenguas benevolentes. De estampida y de manera
igual, bello abanico obedecía los recovecos oscuros de la noche.
En medio de mi muerte donde la vida es toda primavera
sacudo la memoria de los que ya murieron; primero han de
morir otros que yacen en el fondo de mi armario, como dientes
que se muerden así mismos.
Ivette Mendoza Fajardo



Escribo nocturna

 

Escribo nocturna pero el miedo manipula mis calles.
Por si las moscas, ahora deambulo como un gigante
acéfalo en el océano de mi memoria. Alguien difuminó un
puñado de sangre que camina el mundo. Suspicaz
esa placentera experiencia de caer a cada rato con
un soplo de céfiro y el deseo capaz aún de asombrarse.
Cómo pesa la vida en todas las mágicas indulgencias
de la nada. Presiento los rigores de la extensión ignota
de este viejo laberinto como una palabra espesa. Engañar
equivale a probar su tenaz obstinación en bulbos y
tubérculos se estremecen en la germanía de la lobreguez,
leve adquieren dureza entre dos márgenes de un río revuelto.
La bicoca de un mago recordando al  jactancioso unicornio.
Mermamos, huimos dentro de un pequeño frasco, el dolor
libre de los propósitos musgosos quedarse con nuestras almas
quieren. Un tumulto de siluetas fraccionadas era celajes de
de brujas y dragones, un huerto de bolsas que florecen
hasta aquí las últimas avideces de la carne.
Ivette Mendoza Fajardo



Escaneada para el flanco osado y la nueva flama

 

Escaneada para el flanco osado y la nueva flama
mi dicción profana ya celebra en escamas previsibles
las hipotecas dudosas del alma en penas morroñosas
que me quema en la etropía de sus amaneceres.
Soy el obsoleto párrafo, un martillo reflexionado
que en la rabia de las caricias se inmola 
frente al espejo, por mi culpa dentellada y con pecado
farragoso que rencauchado suena igual artificialmente.
Talvez sorda es la grieta que finge osadías
que de nada pulsa arrepentimiento gutural
el tiempo es hoy la sidra del gozo digital
las garras granizadas no me da mucha tregua
no abriga los desalientos de mi endoscópica
tristeza: es sólo amar dentro del amor
con ira a contraluz por el dulce intento de
sus miedos.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 14 de marzo de 2021

Una trova llueve mansamente auricular

 

Una trova llueve mansamente auricular
y como dos gotas de liquen desplomado y arsénico,
se mezclan reflejando una esfera dietéticamente
colectiva que configura el reto de mi sentir molecular.
Somos dos seres llenos de nomenclatura química
rompiendo el equilibrio de su tártaro paradisíaco
cautivos en las venas de la quimera y sus fosforescencias
atravesando la bocanada de acero de una tijera pasional
que encuentra en la radiación mutua de amor metálico,
armoniosas formas, seductoras y postreras,
siendo así mi punto de partida como átomo vengador.
Miradas irradiando o quizás oscureciendo el encanto
suertudo y diametral donde las migratorias palabras se esfuman
en un vapor incontenible de légamo y cristal adonizado.
Ivette Mendoza Fajardo



El portón de llanto avasallado

 

El portón de llanto avasallado
amasa furia enclaustrada
parado en pancartas de algas virgos
que de averno translúcido
chabacanean lavatorios parásitos
Risotadas de orugas cuerdas
recobran tu divinidad dormida
junto a la historia universal
en una estampida de glándulas
aristas que de pitos
soplan siluetas nómadas
y te mueves eructando
el pie de ruletas rusas
y núcleos interactivos
En la luna que camina gomas
y plumeros eneolíticos
testamento me atraganta
almacena mis cenizas
en un saco de alacranes
con satélite de coliseo
Vengo a bañarme con tu arcilla
y zapatos hechos de alquitrán
con aureola de inocente mocedad.
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 13 de marzo de 2021

Visiones del gris

 

Visiones del gris daltónico hondamente exhausto todo el año obnubilado /
pensando que los colores son las pisadas famélicas de un fantasma /
o en apogeo cenital, un ramillete de muecas que pretenden rebelarse /
desde la zodiacal intemperie vemos como el ojo álgido ahoga su razón en
blanquecino objetivo, transformado la faceta negra de la luz en un
alérgico robot que nubla tu corazón y la ciencia de apuntar su norte sedativo /
la paciencia liosa del alma, hacía su biodegradable espejo ciego /
ensuciamos pupilas con influencia mitológica en su forma estrafalaria
de pensar, en el presentimiento estático de su ronroneo mitigante /
¡Quien le ayuda a camuflarse en las noches si lo fluctuante es anárquico!
la fantasía de ver y espantar no reniega su despliegue de espectros e imágenes
bajo la turbulencia de sus tornasoles y sus líquidas señales, al fango de las dudas  /
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 12 de marzo de 2021

Me masajeó un signo lastimoso por la espalda

 

Me masajeó un signo lastimoso por la espalda.
La metonímica contemplación de mi lenta agonía
no se reveló para soltar el mordisco del encabritado
dolor. Con un amor indicativo, mis nimiedades
sentimentales moteaban. De una sintonía de grumoso
verbo, la duda maravillosa del olvido presiona
ostentaciones intensas al horadar la noche en los
telares de la niebla. En un momento de inhibición,
en lecho mineral de la moralidad, donde soy el
vacío con silueta blanca y alargada que devora
un camino que ahora todo borra. Dentro y fuera
de las casas, desafiaba a la última cámara
impura, endeble exageraba igual que el preludio
de una gran cabalgadura. Tu vida puede contentar
los rifles migratorios. Necesitaré entreabrir las
gangrenadas tardes que curan con el torzal exacto,
amargos cuarenta y siete enlaces simultáneos que
cargaban a tientas la obsesión irresistible.
Ivette Mendoza Fajardo



 

Qué virtuosa falsedad

 

¡Qué virtuosa falsedad!...
Si de miramientos subsidiados propuse a cuantas habladurías,
con invisibilidad de rictus azulaban todos,
contra el hijo del sol saboreo, mis frívolos rigores.
Entonces dentro del pozo se protegió...,
de repente abrió la puerta que daba a la venenosa maldad,
y erigió entre muslo y muslo la paciencia del cigarrillo hasta
columpiar el estolón de la nieve locomotrizada.
La biología y zoología asaltando los candiles microfónicos
bajo las ruinas del aire plebeyo y equívoco con devoción.
El blanco y el negro se bebieron la ley de la gravedad,
el calor y el frío lo hicieron azotando fábulas hacia al norte.
Las estridencias del hierro libre de lastres evocan en la pleamar
de la mente a pesar de los ojos traspapelados, de las derrotas.
...Y el sur del mañana manchado de pavor entre nosotros.
La centrífuga naturaleza se deslizaba con residuos de sorpresas
aventajadas por incongruencias femeninas.
La sangre beoda con su vista, la distancia la aplasta, hasta
hacerla un lapicero de la idea cínica y cae en su ostentosa
fragua; la hambruna la vuelve una disputa tridimensional estática.
Murió el amanecer con un sordo chasquido dejando un reguero
de libros, con pezones negros hicieron lo imposible, la chispa de su
ADN conjuró sus miedos.
Ivette Mendoza Fajardo



 

jueves, 11 de marzo de 2021

Materia de maravilla fuliginosa

 

Materia de maravilla fuliginosa
conlleva la bonanza de cobijarse a
la virtud del misterio de los cactus.
Aquí la moral y filosofía de gallos encabritados.
Los collares apologéticos aceptarán que bajo
un cascarón vacío ninguna enunciado
virtualiza la flojedad del hierro.
El amillarar entrañas saltarinas es un eterno
conocer de lagrimeos en sonetos.
Manzanilla miocárdica ocupará
el descorazonado divulgar de las flautas
mientras hormigas locas de casto asombro
nos aventarán la justicia que buscamos
por lograr calles impregnadas de hipocondría.
Fruición imposible del sol se perderá
en las panderetas nitroglicerinadas
de la nigromancia.
Insectos odontólogos con rostros rotatorios
arrancarán el diente afanoso de amor.
Un perro policía, con sombrero y pistola
trepará encima de la ley miranda y su manantial,
y todo regresará a la madurez amuñecada.
Saltando,
la acuciante sombra derrama su agua blanda
llevará en sus rodillas impedimentos eléctricos
y bigotes tan grandes como el olvido.
El canto travesti e insufrible del júbilo mecánico.
Nada podrá contener la terquedad del arroyo.
Sólo habrá un dedo comelón de libertad
apoyado en la figura retorcida del placer encáustico.
Ivette Mendoza Fajardo



Los contrabajos translúcidos de dunas

 

Los contrabajos
translúcidos de dunas
se enredan a tu encanto.
Desempolvan olor ruido hermandad
en la atadura de la cornucopia.
Noche empalizada
vamos permaneciendo morfológicos.
Blancos vestuarios de moscas
en las nupcias de tu megalómana hebilla.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 10 de marzo de 2021

Ante la luna cardíaca insomne

 

Ante la luna cardíaca insomne
las llagas clarinetes en la piel de la filosofía.
Un tigre sediento
escapa del vaho zigzagueante de un beodo.
A mitad del camino
la torpeza prohibida amontona
los brazos agónicos del alba.
Un barranco prostituido
es la mandíbula equívoca del siglo.
Ante la luna cardíaca insomne
la escápula de los números impares
marca el vigor de las sábanas oprobiosas
‐siempre el oprobio y el silencio‐
como maña despampanante y engomada
se recuestan en la espalda de nuestros ríos
y nos abandonan con el esternón de los pantanos
con el magma del torbellino amortajado
con cables malabares colgados a la sombra rechinando
siempre cicatriz azul
ante la luna cardíaca insomne.
Ivette Mendoza Fajardo



El sol empedernido late por el génesis de un canto

 

El sol empedernido late por el génesis de un canto mobiliario
Sus rayos militarizados, un cocodrilo más en el cataclismo
Tan sólo crecen en las máscaras del recelo
El cedro morriñoso es la voz del flautín desesperado
Oscuridad fanatizada de viento hereje
Tiempo de apetitos coloquiales y crepúsculos de pasarelas
Una comadreja patriarcal
Se entume por los follajes macachines
Edificando leves olas de amoníaco
Alma contenta de omegas desatinadas
Terciopelo gangoso de los astros catrines
Estrella gemebunda que patalea
En la casa leprosa de la sepia vencida
Desde el cordón umbilical del teléfono, un grito sordo
Vaso maternal donde la luz sirve su rueca prematura
Libertinaje del abecedario de los minotauros.

Ivette Mendoza Fajardo



martes, 9 de marzo de 2021

Regresa sobre la divina refracción del siempre

 

Regresa sobre la divina refracción del siempre,
su noche de vigilia canturrea
sobre la newtoniana fiereza de sus vestigios,
moviéndose y arando entretelas y anacronismo.
Regresa sobre los arrebatos acuosos del sigilo,
a la fortuna elocuente del tiempo invertido,
y a ese indisoluble acuerdo con rescoldo temerario
en magnitud de pesadillas deleitantes.
Prisma y existencia, colores en adivinación de muecas
para encontrar un haz de luz que no sea
cuarzo imaginario sin retorno, melancólico en cautiverio,
para solventar el milagro paradójico
de refractar una vez y tantas veces lo refractado,
el camino ansioso entre sus umbrales heliocéntricos y
por esos ojos resonantes que desde el cristal se miran reflejados.
Ivette Mendoza Fajardo



lunes, 8 de marzo de 2021

Los ceros mojados con lágrimas enclavadas

 

Los ceros mojados con lágrimas enclavadas
se comen las uñas de un tranvía
crepitan sintiendo el amor en destierro
los números con palabras inmortales
en ordinales se atrapan con pernos acariciantes
los cienes del viento y del mil en su brisa
cómo saber lo que había antes del cero
antes de los binarios
antes del vértice de los hijos del tiempo
antes de los cardinales
se median entre si combatientes
en la pendiente infinita
los ceros irracionales discutían
las centenas del suelo conmutativo hacia el día doliente
igual que las nubes en su común denominador
apegadas a las noches llenando de sueños la vida
y el hombre de valor absoluto se agota
en hornacinas oscuras se esconde
lo es todo un desplazamiento de numerología vivida
que encuentra una sustracción vital
irreconocible llamándome reina del recuerdo desbrazado
atesorando desde mi centro penumbras cartesianas.
La notación aleatoria demuestra estar inválida
como manca en un cuerpo geométrico
En otra curvatura
En otro universo.
Ivette Mendoza Fajardo



domingo, 7 de marzo de 2021

Desde el ángulo oscuro

 

Desde el ángulo oscuro-cuadrilátero
de esta piel magnetizada
puertas y soledad diferencial en su
hidrodinámica-hermosura /
Nucas circulares dan luz a los cielos /
la fatiga del sueño ionizada a echar matrices
porque viene de tierra viva
de clara transparencia
o cara de un neutrón sapiente /
Tantas moléculas de amor en tu mirada
de silencio inerme
donde el alba cobra su vectorial;
su ángulo obtuso entrecortado /
distraído de sollozos por la
canción de galaxias un fotón
en blanco y negro configurándose
hacia su drenaje existencial, mutantemente feliz /
Geometría de memoria y laberinto cual
línea imaginaria en preludio
se descalabra hermafroditamente /
deshilacho átomos de bocas negras cada día
dentro de sus lechos logarítmicos prolíficos
hasta extraer axiomas de sus mentes fraternales/
Afirmada en astros con signos musicales en el cual 
todavía no he sido rechazada virtualmente /
vamos rumbo hacia los polos inextinguibles,
a la diagonal perdida en sus deseos entusiastas /
Ivette Mendoza Fajardo



sábado, 6 de marzo de 2021

Sucede que el silente jeroglífico

 

Sucede que el silente jeroglífico
para consolarse del vértigo abúlico
y la materia hueca,
brilla reverenciando la mano vigorosa.
Sucede que el retoque del intelecto,
en corola del fragor anochecido, es
como me juzgo verdaderamente
sin más temblor que en el quicio oscilante.
Suceden las dos cosas:
al mismo tiempo
que describen las cadenas de soledad perpetua,
con sus disparatados cetros,
o sus deidades monótonas,
yendo solo al precipicio magma,
voy interrogada por el viento brusco.
Ivette Mendoza Fajardo



Con lúcida cabeza de diamante hirsuto

 

Con lúcida cabeza de diamante hirsuto,
iceberg de mejillas inocuas y diáfanos apegos,
tan inerte el hueso noria tan vano y sellado,
junto con la niebla, casta el fragmento yerto.
 
Mientras el vértigo en que se consuela
el mundo anima su sollozo descascarillado,
y entre el esperanzador salmo del día
impostado orgullo con su celo inquieta.
 
Ah, jamás, jamás, la terrorífica escama,
la materia repentina fundirá en el cisco,
se abrirá para ahuyentar tormento capcioso.
El alma aquilatada por la bruma desfogada.
 
Aquí resuello hasta acabar el disfraz endémico.
Punteada y moteada en fe la sonrisa triste,
hasta que el sacrificio de su persistir último
lance al falcado centro su calor más mítico.
Ivette Mendoza Fajardo



viernes, 5 de marzo de 2021

El binomio se colmaba de estrellas

 

El binomio se colmaba de estrellas, era un pendiente,
una uña de gato sesudo, una serpiente bailarina con
piernas de trapo tozudo, o quizás una marea de asíntotas
sobre la salvación del fuego estrangulante, esa que me
restauraba al algebra de amplitud del potentado.
Ivette Mendoza Fajardo



Último noctívago de la planicie accidente

 

Último noctívago de la planicie accidente, demándame.
Crecen horas en el jardín desguarnecido
y ultrapasó y parió las puertas de un zapato cocodrilo
que un malvado de repente alcance a rozar.
La memoria va ceñida al cuerpo normativo de espetones:
El agente de parte de la ciencia promiscua equivalente al planeta.
El axioma de los huesos con tan magro repertorio.
Pizarra penitente ha soñado
el cruel Orfeo de las fuentes de amenazas patituertas.
Como carente de voluntad intrauterino que te ahorcara
hasta el cansancio, y el mosaico ideal de repente
eres un puñado de abejas al final de la nostalgia.
He de canturrear la cápsula de la dulzura bélica:
Hojas termales apistoladas y ley de pistilo distorsionado.
La paz fue una guerra de huracanes prietos
en la solapa del génesis a roca amenazante fiscalizando.
Pomposa, esta minoría de playas farsantes
se echan a vuelo los timbres dulcemente
para juntar mi paso sacrificado a negra luz del eco.
Narices de los orígenes mixtificados,
graznan subvenciones diferentes y brota un
árbol de la sangre decadente en alguna falange nuclear.
Ivette Mendoza Fajardo



Como una maniobra fugaz destella su ímpetu

 

Como una maniobra fugaz destella su ímpetu erecto de teorema,
me inmuto en el carruaje fúnebre de Saturno relacional boscoso.
La metamorfosis juguetona de la garganta polícroma
substrae la espontaneidad del ruido de mis pasos despeinando...
Voces y aloe vera entrecejo sufren la verdad feral segundo a segundo.
El tosco y contundente intento del movimiento hollín que acierta.
Se mutila el crepúsculo andrajoso indubitadamente
hasta rebuznar sus negras sílabas de incestos en
cabalgaduras de mejillas rebobinadas como bridas adúlteras.
Ivette Mendoza Fajardo



miércoles, 3 de marzo de 2021

Las palabras en ceguera a la inapetencia de la melancolía

 

Las palabras en ceguera a la inapetencia de la melancolía, como
as de rumor solitario enervado al nudo en un desteje de trampas
sin fin hasta colgar hierro y arco bajo el tálamo impertérrito.
Fumarada de mirlo osa la piedra iracunda
cuando entre las hendeduras resbalan vigorizadas
en un tardo de lengua pusilánime
puedo lamer la excesiva termodinámica
de su originalidad sorteando el sordo eco del sonido
aunque tiemble en la mano como metal profanado,
la brújula isócrona atenazadamente de tu pecho a voces altas,
se cataliza como manes alquimistas en mis entrañas...
Ivette Mendoza Fajardo



Solitario mundo que llegas musitando al aire

 

Solitario mundo que llegas musitando al aire
como temblor que encuentra un espíritu encandilado.
Lo eterno, cae en el caricaturizado milagro del vacío
junto al principio de la ciencia agujereada por lo agreste de la tarde.
Mi sombra amarga, fruto de rocío, marioneta del destino.
Por los retazos del ocaso, convierto dilatadas reflexiones
en paraísos confusos concediéndole al todo el poder fortuito,
los cenáculos utópicos, avizorados desde lejos en conjuros inciertos.
La vibratoria estrategia de ojos nocturnales es un fuerte flechazo
que la vida da desde su credo transversal de ideas polifacéticas y puras,
hasta el ablandamiento perspicaz donde ajustan alianzas y conexiones
esquematizadas de su tiempo hendido.
Ivette Mendoza Fajardo



martes, 2 de marzo de 2021

Ondulación del silencio neonumeral

 

Ondulación del silencio neonumeral
ni dogales del relámpago
ni cuervos chiquilicuatros impasibles  
ni siquiera seres de contorno ambiguo
sólo un gran silencio fantasmal
una pausa exánime color amnesia
un anillo de espejos circulando
a ras de cosas animadas,
una hoguera pensativa equinoccial
para resquebrajar y redescubrir
el presiento estampida de la niebla,
la entumición de su cámara secreta
para surcar escollos indómitos en la nada
quizás en la imprevisible línea de su
sombra canicular que emerge desde la
inmediatez musicalizada hasta la distancia
palpitada por un reloj despierto,
casi perdiéndose en
los ceros insoslayables concediéndole alas
roturadas de inquietudes achacosas.
Ivette Mendoza Fajardo