Arte de regurgitar,
fresa sazonada del seno,
en el marmóreo deslumbrado de la cena:
carrozas van derrotadas y demacradas en el heno,
pero por dentro sujetan alfileres, dioses con mujeres.
Apolo en su estatura sacando más de mí en su furia
como Césares antiguos que hartaron bacanales como
en la estrella de un ojo de tremores y temblores.
Pero esto de ayer es cosa de almas desgastadas,
que enmascararon bien la envidia templada al olor
del sacrificio antes de adormecerse entre uvas y cerezas,
por si había que llorar en la fiesta sin decoro.
Y ahí están sobre esta mesa mía que atrae las
en el marmóreo deslumbrado de la cena:
carrozas van derrotadas y demacradas en el heno,
pero por dentro sujetan alfileres, dioses con mujeres.
Apolo en su estatura sacando más de mí en su furia
como Césares antiguos que hartaron bacanales como
en la estrella de un ojo de tremores y temblores.
Pero esto de ayer es cosa de almas desgastadas,
que enmascararon bien la envidia templada al olor
del sacrificio antes de adormecerse entre uvas y cerezas,
por si había que llorar en la fiesta sin decoro.
Y ahí están sobre esta mesa mía que atrae las
delicias de un
cuerpo y tantos dioses aceptando
esta oferta, siendo
yo la primera que implora.
Ivette Mendoza